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 El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último)

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Alais
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MensajeTema: Re: El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último)   El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último) - Página 4 Icon_minitimeDom Jul 11, 2010 1:28 pm

Como que que paso??
De ig y presi voy a alargar el 3 y sera el ultimo T.T
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MensajeTema: Re: El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último)   El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último) - Página 4 Icon_minitimeDom Jul 11, 2010 1:30 pm

Juas? xD
Siiii???

Pero no va a pasar nada con ellos?
Su idilio de amor será de una noche?
Que depreee T.T
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Alais
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MensajeTema: Re: El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último)   El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último) - Página 4 Icon_minitimeDom Jul 11, 2010 7:07 pm

Noooo
Van a ser solo 3 capis, porque el final es un happy ever after...
Quien te dice a ti que sera solo de una noche? Cada vez que Mag y Alec no dejen dormir a Presi este se ira con Iglesia... El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último) - Página 4 Icon_rolleyes
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MensajeTema: Re: El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último)   El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último) - Página 4 Icon_minitimeDom Jul 11, 2010 10:11 pm

Pero ... pero... pero... hasta que no lo vea... no te pienso dar el visto bueno xD
Jum!
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Alais
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MensajeTema: Re: El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último)   El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último) - Página 4 Icon_minitimeMiér Jul 14, 2010 10:25 am

Y aqui llega el capitulo 5...
Se que he tardado, y que probablemete este es el que peor este por culpa del +18, pero hice lo que pude XD

Capitulo 5: Paris
(Este capitulo lo cuenta Magnus en primera persona)
(+18)



Paris. Ojalá hubiera alguna manera de evitar que no me obsesionara tanto esta ciudad.

Estaba tumbado en la cama de un precioso y carísimo hotel, de la cadena hotelera más lujosa de la ciudad…

“A quien voy a engañar −pensé− no me importa lo cómodo que sea el colchón en el que estoy, lo bonito que sea el hotel o cuanto cueste una noche aquí. Lo único que me importa es el hombre que está a mi lado”

Alec está todavía más guapo cuando duerme.

Habíamos llegado la noche anterior a última hora, o ha primera hora de esta madrugada, según por donde se mire.

Anoche no pasó nada. Nada. Lo cual es una pena, porque me apetecía estrenar la cama del hotel, y se que siendo yo como soy y que a Alec le habría parecido una gran idea (si, si, es increíble como he pervertido a ese vergonzoso nefilim en tan poco tiempo)… le habría parecido una gran idea, si, pero teniendo en cuenta que únicamente me dio tiempo a deshacer las maletas y a hacer un pequeño trato con él antes de que se quedara dormido…

¡Pero mira que es mono cuando duerme!

La noche anterior habíamos echo un trato: si el dormía sin camiseta yo me ponía unos calzoncillos para dormir. Ahora me doy cuenta de que podía haber regateado un poco más, pero ya da igual.

Estaba dormido como un tronco, abrazado a mí y con una tranquila sonrisa en su sereno rostro. Acaricié su pelo, tenía la cabeza apoyada en mi pecho, a la altura del hombro, y parecía tan tranquilo, tan inocente…

Tuve una idea.

Alec no tenía porque enterarse, de hecho espero que no se entere.

Chasqueé los dedos y mi móvil se materializó en mi mano. Lo puse en silencio. Lo último que quería era despertarlo.

Me arrimé a Alec, levante el brazo con el móvil en alto, esbocé una sonrisa y saqué la foto.

Había que ver lo bien que había salido la foto. A la izquierda, con el brazo derecho que sostenía la cámara fuera de la foto y con una traviesa sonrisa en los labios estaba mi maravillosa persona. Y apoyando la cabeza en mi hombro, con los brazos rodeando mi cintura, abrazado a mí, y en la derecha de la foto se encontraba Alec, durmiendo tranquilo, con el torso al desnudo y una expresión serena y llena de paz, ajeno a la foto que acababa de hacer y que pensaba enviar.



Le envié la foto a Izzy. Y me quedé mirando dormir a Alec.

Un par de minutos después se encendió mi móvil. Era un mensaje de Isabelle:

Ohhhh que mono está mientras duerme. Voy a enseñársela a Clary.

Y yo le conteste por si acaso:

Vale, pero por favor, ni se te ocurra enseñársela a Jace.

Aproximadamente treinta segundos después de darle al botón de enviar me llegó otro mensaje:

Llegas tarde. Fue Jace quien oyó sonar mi móvil y el primero en ver la foto.

Decir que me cagué en todo sería quedarse corto.

¡¡Dile a Jace que si le dice algo a Alec lo mando de vacaciones al infierno!!

No tuve que esperar mucho para recibir una contestación:

Jace dice que se muere por ir, que espera conocer diablesas. No te preocupes, Clary se encargará de él. Besos.

Segundos después de mandarle un último mensaje a Isabelle dándole ideas a Clary de lo que podía hacerle a Jace noté como Alec empezaba a despertarse.

Rápidamente chasqueé los dedos haciendo desaparecer mi móvil y puse la expresión más inocente que pude.

−Buenos días marmota, has dormido como un lirón −dije dándole un beso. Alec me devolvió el beso todavía medio dormido.

−¿Qué hora es? −me preguntó, parpadeando varias veces para despertarse.

−¿Qué más te da que hora sea? Estas de vacaciones. −dije dándole otro largo beso.

Alec se levantó y paseó por la habitación. Después se volvió y me dijo:

−Lo digo porque a las doce vendrán a hacer la habitación.

Suspiré mirando el reloj, eran los once y pico, puede que once y medía, y como no entraba en mis planes que nos interrumpieran durante el próximo par de horas chasqueé los dedos haciendo aparecer un cerrojo en la puerta de la habitación y un cartel por la parte de fuera, en el pasillo, que decía que no molestaran.

Alec sonrió, sabía tan bien como yo como iba a acabar aquello.

Lo miré de arriba abajo. Llevaba el pelo negro deshecho, pero a él, a diferencia de al resto de los mortales, le quedaba bien. Sus ojos azules brillaban felices. Su pecho lleno de runas que ya me conocía de memoria trazadas sobre sus músculos y brazos…Y aquel pantalón. Lo único que sobraba en aquella divina estampa era ese maldito pantalón.

No me pude resistir más y chasqueé los dedos. Su odioso pantalón desapareció y Alec se quedó con unos bóxers negros. Apenas se inmutó, se había acostumbrado demasiado a esos arranques míos, y aunque ya no era tan vergonzoso seguía poniéndose rojo con increíble facilidad.

Me planteé seriamente el hacerlos desaparecer también, pero finalmente decidí que prefería quitárselos yo mismo.

−¿Sabes que día es hoy? −le pregunté mientras me sentaba en la cama, con las piernas cruzadas, disfrutando de la buena vista que tenia desde allí del nefilim.

