Bueno Breyo, yo ya voté en tu relato por el Romeo y el Joel adecuados para mí xD
Sabes que el primer Romeo (el que te dijo Cassei) era el que tenía yo para decirteee????? Esque Cassei me lee la mente xDxD!!!
Ya puse quienes serían mis protas!! (en mi firma) Gracias por la recomendación Breyo!! Y gracias por las imágenes Cassei!!
Bueno, en general os quiero a todas!!!!!
Y ya por fin, aquí tenéis el siguiente capi, amigas!! (o más bien la primera parte del tercer capi xD)
Este se lo dedico a Breyo, a Cassei y a Ainhoa, porque las quiero y me apoyan siempre para que suba más y me ayudan^^
(el próximo dedicado a otras, tranquilas)
Toda crítica será bien recibida, tanto mala como buena!!
Capítulo 3. Primera parte:
Ya estaban comiendo en casa. Juddy no sabía cocinar, y si sabía, lo hacía desastrosamente mal según Kyle. Siempre pedían comida a un restaurante chino, un kebab o algo por el estilo. Esta vez tocaba pizza. Erika intuyó que serían personas de bastante comer ya que habían pedido dos barbacoas familiares para todos, en cambio, ella con cuatro trozos de aquella pizza estaba servida, y quizás sería demasiado.
Erika esperó tímidamente a que ellos cogiesen. Kyle tomó el cacho más grande y Juddy una porción llena de salsa. Erika cogió después un trozo, más bien mediano y se lo comió, dejando, como siempre que comía pizza con sus amigas, el borde de pan a un lado.
- ¿No te gusta esa parte? –preguntó Kyle, haciendo ademán de cogerla.
- Sírvete, no me lo suelo comer –respondió sonriendo y cediéndole el trozo.
Kyle le devolvió la sonrisa pícaramente, cogió el borde de Erika y se lo comió bastante rápido. Comieron sin casi hablar. Al poco rato, ya estaban llenos. Se levantaron y se fueron hacia el salón. Erika nunca había visto el salón de esa casa. Era grande y de estilo clásico, de color crema y con una cenefa con motivos arquitectónicos en la parte superior de la pared. A la izquierda había un sofá de tres piezas color ocre y pegado a la pared oeste otro sofá, pero de dos piezas. Frente a ellos, en la pared opuesta a la entrada, había una televisión de pantalla plana sobre una mesa con varios estantes, sobre los cuales había un DVD y otros aparatos llenos de polvo. Entre el televisor y el sofá había una mesita de café de roble con un mando sobre ella y un par de posavasos.
A su derecha había unas estanterías llenas de libros y un reproductor de música junto a una ventana con cortinas granates. El suelo de parquet relucía como un espejo. “Este salón no se parece ni de lejos al pasillo y los dormitorios…”, pensaba Erika.
- Juddy… ¿este salón lo decoraste tú? –preguntó.
- No… esta sala la decoró mi madre –respondió la chica.
- Y… ¿dónde está ella? –dijo Erika, confusa.
Hubo un prolongado silencio en la sala.
- Muerta –le respondió Kyle. La tensión era palpable en su voz-. Falleció al darme a luz.
- Kyle… lo siento… -decía Erika.
- Da igual, es normal que preguntases. Antes de que sigas te diré que mi padre sí está vivo. Vivíamos en Londres, pero un día nos tuvimos que mudar aquí por… trabajo. Ahora mi padre se encuentra allí, hemos tenido problemas con la venta de la propiedad.
- Ah… siento haber preguntado… oye, nunca me has dicho tu apellido. Eres inglés, ¿no?
- Sí. Me llamo Kyle Greymoon.
- ¿Greymoon? Qué bonito.
- Gracias… sentémonos.
De nuevo, Erika esperó a que ellos se sentasen. En la mayoría de las casas, los asientos estaban ya adjudicados. Y así era. Juddy se tumbó sobre el sofá de dos piezas y Kyle en el otro, dejando un pequeño sitio a su derecha.
- Yo me suelo tumbar aquí y ocupar todo, pero siéntate si quieres… con una condición.
- ¿Y qué condición es esa? –preguntó iracunda.
- Pues tú siéntate… quien no arriesga, no gana –dijo con una amplia sonrisa pícara pintada en la cara.
Erika se encogió de hombros y se sentó en el hueco vacío. Kyle siguió sonriéndola, subió sus pies al lado opuesto del sofá y apoyó la cabeza en las piernas de la chica.
- Buah… esto es mejor que los cojines deformes que tenía –dijo estirándose y clavando sus brillantes ojos grises en los ojos de Erika.
La chica rió y apoyó un codo sobre el brazo del sofá, sujetándose la cabeza con la mano. Kyle desvió la mirada hacia su hermana, que ya estaba repantigada en su sitio. Le hizo un gesto indicándole que encendiese la televisión. Juddy vaciló y se levantó perezosamente, cogió el mando de la mesa de café y la encendió.
Pasaron un par de horas, quizás más. Erika se había dormido pero, cuando su mano cedió, su cabeza cayó levemente despertándola.
Ya estaba anocheciendo. La joven pasó la vista por la sala. La televisión estaba apagada y Juddy no estaba ya tumbada en su lugar. Kyle aún estaba sobre las piernas de Erika y esta intentó no moverse por miedo a despertarle. El chico tenía una expresión angelical. Sus facciones blanquecinas eran resaltadas por sombras oscuras que se difuminaban y bajo la camiseta brillaba algo azul colgado del cuello… “¿Un collar con un zafiro?”, pensó Erika. Entonces, Kyle apretó los ojos y los abrió.
- Buena siesta, bello durmiente –le vaciló Erika.
- Sí, bastante buena. Hace muchísimo que no dormía casi –dijo sonriendo y desperezándose-. ¿Y mi hermana?
- No lo sé, cuando me desperté ella ya no estaba.
Kyle se levantó rápidamente, pasó a la cocina y cogió su móvil. Echó un vistazo a la pantalla de este y su expresión cambió bruscamente a una de horror y preocupación. Cogió su chaqueta y las llaves de la casa. Se encaminó hacia la puerta de la entrada bastante deprisa.
- Hagas lo que hagas, no salgas de casa. Enciende todas las luces y mantente bajo ellas –le dijo a Erika seriamente.
- ¿Qué? ¿Vas a salir?
- Sí, ni se te ocurra seguirme y haz lo que te he dicho, ¿vale?
- ¿Por qué debería hacerte caso?, ¿cómo puedes tener la certeza de que no te seguiré?
- Porque es peligroso y pondrías en riesgo tu vida. Por eso te quedarás aquí.
- Ni hablar, voy contigo.
- ¡¡Erika!! ¡¡Obedece por una vez en tu vida!! –Kyle parecía enfadado.
Cuando la chica estuvo a punto de replicar, oyeron un gran estruendo, de cristal al romperse. Ambos giraron la cabeza instintivamente hacia la ventana del salón. El cristal estaba hecho añicos y esparcido por el suelo. Sobre este, una figura oscura y encorvada se erguía lentamente. Erika dio un grito ahogado y se echó para atrás, chocando contra la pared del pasillo. La figura se estilizó, mostrando unos largos y brillantes dientes blancos.
- Dadme las
enaid graig y tu hermana no sufrirá daños graves –dijo en un susurro.
Kyle se sorprendió tanto como la propia Erika.
PD: siguiente cacho en la página 15