Las lágrimas del ángel

me lo acabo de leer todo¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
esta genil espero pronto la proxima parte

Hola!!! dejame decirte que me encanto *-* esta genial, a mi amiga y a mi nos dejaste picadas con esta historia xD a si que ten piedad de nosotras y de todas las demas y sube capitulo!!!!!!!!!!! me mata la curiosida!!

wow, me tomo un rato pero ya termine de leerlo!
por dios cada vez esta mejor!!!!!
espero que sigas...
o escribas un libro!

wiiiiiiiii!!!! esto se está poniendo muy interesannnnnteeeee!!!! como mola, yeahhhh!!!XDXDXD
sigue sigue siiiiigueeeeeee!!!

aah me encanta *-* que mas .... vamos no seas sube otro

jopetas como me gusta!! sube mas porfi!

Bueno, como ya os dije, aquí tenéis la siguiente parte que mi querida Albita no puede subir, espero no estar escribiendo para nadie ¬¬
Espera que os guste, todo comentario se lo transmitiré y tendréis pronto respuesta



CAPÍTULO TRES. TERCERA PARTE
Por la tarde terminaron de limpiar y ordenar la casa, esta vez con la ayuda de Erik. Cuando creían que las chicas no se daban cuenta, se lanzaban proyectiles de poco peso (trozos de platos, fragmentos de la decoración…) tratando de apuntar a la cabeza. El “jueguecito” terminó con cada uno en su cuarto castigados por las chicas. Cenaron en un silencio enfurruñado por parte de ellos y en una lucha continua por no reírse debido a ello por parte de las jóvenes. Al terminar la cena, volvieron a sus respectivas habitaciones para continuar con el castigo, mientras las chicas se veían dos películas seguidas protagonizadas por sus ídolos a la vez que comían palomitas. Cuando se cansaron fueron a hacer compañía a los chicos. Erik y Addie se despidieron con un “buenas noches” y se durmieron. Daniel esperaba despierto a Alice.
-Hola.-susurró esta.
-Sabes, no sé quién es más idiota, Erik o los protagonistas de vuestras pelis.-dijo a modo de saludo.
-Ja, ja, rió sin ganas.
-¿Qué significa eso?
-Hablo contigo en tercera persona con intención sarcástica. ¿Por qué os peleasteis el otro día?
-¿Quién?
-No sé…¿a cuántos conoces tú que se estén peleando tan a menudo como para tener que especificar el día?
-¿Qué día?
-El que estabais en la cocina, uno encima del otro…-se interrumpió en mitad de la frase, Daniel estaba ahora a apenas unos milímetros.
-¿De veras que no lo adivinas?-le dijo en apenas un susurro.
Realmente sí que lo suponía, pero quería confirmarlo. El joven puso una mano en su cintura y con la otra recorrió la línea de sus pómulos, su cuello, bajó por su brazo y se reunió con la otra en su cintura. Se inclinó despacio, como si esperase su aprobación para seguir. Alice subió sus manos y enredó sus dedos en el pelo rubio del muchacho, sus labios estaban ya rozándose…un sonido procedente del piso inferior hizo que se separasen como dos niños a los que sus padres hubiesen pillado haciendo algo malo. El mismo sonido hizo que los dos de la habitación continua se levantasen de un salto. Habían oído el repiqueteo de un cristal al romperse, claro, la puerta todavía estaba cerrada por un hechizo. Addie y Erik se pusieron ropa de calle mientras los otros dos espiaban por el hueco de la escalera.
-¡Pero qué le ha dado a todo el mundo con desordenar nuestra casa!-se quejó Daniel en un susurro apenas audible.
Alice corrió tratando de ser sigilosa hacia la habitación de su amiga, seguida de cerca por Daniel.
-¡Vamos, no hay tiempo que perder!-apremió en voz baja Erik, que les esperaba con la ventana abierta de par en par. Acto seguido saltó por ella.