−Mmm, mentiría si te dijera que lo he olvidado, porque eso sería imposible, −suspiró Alec− así es que supongo que tengo que decirte algo así como felicidades.

−Eso me da un poco igual −le contesté. Empezaba a tener serios problemas para poder dejar de mirarlo−.Ahora la pregunta es: ¿Cuál es mi regalo?

Por toda respuesta Alec se acercó hasta mí y me besó.

Sus besos siempre eran igual: acojonantes, excitantes, apasionados, llenos de fuego…y capaces de despertar al pervertido de mi interior que ya hacía rato que se moría por salir.

Desenredó su lengua de la mía no sin esfuerzo y me dijo:

−¿Qué cual es tu regalo brujo? Lo tienes delante, besándote y poniéndote más caliente por momentos −maldita sea, ¡cuanta razón tenía!− Siento no haber podido envolver mejor tu regalo −me dijo sonriendo maliciosamente con una sonrisa muy parecida a las mías y volviéndome a besar, enredando su lengua con la mía con urgencia− pero algo me dice que el papel de regalo no habría durado demasiado.

No lo soporté más. Hacía rato que algo en mi entrepierna estaba más presente de lo normal, pero con el último beso acabó de despertarse. Alec no estaba en mejores condiciones, sus boxers negros no eran capaces de ocultar a su amigo.

Sin poder resistirme más agarré la goma de sus calzoncillos a falta de otra cosa y tiré de él hacia mí. Nos precipitamos los dos a la cama y por poco me abro la cabeza con el cabezal.

No recuerdo cuantos gloriosos minutos transcurrieron así, mientras nos besábamos y acariciábamos sin cesar, y aunque parecía imposible, tanto la erección de Alec como la mía siguieron creciendo. Sus caderas estaban contra las mías pegadas a más no poder y el incesable y constante vaivén en el que estaban sumidas no hacía más que arrancarnos gemidos a los dos.

Pero allí sobraba algo: y más concretamente sobraban dos “algo”. No tardé demasiado en darme cuenta de que era lo que estaba de más allí, y en cuanto tuve una pequeña tregua chasqueé los dedos.

Mis calzoncillos desaparecieron al instante, pero Alec tardó todavía tardó unos segundos más en darse cuenta.

−¡Magnus! −me chilló, pero yo sabía perfectamente que no estaba enfurecido ni sorprendido.

−Oh, es verdad −le dije sonriendo perverso−, olvidaba los tuyos.

Gire fuertemente hacía el lado derecho de la cama, lo que hizo que Alec perdiera el equilibrio. Ahora era él el que estaba abajo, y yo, sin perder el tiempo me puse encima suya, notándolo todo, lo cual hacía todo excepto ayudar a calmar la situación. ¿Pero que persona en su sano juicio querría parar ahora? Sabía que en aquello siempre había un punto a partir del cual, una vez habías pasado ya no podías parar. Era lo que coloquialmente se llamaría estar jodidamente cachondo.

Ahora, tumbado como estaba encima de Alec, con su erección ejerciendo una fuerte y excitante presión en mí estomago trepé hasta su boca y le metí mi lengua hasta el estomago. No tuve más remedió que detenerme al cabo de un rato, cuando consideré que Alec no duraría mucho más sin respirar; pero mientras el jadeante nefilim se recuperaba bajé hasta su cuello y comencé a besarlo por todas partes.

−¿Te importaría si te hago un enorme chupetón? −le pregunté volviendo a subir hasta su tentadora boca.

−La última vez que me hiciste uno lo vió todo Nueva York, incluidos Jace y mis padres −me contestó él recordándome la marca que le había hecho hacía unos meses.

−En ese caso… −le dije besándolo con mi sonrisa más maliciosa− ahora tendré que asegurarme de hacértelo donde sepa que nadie va a encontrarlo por casualidad…

Bajé besando su cuello, sus hombros, su pecho…susurrando después de cada beso la palabra “aquí” diciéndole así donde podría hacerle el chupetón.

Cuando llegué a su estomago y comencé a bajar, dejando atrás su ombligo oí un gemido procedente de la garganta de Alec. Bajé hasta donde empezaba la goma de sus boxers, los cuales ya iba siendo hora de que le quitara. Se los saqué los más despacio que pude, divertido por la expresión de ahogado deseo y exasperación de su rostro.

Al fin, aquel coloso quedó libre de su oprimente y negra armadura. Estaba enorme. Exactamente igual que la mía. Finalmente me decidí a hacerle ese maldito chupetón de una vez.

El fuerte y largo gemido resonó en toda la habitación. Ahora el nefilim lucía un enorme y morado chupetón algo más debajo de donde se encontraba la goma de sus boxers. Divertido por el gemido que le había arrancado a Alec fui subiendo hasta su rostro besando todo su cuerpo por el camino. Al llegar a su oído lamí el lóbulo de su oreja.

−Algo me dice que este ya no va a verlo Jace −ronroneé en su oreja.

Alec gimió y me empujó a su derecha para segundos después colocarse encima de mí.

Yo estaba recuperándome del susto que me había llevado, porque ahora estaba peligrosamente cerca del borde de la cama y había faltado poco para que me abriera la cabeza por segunda vez en lo que llevábamos de mañana con una mesilla que estaba al lado de la cama.

Ese nefilim que algún día sería mi perdición me besó de una manera que debería estar prohibida. Pero el gemido que me arrancó no fue nada comparado con el que segundos después salió de mi garganta cuando sentí sus manos subiendo y bajando lentamente sobre mi…

−¡Por Lilith! −chillé tan fuerte como pude. ¡Como si me faltaran motivos! Además sus manos se movían tan lentas, y yo no podía soportarlo, necesitaba que fuera más deprisa o nunca iba a llegar…− ¡Alexander!

−¿Algún problema? −me preguntó como si no pasara nada. Lo estaba haciendo a propósito. Adoraba verme sufrir de esta manera.

−Joder… ¡ve más rápido!

−¿Cuál es la palabra mágica brujo? −me dijo sonriente, volviendo a besarme y moviendo su mano de una manera exasperantemente lenta sobre mi palpitante erección.

−¡AHORA! −le chillé.

Sin dejar de sonreír la cara de Alec desapareció entre mis piernas, sus manos se detuvieron y entonces…

−¡Aaaaaaaaaah! −chillé al notar como la boca de Alec entraba y salía, chupaba y succionaba mi enorme erección.

