Cazadores De Sombras
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Cazadores De Sombras

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3 participantes
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Grimmauld
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Grimmauld



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MensajeTema: Sin título.   Sin título. Icon_minitimeLun Mayo 25, 2009 10:58 pm

Bueno xD el primer capítulo de un escrito que no está ni terminado xD. Os lo dejo para que me digais que os parece, pero un poquito de comprensión U_U porque no está ni corregido y puede que tenga faltas.


Capítulo 1. El principio del final.


Cerré los ojos, apoyando ambos brazos en la barandilla del balcón, mientras aun escuchaba el sonido de las fugaces flechas caer sobre el poblado, incendiando centenares de casas, cuyos habitantes corrían despavoridos, dejando todos sus enseres personales para intentar encontrar la protección en un reino lejano. Un reino ya olvidado.
Mientras, los cascos de la caballería sonaban a lo no tan lejos, anunciando la gloriosa venida de la muerte, que venía presidida por una horda de centauros enfurecidos, dispuestos a arrasar fuera como fuere hasta el último pedazo de Datervile.
Pasé las cortinas con fuerza, mientras me dejaba caer a la par sobre mi dosel, intentando sofocar el griterío el poblado con la almohada.
Abrí los ojos lentamente, intentando desquitar de mi pensamiento aquel triste recuerdo, cuando, los grandes portones del castillo se abrieron de par en par, produciendo aquel insurgente sonido. Observé como la silueta de una figura encapuchada aparecía con los brazos estirados, sujetando ambas alas del enorme portón del castillo, casi con una fuerza sobrenatural. Todo el gentío que poblaba el castillo se volvió casi al unísono, formando en la instancia un silencio sepulcral. Volví mis ojos de nuevo hacia aquella figura encapuchada, y una vez estos se hubieron adaptado a la claridad del día que entraba por el hueco del portón, pude atribuir la complexión de un hombre a aquella forma, que con la cabeza aún gacha, y ambos brazos sujetando el portón, solo dejaba ver parte de su, al parecer, larga, oscura y ondulada melena, que oscilaba a ambos lados de su capucha.
Pasados unos instantes, aquel hombre soltó el portón, que volvió a producir su habitual estruendo al cerrarse, y, con paso firme, comenzó a caminar por el gran pasillo que había formado la muchedumbre, ya de por si apelotonada, dirigiéndose sin vacilar alguno, hacia el altar donde reposaba padre, sentado en su trono. Una vez hubo llegado, levantó ligeramente el rostro, aun irreconocible, pues la capucha de su aterciopelada capa, tapaba casi por completo su cara, dejando únicamente a la vista media faz. Su piel era extremadamente cetrina, blanca como la nieve, y sus labios, sugerentes y ligeramente rosados, esbozaban una sonrisa irónica, que me hizo erizar el vello.
Salvo este trozo de rostro, y la larga y ondulada melena azabache, lo demás quedaba cubierto bajo sus ropas, que, cubiertas por aquel aterciopelado manteo negro, resonaban metálicamente al compás de su paso. Intenté fijar algo más la vista, en sus prendas, pero me fue imposible divisar algo más de sus atuendos, que no fuera la espesa negrura de su capa, excepto una cosa… ¿O debería decir ambas cosas? Dos enormes espadas relucían a ambos lados de su cadera. El acero de ambas desprendía un extraño sopor negro, que las envolvía de principio a fin. ¿Qué tipo de magia negra era aquella que las envolvía? O lo que es peor… ¿Cómo es que la guardia real había permitido la entrada de aquellas inmensas guillotinas al castillo? Fuera como fuere, esto me olía demasiado a chamusquina.
De repente, la estridente voz de padre inundó por completo la sala.
-¡Oh! ¡Nuestra promesa! ¡Por fin el tan esperado día ha llegado! Vamos, hijo, agáchate ante tu rey, al que vas a serv…