Addie siguió a su compañero y Daniel empujó suavemente a Alice, que se había quedado paralizada, indicándola que fuese primero. Se sentó con cuidado en el alféizar viendo que Erik le hacía señas para que saltase. Cerró los ojos y se lanzó al vacío. Aterrizó suavemente en los brazos de Erik, que la sujetaban con firmeza. Daniel bajó de un salto y puso cara de pocos amigos al ver a la chica en sus brazos. Erik le dedicó una sonrisita de suficiencia y la puso en el suelo.
-Ahora no hay tiempo para peleas, así que dejad los “coqueteos” para cuando no haya peligro inminente de muerte.
Los cuatro empezaron a correr tan rápido como pudieron. Alice nunca creyó poder ser tan rápida, pero no se quedó atrás ni un momento. De repente notaron que alguien les seguía de cerca. Addie miró instintivamente al cinturón de Erik, pero no lo llevaba. Cuando volvió a mirar al frente se encontró con una sombra cuyo rostro no conseguía identificar, pero sabía que lo había visto antes. Miró a su hermano, pero este estaba parecía estar viviendo una pesadilla. Notaron a medida que se acercaba que la sombra era un muchacho de grandes ojos negros y pelo azul eléctrico. Alice inmediatamente se acordó de Lia. De repente Erik sacó una daga de no se sabía dónde, el muchacho sonrió, fue una sonrisa fría que hizo que un escalofrío recorriera la columna de Alice. Entonces el joven desapareció como si nunca hubiese estado allí. La muchacha se volvió hacia sus amigos a tiempo de ver los pálidos rostros de Addie y Daniel.
No hablaron durante el resto de la caminata. Erik los condujo por las calles de Manhattan hasta que llegaron a una gran mansión de paredes exteriores blancas. Subieron las escaleras de piedra del porche y Erik sacó una llave del bolsillo y franqueó la entrada. Fue a recibirlos una chica de altura media, delgada pero curvilínea, con rizos rojo intenso cayéndole por la espalda, tenía la piel clara. Sus pestañas largas y oscuras hacían sombra sobre sus angulosos pómulos. Abrió mucho sus grandes ojos azul agua cuando los vio, fue evidente que no esperaba a tanta gente.
-¿Qué haces despierta enana?-preguntó Erik.
-Pues en principio te estaba esperando porque me aburría, pero veo que la espera valió la pena.-respondió mirando a Daniel.-Y como me vuelvas a llamar enana esa melena negra desaparecerá de tu cabeza, ¿entendido hermanito?
-Sabes Erik, adoro a tu hermana.-alegó Daniel en tono de aprobación.-Yo le sujeto.-pidió a Cassei.
Entonces Alice la reconoció. Cassei vino al instituto junto con su hermano y se fue con él, pero durante el poco tiempo que permaneció allí, las dos junto con Addie, se hicieron inseparables. Se percató de que Addie no parecía sorprendida en absoluto y clavó en ella una mirada acusadora.
- Lo siento, no podía decírtelo –susurró tan bajo que ninguna de las dos se explicaba cómo Cassei pudo oírlo.
- ¡Alice! –dijo mientras corría para abrazarla-. Espera, ¿tú también eres una cazadora de sombras? –preguntó al separarse.
- Pues… la verdad es que no lo tengo muy claro, pero creo que sí.
- Bueno chicas, ¿qué tal si dejamos el rollo nefilim un momento y nos concentramos en que aquí estamos las tres? –interrumpió Addie de pronto.
- Tiene razón –coincidió Cassei abrazando a las dos a la vez.
- ¡Vivan los Ángeles de Charlie! –exclamó Daniel.
- Vamos a la sala común, Cassei se encarga de enseñarles las habitaciones –sugirió Erik a Daniel señalando la sala de en frente-, ¿a que sí, enana? –gritó por encima del hombro, recalcando la última palabra.