“¡¡POR LILITH!!” pensé a duras penas. “Como pares te mato” deseé decirle, pero lo único que salió de mi boca fue un entrecortado jadeo mientras mi espalda se arqueó cuando Alec intensificó el ritmo de su boca y su lengua comenzó a jugar con mi punta…

Estaba tan cerca, tan cerca…solo debían de faltar unos segundos y…

RINGGGG RINGGGG RINGGGG

Putoputoputoputoputoputo hotel…

La cabeza de Alec asomó entre mis piernas para segundos después volver a desaparecer, ignorando el teléfono, igual que yo.

RINGGGG RINGGGG RINGGGG

El puto teléfono seguía sonando, y la boca de Alec seguía succionando, llevándome hasta limites insospechados y demostrándome lo cerca que era capaz de llevarme del orgasmo en un tiempo record. Yo sentía que hacía rato que estaba caminando sobre la línea, que estaba apunto de correrme, pero el puto teléfono no me dejaba.

No se porque lo hice, supongo que cuando uno está apunto de correrse no piensa con claridad, que demonios, ¡cuando uno está apunto de correrse no piensa! Bueno, la cuestión es que contesté a la dichosa llamada.

−¡QUE! −chillé enfurecido

−¿Señor Bane? −preguntó la voz al otro lado del teléfono, estaba tan cerca que apenas distinguía si el que me hablaba era un hombre o una mujer.

Ahogué un gemido mordiéndome con fuerza el labio cuando noté que a los movimientos de boca de Alec sobre mi miembro se añadieron también el de sus manos.

¿Se podía saber que pretendía? ¿Pensaba hacer que me corriera hablando por teléfono con la recepción de ese puto hotel?

El terror me invadió y se fundió con el placer que me invadía. Claro que sería capaz… ese maldito nefilim sería capaz. Después de todo no debía extrañarme siendo yo el que lo había pervertido y el que le había abierto las puertas del sexo.

−¿Señor Bane? −la dichosa voz volvió a sonar ¿me estaba hablando un hombre o una mujer?

−¿QUE COÑO QUIERE? −le chillé. No se puede ser educado y estar apunto de correrte porque tu novio no para de…

−Lo siento −“Ohhhh, si que lo vas a sentir como no cuelgues”− ¿Le he despertado? Solo quería preguntarle si abandonarán la habitación antes de las doce…

No oí más porque agarré un cojín de la cama que mordí con fuerzas para no gritar como nunca antes había gritado…Alec seguía con su maravilloso trabajo, su boca entraba y salía y su lengua…¡Por Lilith!...su lengua no paraba quieta…sus manos subían y bajaban, no muy rápidas pero si lo suficiente para ponerme peor, si eso era posible.

Ahogué un sonoro gemido, arqueé mi espalda cuando sentí que Alec mordía levemente mi punta…

−¿Señor Bane? −Mierda, ese tío seguía ahí, y yo iba a correrme, ya no podía más…

Como si Alec pudiera percibir lo cerca que estaba aumento el ritmo…arrancándome entrecortados jadeos…

Y segundos después todo se volvió blanco…Una turbadora y conocida sensación de paz me invadió, mezclada con aquel delicioso placer…

Mi respiración fue normalizándose, y mi cuerpo se relajó…

Creo que Alec fue quien colgó el teléfono, porque no volví a oír más aquella voz mientras Alec subía de entre mis abiertas piernas, llenándome de besos y caricias...

Lo último que recuerdo antes de que me quedara dormido, ebrio de placer fue que sentí sus sonrientes, hermosos, calmados, nerviosos y fogosos ojos azules clavados en los míos, y una bella sonrisa en sus labios, de los cuales salieron las últimas palabras que me dijo antes de que me quedara dormido.

−Feliz cumpleaños −susurró suavemente en mi oído.





No recuerdo cuanto tiempo estuve dormido, porque en lo último que pensé antes dormirme fue en mirar el reloj.

Me levanté y me desperecé de una manera que debió de parecerle muy graciosa a la figura que me contemplaba desde el alfeizar de la venta.

−Te pareces mucho a Presidente Miau cuando te desperezas ¿lo sabías?

Alec estaba sentado en el ancho borde de la venta, con las piernas estiradas hasta tocar el otro lado y la cabeza repostada en la pared.

Era una imagen preciosa, deseé hacerle otra foto. Los rayos del sol daban sobre su cara y su pelo negro, arrancándole bellos destellos. Iba vestido. Llevaba unos vaqueros de un color gris casi negro, o negro casi gris, y una camisa blanca desabrochada, enseñando sus bonitos músculos a todo Paris.

Me levanté. Seguía desnudo. Completamente desnudo. No es algo que me importara mucho, es más, que Alec se recreara y disfrutara cuanto quisiera pero es que… ¡la ventana estaba abierta! Chasqueé los dedos y instantes después llevaba mis vaqueros de un azul grisáceo clarísimo, casi blanco y mi adorado cinturón con todo el arco iris y una letra “M” llena de purpurina plateada. En una maleta abierta encontré lo que me pareció una camiseta negra así que me la puse. La camiseta resultó ser de Alec pero me quedaba de maravilla, como todo.

Me acerqué hasta él y le di un ligero beso en los labios.

−¿Qué hora es? −pregunté curioso por saber cuanto había dormido.

−¿Qué más te da que hora sea? −me contestó sonriente− Estas de vacaciones.

−Mmmm…¿y que has hecho mientras dormía? −dije invadido por la curiosidad.

−Mirarte durante un buen rato −dijo él como si fuera lo más normal del mundo−, después llamé a casa para decirles que todo andaba bien, y ahora estoy aquí viendo el paisaje. Esto es precioso. Podríamos salir a pasear. Son los Campos Elíseos ¿no?

Seguí la mirada de Alec a través de la ventana. Por increíble que pudiera parecer no me había dado cuenta hasta ese momento en que zona estaba nuestro hotel, y a donde daba nuestra habitación.



Sentí que un frío terror que no experimentaba desde hacía cuatro años me invadía. No podía ser…

Tuve miedo, mucho miedo, temor… Temor al no querer recordarlo, quería alejar las imágenes que acudían a mi mente… temor a recordar lo que sucedió allí… temor a que las imágenes de lo que había perdido allí me torturarán la mente…

−¡Magnus! −la voz de Alec me sacó de aquella pesadilla que era real− ¡Te has puesto blanco! Estas pálido…¿Te encuentras bien? ¿Ocurre algo? −estaba preocupado por mí.



No podía decírselo. No ahora. No con la muerte de Max tan reciente en su mente. No quería causarle más dolor. No tenía derecho a contárselo sabiendo que lo único que haría sería hacerlo sufrir. Yo lo quería. No quería hacerlo sufrir.

Por eso había querido llevarlo a Paris. Le encantaría Paris. A todo el mundo le gustaba la ciudad de las luces… Había pensado en no visitar aquella zona, en no acercarme a los Campos Elíseos…En evitarlos, igual que evitaba mis dolorosos recuerdos.