-Vamos, no seas hipócrita, sabes perfectamente que si alguien aquí se tiene que agachar, ese eres tú ante mí.-la voz de este hombre resonó reverberante en la sala, abrasando el ambiente con una inmensa tensión de la que nadie sabía salir. Guardias y espectadores se miraban entre sí, intentando darse una posible respuesta con la mirada. Yo, por mi parte, atónita, contemplaba la escena sin dar crédito a lo que mis ojos veían.
Observé como las facciones de padre comenzaban a endurecerse, empezando a denotar rabia en su rostro. A los pocos segundos, consiguió hablar:
-Bien, como decía –prosiguió –Este que veis aquí será nuestro salvador, que se encargará de proteger nuestro reinado de las fuerzas de Fiordilon. Será quien se asegure de que todas las casas proporcionen cobijo. Será la última esperanza de Datervile. Y todo… por un precio.
-¿Por un precio? –dijo uno de los representantes presentes -¿Se puede saber que precio?
-Por el precio que yo quiera. –La endulzada, pero dura voz de aquel hombre volvió a resonar en la sala, produciendo de nuevo una enorme tensión en el ambiente. Pocos segundos después, la gente comenzó a especular y cotillear de nuevo pero, bastó un solo giro de cabeza de esta figura para que la sala volviera a enmudecer de nuevo.
-Exacto. –Afirmó padre –Por el precio que él quiera.
-Sí, por el que yo quiera. –Volvió a repetir este, cuando, de repente, observé como levantaba leve, pero rápidamente la cabeza, dirigiendo, aparentemente, su vista hacia el palco en el que yo me hallaba. En ese momento un vacío se comenzó a formar en mi estómago. ¿Me estaba mirando a mí? ¿A que venía ese movimiento tan brusco? ¿Es que acaso me conocía? ¿Cómo sabría si me miraba a mí si no podía ver a donde se dirigía su mirada? Pero, en ese momento, algo me sacó de dudas, y fue la leve sonrisa irónica que dibujó con sinuosidad en sus labios. Las venas se me congelaron, mi corazón parecía haber dejado de latir, y un terrible helor comenzó a taladrar mi mente. Sacudí a cabeza. ¿Qué me estaba pasando? Una vez logré salir del todo de aquel extraño trance, dirigí la mirada hacia padre. Entonces, supe que el gesto de este hombre no había pasado de inadvertido.
-¿Ocurre algo “majestad”? –pronunció, aun con la ironía entre sus labios.
-Nada, solo que creo que te estás equivocando de…
-¡Cállate! Hicimos un trato, y ya estás empezando a babosear. Menudo rey estás hecho. Que sepas que si estoy aquí es por mi “botín”, porque te puedo pena alguna sentí cuando te vi arrastrándote como un perro sarnoso bajo mis pies. –Espetó el hombre. Entonces, mi paciencia reventó. No podía más. Jamás permitiría que a ningún miembro de mi familia se le tratase con tal falta de respeto. Así que, sin dudarlo ni un instante y sabiendo de antemano las consecuencias que traería, salté de la barandilla hacia el palco de abajo, y desde allí, hasta el suelo, cayendo con gracia a las espaldas del encapuchado e irguiéndome al momento. De repente, sentí como cientos de ojos me acuchillaban, sorprendidos, en aquella sala. Observé como aquel hombre se volvía lentamente para mirarme, aun con la media sonrisa en los labios.
-Tú, asqueroso –espeté –borra esa sonrisa falsa de tu cara y retira lo que has dicho.
Una estridente carcajada sonó en la instancia, haciéndonos erizar a todos el vello.
-Vaya, vaya. ¿Tú eres la princesita, no? –dijo moviendo la cabeza de arriba abajo, como quien observa con desprecio algo –te hacía más “femenina”, pero ya veo que no eres de las que se ponen el corsé de tela. ¿Verdad?
Omití el comentario.
-Retíralo, sabandija. –Insistí.
-¿Y si no quiero?
-Entonces tendrás que demostrarme cuan bueno eres. –dije desenvainando sendas espadas de mi cintura.
Volvió a reír.
-¿Vas a matarme con “eso”? –dijo sugerentemente –Entonces creo que evitaré valerme de mis armas.
De repente, sentí como un repentino frío comenzaba a paralizar de nuevo mi mente. Notaba como ambas manos comenzaban a temblarme violentamente, hasta el punto de hacerme soltar las espadas, que cayeron pesadamente provocando un enorme estruendo en el suelo. Dirigí la vista hacia el marmóreo piso y cual fue mi sorpresa al comprobar que este comenzaba a cristalizarse, adhiriendo así firmemente mis pies a él, incapacitándome movilidad alguna. Me sentía un estúpido maniquí en medio de aquella situación.
