CONTINUACIÓN DEL CAP.3-Nos veremos pronto angelito.-
Dijo mientras dió media vuelta y lo veía irse, haciéndose pequeño a medida que abanzaba por el pasillo, hasta que se perdió en la oscuridad. Mientras se oía un fuerte aleteo.
Sonó el timbre que señalaba el final de las clases, me sobresalté al oírlo. Caminé hacía el autobús que nos esperaba a la entrada pero... noté unos ojos observándome. Me giré y ahí estaba Max, sonriéndome dentro de su coche de un color negro brillante, posiblemente un deportivo pero no era nada del otro mundo. Bajó las ventanillas mientras que me hacía señales con su mano para acercarme él.
Una mano se apolló en mi hombro en ese momento.
-¡Les que te ibas sin tu mochila! - Me gritó Noa enojada. -Menos mal que estoy yo aquí que si no....-
Le sonreí como pude, rápidamente cogí mi mochila de las manos de Noa agradeciéndoselo millones de veces.
-¡Mañana nos vemos Noa!-
-¿Pero a donde vas?- Su voz se perdía a medida que corría hacía el coche de Max. Abrí la puerta torpemente y me metí dentro con él. Noa me miraba sorprendida, con la boca abierta.
Hizo un gesto con la mano, poniéndosela en la oreja como a modo de teléfono. Asentí riéndome. Miré a Max y también estaba sonriéndo.
-¿A donde te llevo señorita?- Dijo mientras adoptaba una pose de mayordomo. Me sonrojé.
-A mi casa por favor.-
-Muy bien- dijo poniéndo el coche en marcha.
La música sonó en ese momento, Nirvana. Me puse a tararear la canción, adoraba a Nirvana. Este no dejaba de sonreír, satisfecho. No podía dejar de mirarle, era más guapo por momentos... una belleza que no era de este mundo. En ese momento reparé en una cosa que había dicho antes, "Tu padre tenía razón... eres todo un ángel". ¿Mi padre? ¿Conocía a mi padre? Imposible.
Mi padre murió años antes de que yo naciera según me había contado mi madre, por motivos que desconozco. Max tan solo era un año mayor que yo. Mi rostro se endureció. Max me miró y me agarró suavemente de mi mano. El contacto fué como un destello de energía en mí.
-¿En que piensas?-
Le miré, observando cada parte de su perfecto rostro. Sus ojos grisaceos apenas parpadeaban.
-¿Conocías a mi padre?-
Pareció sonreír, sus ojos brillaban por los recuerdos que le inundaron en ese momento. Asintió y me volvió a mirar, con afecto.
-Se parecía tanto a tí... esos ojos azules, tan claros como el cielo.-
-Max, mi padre... está muerto.-
Endureció el rostro, pero pareció relajarse cuando le acaricié su mano, por simple instinto.
-Lo sé.-
-¿Cómo es posible que lo conocieras? - Le espeté.- Murió antes de que tu y yo naciéramos...-
Negó con la cabeza. Sonriéndo.
-Una historia muy larga - musitó - Algún día te la contaré.-
Puse los ojos en blanco y miré por la ventana. Reparándo que estaba empezándo a llover, de nuevo. Escuché una risa perfecta, casi como un canto angelical. Paró el coche a unos metros de mi casa, apagó el equipo de música y me miró.
-Ya estamos aquí.-
-¿Cómo sabías que vivía aquí?- dije ya molesta, parecía saberlo todo. Saltó en una carcajada, divertido.
-Ya te he dicho, una historia muy larga-
Sonreímos los dos. Unos cabellos de mi oscuro pelo se calleron a modo de cascada por mi rostro, noté las suaves manos de Max cogiéndome el rostro, con demasiaso cuidado. Me apartó el pelo, colocándomelo detrás de la oreja, como había echo antes y se acercó a mí. Me llegó un olor a hierbabuena... todo él olía a hierbabuena. Podía ver sus ojos brillando de emoción, ansiosos por hacer algo. Cada vez se acercaba más, despacio. Me puse nerviosa, respirando entre cortadamente, esperando ese maldito beso, pero cuando estaban sus labios rozándo los míos, se separó. No estaba por la lavor y lo agarré de su pelo, undiéndo mis dedos en el. Lo acerqué a mí.
-No me vuelvas a hacer eso... -musité- Por favor...-
La comisura de su labio subió, mostrando una sonrisa picarona.
-No debemos...- Intentó decir, pero lo interrumpí colocándole el dedo índice en sus labios.
Lo besé. Sus labios y los míos bailaban al mismo ritmo, compenetrándose ala perfección. Su aliento fresco se extendía por todo mi cuerpo sintiéndome increíblemente... feliz. Su mano me acariciaba mi rostro, suavemente, separándonos poco a poco. Estaba acalorada, él parecía intacto pero sus ojos le delataban. Sentía la misma felicidad explosiva que yo.
-No debimos de hacer esto Les... no tan pronto.-
Negué con la cabeza.
-Lo deseabas, incluso mucho más que yo, lo ansiabas.-
Max suspiró.
-De angelito no eres nada- dijo riéndose, mostrándome su perfecta dentadura, una sonrisa... demasiado perfecta. -Eres un diablillo en potencía.-
Sonreí y le dí un beso corto, quería volver a tocarle, quería sentirlo a mi lado...
Abrí la puerta del coche a duras penas y me despedí con la mano, Max me sonrió y se fué, alejándose con su coche. Abrí la puerta de casa, sin dejar de sonreír.
-¡Hola!- grité cantando.
Mi madre asomó la cabeza por la puerta, asombrada.
-¿Has tenido un buen día Les?-
Pasé por su lado besándole la cabeza.
-No lo sabes bien- dije mostrándole la sonrisa más grande del mundo.
Subí las escaleras hasta mi habitación, tirándo la mochila al suelo y tumbándome en mi cama, quería soñar. Soñar con Max, quería más y más.... Pero algo malo me reconcomía por dentro.
Quería saberlo todo, todo lo que me oculta, de que conocía a mi padre... y por qué no debíamos besarnos. Sobre todo lo último. Cerré los ojos con fuerza, esperándo a que el sueño me llamará, como había echo siempre.
Ya hubo primer besooooo, contentas? ahahahahahaha AI mi Angela ^^ espero que te guste este capítulo, ya que te lo dedico
(L)