Pero los recuerdos habían vuelto a mí. Volvió la opresión, el agujero, el vacío en el pecho que tuve durante semanas, durante meses, después de aquella batalla en la que lo había perdido todo…

La había perdido a ella, lo había perdido a él, los había perdido a los dos…“a los tres…” pensé lleno de tristeza. Y durante mucho tiempo me había perdido también a mí mismo.



−No ocurre nada −dijo el asqueroso mentiroso que se apoderó de mí voz−. Es solo que guardo malos recuerdos de este lugar −ahora mi yo normal empujó al Magnus mentiroso a algún rincón de mí mente. No iba a mentir a mi Alec, solo le contaría lo estrictamente necesario−. Muy malos recuerdos −terminé finalmente apartando la vista de la ventana. Los ojos me ardían.

Antes de que pudiera hacer nada, ni siquiera parpadear para aliviar el escozor en mis ojos sentí como Alec se levantaba y me envolvía en un calido abrazo. Enterré mi cabeza en su cuello y cerré los ojos.

−No pasa nada −me consoló Alec−. Puedes llorar si te apetece.

Levanté mi cabeza y lo miré a los ojos. Sus bonitos ojos azules rebosaban de amor.

−Gracias −le dije, sintiendo que con una sola palabra no era capaz de transmitirle lo que significaba aquello para mí−, pero hace tiempo que mis lágrimas se secaron y por muchas ganas que tenga ya no soy capaz de llorar −terminé confesándole.

−Eso no es cierto −me dijo él−. Así como el amor y el odio son infinitos, la alegría y la tristeza tampoco desaparecen nunca del todo, es solo que nos acostumbramos a convivir con ellas.

Noté que estaba pensando en su hermano Max cuando dijo aquello. Me resultaron tan simples sus palabras…tan sencillas…tan ciertas…

Lo besé, enterrando mis labios en los suyos. Lo besé lenta y dulcemente, haciéndolo olvidar, queriendo yo también olvidar. Alec me devolvió un beso lleno también rebosante de dulzura. Nos besamos sin prisa pero sin pausa, disfrutando del otro y queriendo olvidar.

Cuando nos separamos noté algo húmedo en mi mejilla: era una lágrima. No pude saber si esa lágrima era mía o de Alec. La limpié suavemente de mi mejilla y miré a Alec, sus ojos brillaban, igual que los míos debido a los recuerdos. Rodeé su cintura con mis brazos y lo miré forzándome a esbozar una sonrisa.

−Ya vale ¿no? −dije, no se muy bien si para mí mismo o para él− Estamos de vacaciones y a partir de ahora queda prohibido el no sonreír.
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MensajeTema: Re: El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último)   El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último) - Página 4 Icon_minitimeMiér Jul 14, 2010 12:36 pm

Ahhh!!! ES preciosooo!! Pero joder, que curiosidad me dan esos supuestos recuerdos de Magnus
Yo quiero saberlo!! AAAAAA
Nos has dejado en ascuas!!!

Me encantaa Very Happy:D:D
Aish que buena escritora tenemos Very Happy
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MensajeTema: Re: El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último)   El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último) - Página 4 Icon_minitimeMiér Jul 14, 2010 12:41 pm

El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último) - Página 4 Icon_lol <---quiero aprender a hacer lo que hace este con la boca...xDDD

Me encanta Alaisss!! Ya lo sabes Razz
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MensajeTema: Re: El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último)   El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último) - Página 4 Icon_minitimeJue Jul 15, 2010 12:49 am

lindo lindo lindo!!
te qedo super bien!
como me gustaria ver la foto q tomo magnus xD
y el regalo d alec babas! babas! babas! babas! babas! babas!
q onda con los recuerdos d magnus? ya qiero saber q pasa!
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Ain Lightwood
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Ain Lightwood



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MensajeTema: Re: El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último)   El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último) - Página 4 Icon_minitimeJue Jul 15, 2010 8:23 pm

Me encanto!!!!! Yo tambien quiero q Alec me regale eso XD.
Quiero saber q paso en PAris asiq sube mas.
Pues eso q quiero mas.
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Kristen
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MensajeTema: Re: El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último)   El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último) - Página 4 Icon_minitimeVie Jul 16, 2010 3:10 pm

¿Cuales serán los recuerdos de Magnus?
Me encanta, pero me has dejado con la curiosidad.
Vaya con el regalo. El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último) - Página 4 Icon_biggrin
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W-MARCH-088
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MensajeTema: Re: El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último)   El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último) - Página 4 Icon_minitimeMar Jul 20, 2010 11:53 pm

WOW TE QUEDO SUPER EL CAPI
YO TAMBIEN QUIERO REGALO babas! babas!

SUBE MAS PRONTO

CUALES SON LOS RECUERDOS QUE ATORMENTAN A MAGNUS? Crying or Very sad Crying or Very sad
ESTOY EN ASCUAS
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Alais
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MensajeTema: Re: El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último)   El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último) - Página 4 Icon_minitimeMiér Ago 18, 2010 5:08 pm

Después de metidarlo y volverlo a meditar y volver a pensar en ello...
El seis será el último capitulo, prefiero dejar la historia bien que no enredarla más y como después de todo el final no va a cambiar...
No va a haber capitulo siete, ya lo he borrado del Word, el capitulo seis está terminado, pero lo termine suponiendo que le seguiria el siete, asi que solo me queda variar un par de cosas, por eso, espero poder subir pronto, y si, con pronto me refiero a antes de que empieze septiembre...

Cuando sepa algún dia para colgarlo o lo cuelge ya lo leereis, pero por ahora os dejó un adelanto, y no pequeño, la verdad


Spoiler:
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Ain Lightwood
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MensajeTema: Re: El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último)   El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último) - Página 4 Icon_minitimeSáb Ago 21, 2010 7:22 pm

Me has dejado con la intriga!!! Quiero cap!!!!
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MensajeTema: Re: El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último)   El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último) - Página 4 Icon_minitimeLun Ago 23, 2010 10:38 pm

Jooo, no se porque a mi se me ha venido la cabeza que es la hija de Magnus.. pero los brujos no pueden tener hijos, verdad?
De todas formas... espero el capi!! Very Happy Very Happy Very Happy Very Happy
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Alais
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MensajeTema: Re: El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último)   El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último) - Página 4 Icon_minitimeLun Ago 30, 2010 12:40 pm

Dije que lo subiria antes de septiempre y después de estar peleando una hora con mi router y tener varias veces el impulso de tirarlo por la ventana he conseguido recuperar la conexión a internet, asi que aquí va el último capitulo...

