EL PUEBLO FANTASMA

La miro con los ojos iluminados. Noche, pueblo deshabitado, coche con problemas repentinos y asesino leñador-enterrador. Cada una de esas palabras despierta poco a poco mi glándula curiosa.
-¿Y a qué estamos esperando, a una invitación? –digo leyendo de nuevo el documento.
-Si lo de ese maniaco es cierto, seguro que nos la enviaría –ríe Ashley.
-He memorizado la dirección, salgamos para que la anote.
Dejamos el archivo como lo encontramos, no queremos que nadie se percate de nuestra pequeña visita. Nos escurrimos por el pasillo como dos fugitivas y salimos a la calle. El sol veraniego nos regala uno de sus rayos, que agradecemos ampliamente, ya que en el edificio tenían el aire acondicionado a tope. Comenzamos a caminar hacia nuestro piso, mientras repito continuamente la ubicación del pueblo en mi cabeza. Ashley saca la llave y la aplica en la cerradura una vez estamos en la puerta. Abre y pasamos. Nuestro piso es realmente pequeño, pero ideal para dos jóvenes desordenadas. Cojo lápiz y papel y anoto la dirección.
-Et voilá. –Sonrío a Ashley.
Ella me corresponde y va a la cocina. Al poco rato, aparece con dos copas de champán. Me tiende una y yo la acepto.
-Wow, ¿has encontrado trabajo o te has echado novio? –dijo sorprendida, no solemos brindar, y menos con champán.
-Claro, como tú estás en una condición “tan distinta” a la mía… -responde sarcásticamente-. Bonita, nos encontramos en la misma situación, así que no te pases. –Me da un golpecito en la frente.
-Vale, vale, ¿pero de quién es el cumple?
-Es para brindar porque nuestro salto a la fama está cada vez más próximo.
-Eso es otra cosa. –Sonrío.
Chocamos ambas copas. Me gusta mucho el sonido que hacen los dos cristales en colisión. Comenzamos a beber, haciéndonos a la idea de que mañana partiremos hacia ese extraño pueblucho.