Lo siento, lo siento
en serio
este mes a sido horrible
intentare que esto pase menos veces
lo juro
bueno, al menos os he dejado un cachito
espero que os guste
Primero me miró, sorprendido, luego sacó su sonrisa pícara, la que más me gustaba.
-Venga, me suplicó-. ¿No puedes hacerlos luego? Si quieres te paro el tiempo para que hagas tus cosas. Vamos, no eres la única que lee el pensamiento, y sé que lo quieres. Venga…
Abrí la boca para decir algo, pero lo dejé estar. Ya no me sorprendía que pudiese llegar a hacer esas cosas. Supongo que estaba acostumbrada a las rarezas.
Aprovechó ese momento que estaba sumida en mis pensamientos para inclinar su cabeza y ocultarla bajo mi pelo moreno.
-Mm...-suspiré- Me puedes leer el pensamiento, y puedes saber lo que deseo, pero también deberías saber lo que debo hacer. Es decir, -le di un empujón, para apartarlo de mí, bruscamente- estudiar. Los exámenes están a la vuelta de la esquina, y no he empezado. Y lo necesito. Pero si quieres estar conmigo, a lo mejor, me puedes ayudar, pero solo ayudar a estudiar. Lo digo enserio.
Tras mi discurso, le miré a la cara, y me devolvió la mirada. Luego hizo una cómica mueca de arrepentimiento, y me contestó:
-Sí, mamá, haré lo que tú digas; como un niño bueno.
Esperé a que prosiguiera.
-¿Entonces, me vas a ayudar?
-Claro que sí. Pero no hoy. Tengo cosas que hacer.
Le sonreí.
-De acuerdo. Mañana. ¿Sobre las doce?
-Claro, a las doce.
Nos quedamos en silencio, mirándonos mutuamente. Evaluándonos.
Levantó la comisura de sus labios, mostrando su sonrisa pícara. Me estaba acostumbrando a ella.
-Soñaré contigo…
Y antes de que pudiese contestar, se giró hacia la ventana, se asomó, me lanzó un guiño, y… ¡Se tiró por la ventana!
Fui corriendo hasta la ventana, y miré al suelo, ahí, donde supuestamente tenía que haber caído.
Pero no había nadie.
Más allá donde estaba el bosque oí un estruendo de menos de un segundo, y luego, una luz azul.
Will…
-Soñaré contigo…- susurré.
CAPÍTULO 4:
Bueno, nadie ha dicho que sigáis este libro. Y lo sé, lo sé, es muy empalagoso, pero es así. Me habéis pillado en mi momento más… dulce y desvelador; por así decirlo.
Pero estoy segura, que en cualquier momento, todo se volverá del revés.
Tiene que pasar. ¿No os creíais que iba a contaros mi vida pero omitiendo toda clase de muerte y destrucción, verdad? Con el amor, siempre hay acción. Eso es lo que digo yo. Es mi frase.
Y puesto que con el amor, siempre hay acción, y que lo primero ya ha pasado, falta la acción. Cosa que tengo al menos una vez por semana. Y ya debería de tocar…
-Buenos días, mamá.
Me acerqué a ella como unA zombie. Había dormido fatal, preocupándome por lo que pasaría, en el futuro.
Le di un beso en la mejilla.
-Buenos días. ¿Has dormido bien?
Me froté los ojos y le contesté.
-Bueno, bastante bien. ¿Qué hay para desayunar?
Bostecé. Sé que era tonto preguntárselo, pero fue una reacción. Salió de mi boca antes de pensarlo.
Se rió.
-Bueno tú lo sabrás mejor.
Gruñí. Mi madre estaba de bueno humor. Y eso era raro, muy raro.
Eso me hizo despejarme la mente.
Fui al armario y me cogí los cereales. Me los preparé, y volví a la mesa.
-Y bueno, este humor es nuevo. ¿Qué pasa?
Me miró a los ojos; desafiándome.
-Ahora te lo enseño.
Se levantó y salió corriendo de la cocina.
Momentos después ya estaba de vuelta, y sujetaba una hoja entre las manos. Más bien, un folleto.
Me asusté, dentro de poco iban a ser las vacaciones de verano, lo que significaba: campamento.
Y estaba segura de ello.
-No, no, me niego.
-Pero si este te encantará, te lo aseguro. Es para chicos de 15 a 19 años, en la playa, en bungalows, todas las noches hay algo especial para los que no quieren salir a la ciudad por su cuenta, discoteca, juegos de cartas, y todas esas cosas que os van a los adolescentes de ahora.
Lo reconsideré. Parecía estar bien. Pero, no me había dicho todo. Lo sabía.
-Dímelo todo.
-Vale. Es en Francia, en Niza, para recuperar tus clases de francés. Y antes de que digas nada, ya sé que no te gusta, que lo odias, pero reconsidéralo. Conocerá a mucha gente, de todos los países, y seguro que habrá algunos que son peores que tú. Y, por favor, no lo decidas aún, mírate el folleto, y piénsatelo bien. Te lo dejaré aquí, en la mesita del café.