Capitulo 6: Hayley
(Este capítulo vuelve a contarlo Alec en tercera persona)






Acabábamos de llegar. Hacía apenas unos instantes que habíamos llegado al loft de Magnus y sobre una hora u hora y media que estábamos en el país. Nada más bajar del avión aprovechó cuando Magnus fue a por las maletas para llamar a Jace. Le pidió que les dijera a todos que acababan de llegar y que pasarían mañana por la mañana a saludarlos a todos, y que por favor, que se asegurara de que Isabelle no colgaba globos por todo el Instituto y hacia una pancarta o algo así para darles la bienvenida. Lo dijo porque sabía que su hermana era capaz de hacer algo así, y que Magnus la apoyaría.

Decir que no tenía palabras para describir aquellas vacaciones era quedarse corto. Se lo habían pasado genial. Magnus le había hecho patearse toda Europa. Sinceramente, no sabía donde pasaban más tiempo, si en catedrales y museos, de compras o en la cama. Aunque de las tres opciones él tenía una clara favorita.

Lo de Paris ya lo había olvidado. Alec se sintió fatal cuando percibió lo triste que se puso Magnus al darse cuenta de que su habitación daba a los Campos Elíseos. Sabía que allí había ocurrido algo muy gordo que lo había afectado mucho. ¿La perdida de un familiar? ¿De un amor o un amigo? No había querido decírselo, no por que no quisiera, entendió enseguida, sino porque le resultaba doloroso hablar del tema. Así que el nefilim lo había obligado a olvidarse de ello.

−Hogar, dulce hogar… −oyó decir a Magnus una vez hubo cerrado la puerta del loft− No sabes cuanto he echado de menos este desorden.

Porque para que engañarse, pensó Alec, el loft del brujo seguía siendo un ordenado desorden, un ordenado pero caótico caos.

−Todo lo bueno acaba por terminar −le respondió Alec que se fue derecho a sentarse en el sofá.

−Si…−le contestó pensativo Magnus− Y hablando de cosas malas, espero que mi vecina no nos haya visto llegar.

−¿Por qué? −le pregunto Alec mientras tiraba del brujo al asiento y después lo besó.

−Pues porque lo último que me apetece en estos momentos es tener que contarle todo lo que hemos hecho en vacaciones… espantaría a la pobre mujer −dijo terminando con una perversa sonrisa. Segundos después se tumbó en el sofá cuan largo era, obligando a levantarse a Alec.

−¡¿Quires dejarme algo de sitio?! −le dijo el nefilim enfadado.

−Claro cariño −le respondió un malicioso Magnus−, ¿prefieres arriba o abajo?

Alec se puso todo rojo a pesar de que en las últimas dos semanas había escuchado comentarios mucho peores que ese. Por suerte Magnus no replico más y le dejó un sitio para que se tumbara con él en el sofá. Alec se acomodó junto al mago, rodeando con un brazo su cintura, en parte para no caerse.

−Creía que habías dejado a Presidente Miau con tu vecina. ¿No te apetece volver a verlo? −le preguntó Alec mientras su mirada se perdía en la del brujo.

−Ni hablar, si ese gato ha aguantado dos semanas sin mí podrá sobrevivir un par de horas.

Segundos después de que dijera esto Magnus metió su lengua en la boca de Alec, el cual tardó en responder al arranque del mago, pero no se quejó y le devolvió el beso.

El nefilim sentía las magos del brujo danzar libremente por su cuerpo. Mientras sus lenguas disfrutaban de una reñida batalla, las manos de los dos jóvenes exploraban el cuerpo del otro.

Alec enredó sus dedos en el pelo del brujo, mientras que su otra mano no podía moverse de la cintura del brujo por miedo a caerse, pero no por eso dejaba de disfrutar del contacto de la piel del mago. Una de las manos de Magnus terminó firmemente agarrada al trasero del nefilim, mientras que la otra no dejo de explorar sus abdominales por debajo de su camiseta.

Magnus separó sus labios de los de Alec y le dijo:

−¿No te molesta esa camiseta?

Alec lo besó para hacerlo callar. No tenía ganas de que hablara, solo quería que lo besara…pero por otra parte el mago tenía razón…

−No te haces una idea de cuanto −le dijo besándole el cuello.

Magnus ronroneó en su oído y le agarró la camiseta sacándosela por encima de la cabeza y arrojándola a algún lugar de la habitación para segundos después volver a centrarse en el cazador de sombras.

Estuvieron un rato entre besos y caricias, disfrutando el uno del otro, hasta que sonó algo parecido a un débil rugido procedente del estomago de Alec.

−Si tienes hambre puedes comer algo −le dijo Magnus. Alec enrojeció como un tomate y el brujo segundos después lo comprendió y estalló en carcajadas− Vale… −dijo riéndose− por una vez no me refería a eso.

Apenas Alec consideró la posibilidad de levantarse para ir a la cocina a por algo para comer y dejar el lado del brujo cuando llamaron a la puerta.

−¿Se puede saber quien será? −preguntó Alec para sí.

−Mierda… −le contestó Magnus− ¿tu que crees? Mi vecina debe de habernos oído llegar…

−¿Quieres que abra yo y le diga que estas dormido o en la ducha? −le preguntó mientras se levantaba del sofá.

−Oh, ¡si por favor! Dile que estoy dormido…

−Vale −dijo el nefilim mientras se dirigía a la puerta.

−Alec… −comenzó Magnus− ¿piensas abrir así la puerta?

Alec comprendió, y enrojeció mientras se ponía a buscar su camiseta y se la volvía a poner.

Abandonó el salón dejando allí a Magnus y se dirigió a la puerta mientras trataba de alisarse el desordenado pelo.

Al llegar a la puerta miró por la mirilla. <> pensó. No veía a nadie. Aun así decidió abrir la puerta, y si la persona que esperaba encontrar al otra lado era la vecina de Magnus muy pronto salió de su error.

Abrió la puerta y ante él apareció una niña de unos cuatro años, cinco como mucho, vestía toda de negro. Su pelo, ondulado con algunos tirabuzones era de un castaño cobrizo y le llegaba un poco por debajo de los hombros. Pero lo que más le llamó la atención fueron los increíbles ojos verdes que tenía la niña, unos ojos verdes exactamente iguales a los del el brujo que seguía en el salón.



Alec se quedó paralizado mirando esos ojos verdes, sin saber que decir, la niña se le adelantó.

−Hola −dijo con una bonita voz infantil−, tu no eres Magnus Bane ¿verdad?

Alec tardó unos segundos en reaccionar, separando su mirada de aquellos ojos.

−No −le contestó todavía turbado−. Soy Alec Lightwood.

−Oh…−la expresión de la niña se entristeció− ¿Pero Magnus Bane vive aquí?

−Si… −comenzó el nefilim…

Pero en ese instante oyó la voz del brujo y se volvió hacia él.

−¿Alec? −preguntó la voz de Magnus− ¿Se puede saber quien es?

