Aqui os dejo esta pequeña historia.
La idea me la dió un amigo,espero que os guste^^
La noche ya se alzaba sobre el reino de la luz y colaba su aliento frío por la ventana de aquella habitación.
Una habitación gris, carente de todo color, bañada por la oscuridad, pero con una pequeña luz, allí en una esquina sobre una camilla, y el sonido de una respiración débil.
Allí estaba ella, observando las estrellas desde el que podría ser su lecho de muerte, ella dirigiendo sus ojos verdes a lo único que ella había admirado en su corta existencia.
Hermoso...Pensaba que el cielo era tan hermoso que el hecho de quizás no poder volver a verlo jamás hizo que su cuerpo temblase.
Sabía perfectamente que su tiempo ya se había acabado, años atrás, pero que por alguna razón que ni ella ni los médicos comprendían, seguía allí.
Pero en el fondo estaba cansada, de la debilidad, de la incertidumbre y de la sensación de estar viviendo en un sueño, pisar cristales...
Una lágrima cayó por su mejilla. Se sorprendió, ella ya no lloraba, ella era fuerte... Fuerte...
Se aferró a la sábana blanca, que olía a plástico, todo tenía un olor artificial, la asqueaba, y odiaba verse a sí misma como siempre en la camilla de un hospital, sin fuerzas para moverse, sin ganas de seguir. Pero con esa sensación de calidez en ella, como si alguien en algún lugar estuviese pendiente de ella, y había frío, un aroma gélido en sus sueños, unos ojos grises...
Había aprendido a amar a esa figura de sus sueños, que cada noche estaba con ella, solo conocía su voz y su mirada... No recordaba nada más, pero eso le bastaba.
Se dio cuenta de cómo aumentaba la oscuridad de la habitación, como el frío aumentaba... Se cubrió hasta el cuello y se estremeció de miedo y frío.
Había alguien junto a ella, lo sentía en cada célula de la piel, y esa presencia... Era casi familiar.
-¿Por qué lloras?
Allí estaba, la voz de sus sueños, una figura avanzando hacia ella entre las sombras.
-No estoy llorando.
Contestó creyendo que quizás aquello era otro sueño.
-¿Ah no?- Susurró dejando notar en su voz una risa, leve y dulce a la par que gélida. Mientras qué, con la punta de unos dedos fríos y pálidos rozaba su mejilla y las limpiaba.
-¿Eres real?
-Sí.
Ella tembló cuando por alguna razón sintió una punzada de esperanza, y reunió valor para mirarle.
-¿Eres un ángel? –A la vez que preguntaba, hallaba su propia respuesta. No, el no era un ángel.
El no respondió, solo siguió acariciando su rostro, hasta que perdieron la noción del tiempo.
-¿Voy a morir verdad?- Susurró abrazándole.
-Todo morimos.
-Tú no...-lo miró fijamente, aquello no tenía sentido, pero no quería pensarlo.
No importaba que aquello no fuera real, que él fuera la muerte o quien sabe que.
-Eso es lo que crees.
En un segundo, y ya no había distancia alguna entre sus labios, sus manos perdiéndose en la piel del otro... El frío de la muerte, el calor de la vida fundiéndose en un eterno beso, sentencia de muerte.
-Te amo.- Dijo entonces ella dejándose caer sobre el lecho blanco iluminado por la resplandeciente luna.
-Para siempre amor mío.
<< Aquí recibo el precio de mi traición, con su muerte pierdo mi eternidad,
Con este acto firmo mi eterna sentencia arrastrándome a mí señor de las tinieblas con mi propio poder al vacío de nada. Muerte que has sido mi estampa, oscuridad que me has dado la existencia, os regalo mi cuerpo cansado de mantenerse.
La muerte obtiene su triunfo en cada fin, ahora le otorgo su mayor victoria. >>
Tras este pensamiento, y otro beso en los labios de la princesa sin vida, la sombra sobre su camilla desapareció, entre gotas de oscura sangre y una tranquila sonrisa.
Y allí la luna borró los restos de caída del mortal ángel, junto a su amada, su verdugo.
Tema: Tu,mi muerte 
Vie Feb 12, 2010 6:47 pm
