Pues aquí lo tienes, una promesa es una promesa^^
Te lo dedico Stella, porque te quiero jeje
Capítulo 2. Segunda parte:
Kyle asintió mientras Erika ponía cara de confusión. ¿Comencemos? ¿Qué quería decir con eso?
La chica cogió a Erika de la mano y la hizo pasar delicadamente adentro, seguida por Kyle. Cerró la puerta tras ellos, echando la llave.
La casa era de dos pisos. En ese momento se encontraban en un pasillo iluminado con parquet. Las paredes eran amarillo suave con flores anaranjadas y una mesilla a la izquierda de la puerta sujetaba un teléfono fijo y una agenda de teléfonos. A la derecha había unas escaleras de roble con una barandilla brillante y estilizada que subía al segundo piso.
La hermana de Kyle se apoyó en la puerta. Bajo la luz parecía más joven, pero sus facciones firmes hacían pensar que era una chica madura y responsable. Sus ojos marrones tenían una chispa traviesa, juguetona y divertida.
- Soy Juddy, encantada, Erika.
- ¿¡Cómo, cómo sabes mi nombre!? –la chica se sobresaltó.
- Es cierto eso de que eres muy guapa y graciosa, Erika –dijo Juddy.
- ¿Quién te ha dicho eso? –le preguntó ella. Juddy le hizo un gesto con los ojos indicando a Kyle. Erika se puso roja, había dicho que era guapa.
- Bueno Juddy, por favor, a lo que vamos, ¿vale? –dijo Kyle, sonrojándose él también.
- De acuerdo –respondió su hermana y cogió a Erika del brazo, empujándola hacia las escaleras.
Entraron en una habitación pintada de morado a rayas lilas. En un extremo había una cama con una colcha beige, y en el otro un escritorio blanco con un ordenador. En frente había un tocador lleno de cosméticos, un secador y una plancha. Por el suelo había algunos cojines y peluches desperdigados, mientras que sobre la silla del escritorio descansaba una mochila amarillo canario. En las paredes había varios pósters de grupos de música como Tokio Hotel, Kudai, Death Cab For Cutie, My Bloody Valentine, My Chemical Romance…
- ¿Este es tu cuarto? –dijo Erika.
- Efectivamente, pequeñaja, veo que eres observadora –respondió Juddy.
Erika esbozó una mueca. No la gustaba que la llamasen pequeñaja por mucho que Juddy fuese mayor.
- Y bien… ¿qué queréis de mí? –dijo Erika.
- Bien pues, me enteré de tu sufrimiento y decidí salvarte. Ya sé que soy una buenaza, no me des las gracias.
“Es exactamente como Kyle…”, pensaba Erika.
- ¿Así? ¿Sin más? –preguntó.
- Pues sí, así sin más… y porque esa marca tuya… la del interior de la muñeca… me suena mucho…
- ¿Esta? –preguntó Erika señalando su marca.
Desde pequeña había tenido esa marca de nacimiento. Era como una gota pintada a tinta negra emborronada en la parte interior de su muñeca izquierda. Siempre pensó que sus padres biológicos eran unos depravados y que la habían tatuado aquello de bien pequeña.
- Sí, eso… me es familiar… ya investigaré. Ahora, a lo nuestro, comencemos.
- ¡¡Pero comenzar el qué!! –preguntó otra vez Erika, cansada de que no la respondiesen.
- Tu cambio de imagen total y permanente, cariño. Para que tus padres no te encuentren necesitamos un cambio de look pronto y también tu nombre… ¿Erika Jaliff? ¡Buah! Demasiado aburrido. Ahora serás… Erika María Romero. Así aún podrán llamarte Erika, aunque lo de María sea tope cutre –dijo Juddy.
Erika estaba un poco confundida, pero lo aceptó. Se iba a salvar de ser casada, con eso ya era feliz.
- ¿Erika María Romero? ¡Joder Juddy! ¡Eso suena a culebrón mexicano! Erika Sylvia Martínez –protesto Kyle.
- Sí, y de paso la vestimos de sevillanas y la hacemos correr delante de un torito… ¿Estás loco? ¿A ti qué te gusta más, Erika? –preguntó Juddy.
- Aitana Erika Montenegro… ese me gusta –respondió la joven.
- Bueno… vale… -dijo Kyle.
- Y ahora… -decía Juddy, cogiendo varias cosas del tocador- el cambio de look.
Se veía que Juddy estaba entusiasmada con aquello y Erika se dejó llevar.
Primero la cortó el pelo desde la mitad de la espalda hasta la altura de los hombros. Se lo tiñó de pelirrojo fuerte y se lo rizó. Después la puso colorete rosa pálido y sombra de ojos verde. Cogió ropa de una bolsa al lado del armario y se la pasó.
- Mírate. Estás alucinante. En esa bolsa hay ropa que me queda pequeña. Coge un pijama y quédate lo demás. Dentro también hay zapatos. Instálate en la habitación vacía del fondo, al lado del baño. Si necesitas ayuda, no me despiertes, golpea la pared de la derecha, ese es el cuarto de Kyle.
Kyle esbozó una mueca y le sacó la lengua a su hermana con malicia.
- Mañana te llevaremos a buscar trabajo –dijo Kyle.
Erika asintió y salió del cuarto, entrando en la habitación, al final del pasillo. Ese dormitorio era de color verde y el parquet estaba reluciente. Había una cama doble en el centro de la habitación con sábanas naranjas y una ventana que daba a la calle.
Dejó la bolsa en la silla del rincón del cuarto y rebuscó un pijama. Encontró un camisón azul, corto y suave al tacto. Se lo puso en el baño y se miró. Aquella ya no era Erika Jaliff, una huérfana adoptada por unos musulmanes, aquella era Aitana Erika Montenegro, una chica segura de sí misma, nueva en Manhattan.
Le dio las buenas noches a Juddy y se acercó a la puerta de Kyle.
- Buenas noches, Kyle –dijo Erika.
El joven salió de su cuarto y se acercó a ella.
- ¿Estás cómoda en tu habitación? –preguntó.
- Sí, gracias –respondió Erika.
- Bonito camisón. Te queda… guau… ya me entiendes…
- Sí, tranquilo, sí te entiendo –dijo ella, sonriendo ampliamente.
- Espera un segundo, te mostraré una cosa de tu cuarto.
Ambos fueron al dormitorio. Erika entró primero y, tras ella, entró Kyle que cerró con cerrojo.
- ¿Qué haces? –preguntó confusa.
Kyle no respondió, se acercó a ella, la cogió de las muñecas y la besó. Erika no opuso resistencia, sólo se dejó llevar. Sus manos ascendieron a su pelo dorado y lo acariciaron suavemente mientras las manos de Kyle se entretenían en las curvas de la muchacha.
Se separaron delicadamente y el chico la besó la mejilla, saliendo por la puerta.
- Ahí tienes tu regalo de cumpleaños… felicidades –dijo antes de cerrarla.
Erika se quedó mirando la puerta, como si esperase que el muchacho volviese, con una mano puesta dulcemente en su mejilla, allá donde la había besado.
PD: siguiente cacho en la página 10