El cazador de sombras no supo que responderle, pero no tuvo que decir nada porque cuando la mirada de Magnus se dirigió hasta la puerta su semblante adquirió una increíble expresión de sorpresa, pasmo e incredulidad que nunca antes había visto a nadie.

−No-no puede ser… −tartamudeó el mago− Es imposible…no puede ser…Hayley…



Alec debía de tener en esos momentos una bonita cara de idiota, como diciendo “¿Qué está pasando aquí?” Pero seguro que esa expresión de “¿wfp?” no fue nada comparada con la que debió de adoptar su rostro cuando oyó que la niña decía:

−¡…Hola tío Magnus…!

Magnus atravesó los cuatro o cinco metros que lo separarían de la puerta a la velocidad de la luz.

−¡HAYLEY! −chilló el Gran Brujo de Brooklyn y segundos después tenía la cabeza hundida el pelo de la niña y la abrazaba con todas sus fuerzas− No puedo creerlo… Hayley, Hayley, Hayley… −no cesaba de repetir…



Alec estaba plantado al lado de la puerta, contemplando como Magnus abrazaba visiblemente emocionado a su sobrina ¿Su sobrina?

−¿Desde cuando tienes una sobrina? No me habías dicho que fueras tío…−le dijo Alec haciendo que Magnus volviera a la realidad y lo mirara a los ojos.

Magnus se levantó y cogió a la niña en brazos, al parecer sin querer separarse de ella. Las lágrimas caían por sus mejillas pero el brujo no se las enjuagó.

−Eso es porque no sabía que mi hermana seguía viva. −dijo como si eso lo aclarara todo.

Alec no sabía que responder, estaba como en shock. ¿Qué ocurría allí?






La niña, Hayley, pareció alterarse cuando Magnus mencionó a la madre de la pequeña.

−Tio Magnus, yo… −comenzó− he venido sin avisar a papá y mamá…

Magnus parpadeó, confuso.

−¿Y se puede saber porque has hecho eso? ¿Y como has venido hasta aquí tu sola? ¿Dónde están Kate y Seth? ¿Están bien?

La niña suspiró y se separó del brujo.

−Si, están bien, salieron a solucionar algún problema que había con algunos demonios y me dejaron con nuestra vecina, una señora que siempre me cuida cuando salen a cazar…, pero yo sabia que vosotros habíais vuelto porque oí que papá se lo contaba a mamá y que decían que teníamos que venir a verte ahora que sabíamos que estabas bien y que habías vuelvo de vacaciones, pero yo no podía esperarme así que dormí a la señora Helen con una receta de un somnífero que me enseñó mamá que seguro que le enseñaste tú, les dejé una nota a mis padres y me vine hacia aquí.

La pequeña tomó aliento después de la parrafada y se dirigió a un sillón del salón en el que se dejó caer.

Magnus y Alec se sentaron en el sofá, el primero perdido en divagaciones y el nefilim todavía sorprendido, aturdido, confuso, pero curioso.

−¿Y has venido tu sola en metro hasta aquí? −le preguntó Alec sin darse casi cuenta.

−No −dijo sonriendo y negando con la cabeza− No me habrían dejado cogerlo a mi sola, y tampoco me aclaro a coger el metro. He venido en taxi −dijo como si fuera la cosa más normal del mundo.

−¿Desde cuando los taxistas de Nueva York llevan a crías de cinco años solas a donde estas les piden? −dijo Magnus, entre sorprendido, incrédulo y algo enfadado.

−Desde que las crías de cinco años les dan fajos de billetes que les cuesta meterse en los bolsillos −le contestó con una encantadora sonrisa de aire inocente.



Apenas una hora después Hayley había comido un poco ya que el estomago le rugía del hambre y en esos momentos yacía dormida con el pelo cobrizo cayéndole sobre el rostro sobre las rodillas de Magnus. Alec estaba sentado al otro lado del brujo contemplando como miraba a aquella niña. Magnus se volvió de repente hacia él y Alec se quedó sin saber que decirle, todavía confuso, el brujo se le adelantó:

−Hayley acaba de dormirse. Supongo que te preguntarás que acaba de pasar, y pensarás que te debo muchas explicaciones −suspiró el mago abatido, sentándose junto a Alec.

−Lo cierto es que un par de cosas si que tendrías que aclararme −le dijo el nefilim esforzándose en sonreír.

Al nefilim la cabeza le daba vueltas, había tantas cosas que no comprendía…

−¿Quieres contármelo? −le preguntó a Magnus cogiendole de la mano.

−Si. Por Lilith, claro que sí −respondió el mago besándolo y suspirando antes de comenzar a hablar−. Todo lo que te dije en Idris es cierto Alec, pero hubo cosas que me callé, cosas que no te dije porque sabía que lo único que sacaríamos los de ello sería dolor, las mismas cosas que no te conté en Paris.

Magnus suspiró de nuevo y comenzó a contarle aquello de una vez por todas.

−Varios años después de convertirme en lo que soy ahora volví a mi casa. Sabía que no era prudente, pero también sabía que no volvería a ver a mi familia nunca más. Mi hermana rondaba los quince y yo seguía en mis eternos diecinueve. Estuve una temporada con mi familia, varios meses. Durante ese tiempo a la única persona que le conté la verdad fue a mi hermana…Pero hubo un día en el que mi madre se enteró. Se colgó del granero. Y mi padre…

−Eso puedes saltártelo −le cortó Alec.

−Gracias −dijo el mago por toda respuesta−. Me marché de allí. Tardé diez años en ser capaz de volver. Cuando regresé mi hermana tenía más años que yo, era una mujer casada y madre de cuatro hijos. Todos tenían los ojos verdes. Pasaron los años y yo seguía visitando a mi familia de vez en cuando. Mis sobrinos fueron creciendo, siendo mayores que su tío, se casaron y a su vez tuvieron hijos. Mi hermana murió con los años y sus hijos también lo hicieron. Los hijos de mis sobrinos continuaron teniendo hijos, casándose y teniendo hijos, muriendo… Yo los visitaba cada pocos años, era el tío Magnus, todos sabían lo que era, pero ignoraban todo lo demás, es decir, demonios, lobos, vampiros…Solo sabían que tenían un tío de diecinueve años que pasados dos siglos seguiría teniendo el mismo aspecto. Y así pasaron los siglos. Hará unos doscientos años que un Bane bebió de la Copa Mortal. Todo mundano que beba de la Copa Mortal, aunque tenga un tío brujo, si sobrevive se convierte en un cazador de sombras. Así fue como la sangre de los Bane se unió a la de los nefilim.

−¿Tienes descendientes nefilim? −preguntó Alec sin salir de su asombro.