mmm esta super interesante espero k le kiten pronto el castigo para k suba mas jejeje

aaaahhh me encanta *-* sube sube sube sube
otro otro otro otro

Bueeeno, aquí teneis otro cacho^^


Capítulo Tres. Final del capítulo.
La mansión era enorme, por lo que cuando terminaron de reconciliarse, Addie y Cassei le hicieron una visita guiada a Alice por las diferentes salas. El recibidor tenía el suelo de un mármol tan pulido que bien podía hacer de espejo y las paredes estaban cubiertas por paneles de madera. El techo representaba un cielo lleno de angelitos regordetes y nubes rechonchas. A la derecha había unas amplias escaleras pegadas a la pared que conducían al piso de arriba. En frente estaba la sala común separada del recibidor por un arco, sin puertas. A la izquierda estaba la cocina y justo antes de las escaleras estaban las puertas que daban a la sala de armas. Arriba estaban las habitaciones, la biblioteca, una especie de salón de actos con un espléndido piano de cola en el escenario. Las habitaciones eran grandes y con baño propio. La decoración de aquel lugar era una mezcla de estilo renacentista y gótico. El cuarto de Alice estaba entre el de Addie y el de Cassei, así que la eligieron como sala de reuniones. Cassei subió de la cocina tanto café como para tirar un camión y empezaron a ponerse al día obligando a Alice a relatar todo lo ocurrido tanto con Erik como con Daniel.




Cuando Daniel y Erik entraron en la sala común se encontraron con Alanna, una chica de unos diecisiete años, de estatura media, con rizos castaños claro y grandes ojos color miel. En conjunto con su cuerpo fino y curvilíneo, la chica era una preciosidad. Jugueteaba con una de sus numerosas pulseras mientras discutía con Christian sobre música. El joven era un año menor que ella pero le sacaba casi una cabeza a la muchacha. Sus ojos eran una mezcla de marrón y verde, que iban a la perfección con su tez ligeramente broncínea y sus cabellos de color rubio tostado que le caían desordenadamente sobre la frente. Jugueteaba con sus finos dedos con un puñal, tumbado con aires despreocupados. Ambos levantaron la vista cuando los vieron entrar.

- Cuanto tiempo Dan –saludó Alanna con una sonrisa deslumbrante-. Has crecido y todo.
- Sí, ahora soy más alto, más guapo… pero estoy mucho más solicitado –añadió lanzándole una indirecta a Erik, que estuvo tentado a pedirle el puñal a Christian y clavárselo en el cuello.
- No pienso darte el arma –recalcó el joven al ver su expresión asesina hacia Daniel.
- Venga, no os peléis –intentó calmar Alanna.
- Es instinto por naturaleza –contestó Daniel sentándose a su lado.

Christian refunfuñó un poco pero bajó las piernas del sillón y repantingó dejando espacio a Erik para sentarse.

- No tienes elegancia –le recriminó la chica.
- Pero sé fingir que la tengo –contestó tajante.
- ¿No os preguntáis qué hacemos aquí? –inquirió Daniel.
- Algo nos contó Erik, pero tenía esperanzas de que fuese una visita de cortesía –contestó la muchacha con voz aterciopelada.
- ¿Y cuándo has visto a este imbécil siendo cortés? –alegó Erik.
- Volviendo al tema, nos quedaremos aquí por el momento.
- ¿Esa chica es nefilim no? –preguntó Christian receloso.
- Es nefilim y de las guapas, justo de las que te gustan –contestó Erik.
- ¿No tienes ya suficiente competencia conmigo? –le provocó Daniel.
- Me conformo con ver que te pondrá las cosas difíciles a ti también.
- Pues sí que debe de estar… -calló al ver la mirada de advertencia amenazante de Alanna- Soy un tío sin elegancia, ¿qué esperas que diga?
- Convocaremos una reunión para mañana. Me voy a la cama.

El resto de la comitiva se levantó y se dirigió al ala de las habitaciones.