No obstante, el individuo, con la más irónica y sugerente de las sonrisas, comenzó a caminar un par de metros hasta mi posición, quedándose a varios centímetros de mí. A medida que se acercaba el frío era más intenso, hasta llegar al punto de hacer tiritar mis articulaciones.
Entonces, comencé a notar como el hielo que sujetaba mis pies se resquebrajaba, como mis manos comenzaban a recobrar movilidad de nuevo y como mis articulaciones parecían querer responder las órdenes de mi cerebro.
Sin vacilar ni un segundo, me agaché, cogiendo una de mis espadas, pero, justo cuando iba a rozar con la punta de esta la piel de su mejilla, observé como una de sus manos, enfundada en guantes, se alargaba hacia mi cara rozando esta únicamente con la punta de uno de sus dedos.
-Porque… sería una lástima que algo tan bello se marchitara. -Añadió.
Entonces, el dolor que sentí fue indescriptible. Noté como si diez hierros incandescentes abrasasen mi mejilla, haciéndome retorcer de dolor. Tras dar un alarido, retrocedí varios pasos, y, dando algún que otro traspiés, acabé en el suelo. Las próximas imágenes fueron algo confusas. A penas unos segundos después de mi caída, más de medio escuadrón de guardias reales apuntaban ya con sus ballestas a la cabeza de aquel hombre, formando un círculo alrededor de él. Este, por su parte, me seguía sonriendo con su habitual sonrisa. Alcé un poco la vista y comprobé como padre, preocupado, se había levantado del sillón y con un simple “¡Alto!”, hizo que toda la guardia real volviese a su posición inicial, pero, algo inesperado ocurrió, ya que el sonido de una flecha accidentalmente disparada, atravesó fugazmente el aire, seguido de un “crack”. De repente, observé que en la mano derecha del encapuchado estaba, nada más y nada menos, que la flecha partida.
Todo había sido muy rápido, y notaba como el mareo acrecentaba en mi interior, junto al ardor de mi mejilla. Las últimas palabras que escuché, ya con los ojos cerrados, fueron: “Entonces, creo que está todo zanjado. Si me disculpa “su majestad”, debo retirarme ya. Hasta pronto “mi lady”. Y tras cavilar unos segundos si aquellas últimas dos palabras irían dirigidas hacia mí, opté por abandonarme a las profundas olas de la inconciencia, sabiendo que, horas después, despertaría en mi cómodo dosel, con la esperanza de que todo hubiera sido un mal sueño.
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Bellatrix
Cazador de Sombras
Bellatrix



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MensajeTema: Re: Sin título.   Sin título. Icon_minitimeMar Jun 02, 2009 1:14 am

wow! esta muy bien! has escrito algo más? subelo que estoy intrigada, me gustaría saber como acaba esto.
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Grimmauld
Mundano
Grimmauld



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MensajeTema: Re: Sin título.   Sin título. Icon_minitimeMiér Jun 03, 2009 8:46 pm

jaja pues sobre esta trama concretamente no xD. Pero vamos, que si gusta seguiré subiendo y escribiendo.
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Bellatrix
Cazador de Sombras
Bellatrix



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MensajeTema: Re: Sin título.   Sin título. Icon_minitimeMiér Jun 03, 2009 8:52 pm

pues sube más cosas!! que yo te dije que lo leía... alguno de esos con los que ganaste premio o lo que tu quieras.
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nelly fairchild
Hada
nelly fairchild



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MensajeTema: Re: Sin título.   Sin título. Icon_minitimeDom Jul 12, 2009 8:54 pm

muuy buen capitulo!!
no hay mas???
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MensajeTema: Re: Sin título.   Sin título. Icon_minitime

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