−Si −le respondió Magnus−. La pequeña cazadora de sombras en miniatura que está durmiendo en mi cama es la prueba viviente de ello. Y por si no te has dado cuenta, un característico signo de mi familia, ya seamos brujos, mundanos o nefilim son nuestros ojos verdes…que pasados ocho siglos siguen perdurando, ni una sola generación se ha librado de ello. Cuando Hayley sea madre dentro de muchos años sus hijos tendrán los ojos verdes.

−Entonces −le dijo Alec mientras procesaba internamente toda la historia familiar de Magnus−…Hayley es algo así como una sobrina muy muy lejana ¿no?

−Pues lo cierto es que no. ¿Sigues sin tener una idea de que ocurrió hace cuatro años en Paris?

Alec negó con la cabeza.

−En realidad todo comenzó varios años antes. El hecho de que ahora por la sangre de mi familia corriera la misma sangre que por tus venas quiso decir que los Bane empezaron a matar demonios, y que siempre existía la posibilidad de que no volvieran de una de esas batallas. Un día los abuelos de Hayley me pidieron que me quedara a cuidar de su hija, de la pequeña Kate de cuatro años, la madre de Hayley. Sus padres ya no volvieron. Murieron. Cuidé de ella. Me la traje a vivir conmigo, a este loft y la crié…como un padre, como un hermano. −Alec alzó las cejas sorprendido, imaginándose a Magnus llevando a una niña al parque, haciendo de hermano mayor− ¡Oh vamos Alec! ¡No pongas esa cara! Que sepas que no me comporto con los demás de la misma manera que contigo, si tengo que criar una chiquilla puedo ser normal.

−Excepto las noches de luna llena ¿no? Cuando te dejas llevar y organizas fiestas…

−Oh, cállate −le dijo fulminándolo con la mirada− suspendí las fiestas hasta que Kate cumplió los dieciséis. De hecho, creo que fue gracias a una de mis fiestas que conoció a Seth. Decir que supe desde el primer momento que esos dos acabarían juntos es como decir que supe desde el primer momento en el que te vi que haría lo imposible por poder echar contigo un pol… por poder estar contigo −ternimó rectificando con una perversa sonrisa−. Al cabo de los años Seth acabó viniéndose a vivir aquí, hasta que él y Kate encontraran una casa. No se casaron, no les dio tiempo, de hecho, sin planearlo llegó Hayley…Fue en Paris donde me dijo que estaba embarazada. Seth había insistido durante todo el viaje en que Kate debía de quedarse en Nueva York, y yo no sabía el porqué. Me dijo que estaba embarazaba de una niña, y que la llamarían Hayley. Habíamos ido a Paris por una razón. Había habido indicios de que un demonio rondaba por sus calles buscando cierto objeto que nosotros tres sabíamos que era mejor que no encontrara. Un demonio mayor. ¿Recuerdas cuando tú peleaste contra aquel demonio en casa de Madame Dorotea? −Alec asintió demostrándole que lo recordaba bien− Pues seguro que aquello no fue nada comparado a lo que nos enfrentamos nosotros, nosotros peleamos contra Balban en un parque de los Campos Elíseos, Balban es el demonio del engaño, capaz de crear con un chasqueó de dedos una fuerte ilusión, en la que serías capaz de matar a tus compañeros y después matarte tú. Fue horrible. Lo último que recuerdo es que hubo una tremenda explosión… Y que desperté con la certeza de que Kate y Seth habían muerto. Puede que eso fuera lo último que hizo Balban antes de morir, crear una ilusión para que tanto mi hermana y Seth como yo, pensáramos que la otra parte había muerto. He pasado más de cinco años huyendo prácticamente de esa ciudad, y ahora… me he encontrado cara a cara con una sobrina que creía que nunca llegó a nacer.

−¿Nunca has pensado en cuanto éxito tendría una telenovela de tu vida? −bromeó Alec, pero después añadió− No, ahora enserio, hay una cosa que se me escapa.

−¿Solo una? Vaya, debo de haberme explicado mejor de lo que creía.

−¿Cómo pudieron saber tu hermana y Seth que estabas vivo si al igual que tú te creían muerto por culpa de Balban?

−¡Oh! Eso… la verdad es que es lo único que conseguí sacarle a Hayley antes de que se durmiera. Si Kate y Seth averiguaron que yo estaba vivo fue gracias a ti.

−¿¡Gracias a mí!? ¿Y que es lo que yo hice?

−Besarme delante de miles de subterráneos y nefilims. La noticia corrió como un vampiro huyendo del sol, y mientras estábamos por Europa Kate vino a verme. Me imagino que no contaba con que estuviéramos de vacaciones y que decidió pasar a verme en cuanto supiera que estaba de vuelta.

Alec todavía tenía la cabeza hecha un lío, pero el enorme puzzle en el que se había convertido todo aquello comenzaba a cobrar sentido, pero aun así seguía sin encajarle una pieza.

−¿Que es lo que buscaba el demonio ese en París?

Magnus vaciló unos segundos.

−Ven, acompáñame, será mejor que lo veas, lo entenderás enseguida.

Magnus se levantó del sofá cogiendo a Hayley en brazos y dirigió sus pasos hacía la biblioteca. Alec lo siguió, curioso y deseoso de conocer de una vez que era lo que podría haber sido el causante de todo aquello.

El brujo sacó dos libros de sus estantes y los colocó en una mesa frente a Alec.

−¿Qué es lo que ves? ¿Sabes que son estos dos libros?

Alec asintió. Uno de ellos era un manoseado libro, común y que poseían muchos nefilims, el otro era el curioso ejemplar que Magnus consiguió la última vez que estuvo en Idris.

−El Libro de lo Gris y el Libro de lo Blanco −le respondió.

−Exacto. Y solo por curiosidad… −comenzó el mago− ¿Qué crees que podría faltar en esta imagen?

Alec contempló fijamente los dos libros. Uno blanco, el otro gris. No comprendía a que podía estar refiriéndose Magnus. Se mordió el labio y revolvió su pelo negro, pensativo.

En ese instante una luz se hizo en su mente.

De pronto, hechos como que Isabelle hiciera una pancarta para darles la bienvenida o que la vecina de Magnus pasara a devolverles a Presidente Miau dejaron de tener la más mínima importancia.

La imagen de los dos libros, uno blanco y otro gris invadía su mente. Resultaba algo estúpido, increíble, que generaciones de nefilims hubieran tenido delante de sus narices esos dos volúmenes y no se hubieran percatado de que allí fallaba algo, de faltaba algo...



−El…El Libro de lo Negro





Cuando volvieron al salón Alec se volvió a sentar en el sofá, ahora mucho más confuso que antes. Parecía que todo el daba vueltas. Magnus se sentó a su lado sin decir nada. Pasaron los minutos. Magnus, miraba en silencio al nefilim, esperando que dijera algo, pero Alec estaba demasiado ocupado pensando y dándole vueltas a todo aquello. Era un cazador de sombras, y sabía que su vida era de todo menos normal, pero hasta hacia poco que había una relativa normalidad en su día a día. En esa relativa normalidad se incluía el hecho de ser el novio del Gran Brujo de Brooklyn. Quería a Magnus, pero también quería que confiara en él para ese tipo de cosas.

−¿Por qué no me lo contaste? −soltó casi sin darse cuenta rompiendo quince minutos de silencio.

−¿Qué porque no te lo conté? −le preguntó un escéptico Magnus− ¿Por qué crees que no te lo conté Alexander? Pues porque te quiero, y por eso no quiero que lo pases mal por mi culpa. ¿Que querías que te dijera? ¿Qué a mi hermana, cuñado y sobrina los había asesinado un demonio? ¿Y que yo tenía ahora el libro responsable de eso? Un libro, que por cierto, ningún nefilim sabe que existe, y que por lo menos a mi lo único que me trajo fueron problemas. ¿Creías que iba a remover el pasado solamente para recordarte que tu también habías perdido hace poco a un hermano? No soy capaz de hacerte algo así, te quiero demasiado.

Alec permaneció callado unos segundos, hasta que finalmente le respondió al mago:

−¿Y no hay nada más que quieras decirme? ¿Cómo que tu vecina es un gremlin, que Presidente Miau es en realidad Cheshire y si desaparece tan a menudo es porque se va al País de las Maravillas o que tenga cuidado con tu armario si no quiero terminar en Narnia?

−Alec −comenzó Magnus mientras una sonrisa le asomaba por los labios−…yo te qu…

El nefilim suspiró.

−Ya lo se. Me quieres. Y yo a ti, y lo sabes, pero quiero que confíes en mi.

Al oír sus palabras Magnus se inclinó hacia él y segundos antes de besarlo le dijo al oído.

−Confio en ti y te quiero, ahora y siempre.

Por toda respuesta el nefilim le devolvió el beso, probando el sabor de los labios de el brujo y cuando se separaron se quedaron abrazados el uno al otro, Alec con la cabeza apoyada en el hombro de Magnus y con las manos entrelazadas con las de él.

El nefilim no supo cuanto tiempo estuvieron así. Pudo haber sido una hora o diez minutos. Hayley seguía dormida y a el empezaban a cerrársele los ojos cuando sin previo aviso y rompiendo el remanso de paz sonó el timbre de la puerta.

Magnus desapareció literalmente de su lado en milésimas de segundo con un chasquido de dedos y el se apresuró a seguirlo.

−Kate… −oyó decir a Magnus mientras el brujo se fundía en un abrazo con una mujer que no tendría más de veinticinco de pelo oscuro y, como no, ojos verdes iguales a los del mago.

Al abrazo se añadió también el joven de ojos castaños y pelo cobrizo que se encontraba detrás de la mujer.

Mientras el nefilim contemplaba la escena en un discreto segundo plano se dio cuenta de que algo se le había agarrado a la camiseta detrás suya. Se dio la vuelta y se encontró con la niña, que parecía querer esconderse de él para librarse, como era normal, de una bronca por haber desaparecido sin avisar.

−Y en cuanto a ti −oyó que decía la chica yendo hacia él−… gracias, muchas gracias por encargarte de besar a mi hermano delante de tantos nefilim cotillas y subterráneos chismosos −Y rodeándole el cuello con los brazos lo abrazó y le dio un beso en cada mejilla mientras aun le caía alguna lágrima.

−Pero tú… −dijo Seth señalando con un dedo acusador detrás de él− más te vale tener una buena excusa para desaparecer así sin más.

−Mmmmm −comenzó Hayley− ¿me aburría porque no hacían nada bueno en la tele...?

−Pues no te preocupes porque no creo que tengas que preocuparte por eso, ya que no vas a ver la televisión en mucho tiempo −le dijo su madre.

−Entonces… ¿estoy castigada? −preguntó con una mirada de no haber roto un plato.

−¿Tu que crees? −le respondieron sus padres a la vez.

La sobrina de Magnus se encogió de hombros.

−Tenía que intentarlo… −dijo lanzándoles una mirada de soslayo a él y a Magnus.



Los cinco se dirigieron hacia el salón, Magnus, pudo notar Alec, con una radiante sonrisa en el rostro y sin soltarle la mano a él mientras le daba un suave y feliz beso en el cuello.

−¿Sigues teniendo aquellas galletas de chocolate y caramelo? A la pequeñaja le encantarán −le preguntó Seth.

−¡Oye! ¿A quien llamas pequeñaja? −dijo Hayley mientras arrastraba a su padre a la cocina en busca del aperitivo.

Se oyó ruido de abrir y cerrar puertas y la cabeza de Seth asomó por la puerta:

−¿Dónde están?

−En la tercera puerta. En el mismo armario que los condones, si no las encuentras Alec te dirá donde están −dijo con su habitual y pervertido humor haciendo enrojecer al nefilim en segundos.

Alec lanzó una mirada asesina al brujo y deseó poder chillarle lo inoportuno de su comentario cuando oyó que la hermana de Magnus se acercó hasta él y le preguntó:

−¿Vas acostumbrándote ya a los comentarios de mi hermano?

−Eso creo −confesó Alec. Aunque sabia muy bien que por mucho, mucho, mucho tiempo que pasase no podría evitar el dejar de ponerse rojo por culpa de los comentarios de Magnus.

Fin
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MensajeTema: Re: El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último)   El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último) - Página 4 Icon_minitimeLun Ago 30, 2010 10:29 pm

Tariraritarara ♪♫
Primera? Wiii, primera!!
Me ha encantado, definitivamente no me lo esperaba!
Hayley es adorable ♥
Los comentarios de Magnus, de Alec, de Hayey... que va, todo me gusto...

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Jace Wayland (L)
Hada
Jace Wayland (L)



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MensajeTema: Re: El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último)   El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último) - Página 4 Icon_minitimeMar Ago 31, 2010 2:13 pm

Me encanta, los comentarios de Magnus es que me matan...
Que pena que sea el ultimo capitulo... Sad
Bueno pues eso que me ha gustado mucho.
PD: Segunda. xD
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Ain Lightwood
Nefilim
Ain Lightwood



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MensajeTema: Re: El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último)   El Gran Brujo de Brooklyn y el cazador de sombras (capitulo 6 y último) - Página 4 Icon_minitimeMar Ago 31, 2010 6:24 pm

Me encantó! Hayley me parece adorable. Bueno siendo familair de Magnus no es de extrañar...

Una cosita... habrá segunda parte, no? Sino voy a morir y no será muy bueno para tu reputación... no sé... tú decides..
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