Danalice Mundano
| Tema: .:.*Mortal*.:. Dom Mayo 30, 2010 11:33 pm | |
| A ver, os comento: Nicolas es un chaval de 19 años, mujeriego, pasota, simpaticón, y realmente guapo para toda fémina y quien no es fémina, con una cualidad especial, su oído esta más desarrollado que el de el resto de los humanos, que se muda a Orihuela, una ciudad de Alicante, donde las cosas no son realmente como el esperaba. Después de superar con demasiada facilidad su fracaso en los estudios, Nicolas decide empezar una nueva vida, sin olvidarse de su abuela a la que cuida, más bien ella cuida de él. Su vida cambia cuando conoce a Sofía, una estudiante de escelentes notas y de una belleza exotica que llama su atención. Pero esa chica tiene problemas que harán que Nicolas cambie, al menos lo hará su vida.Ese es más o menos el argumento. Os aviso de que tengo faltas de ortografía, que la de filosofía casi me catea por culpa de ello, y bueno, si veis alguna...(haced como si nada, ya me entendeis... ) Os pongo el primer capi a ver que os parece... Capítulo 1 -¡Nicolás, haz el favor y baja de ahí, tienes que ir al instituto!-La voz de mi abuela suena desde la cocina. Puedo sentir su respiración cansada a pesar de la distancia a la que nos encontramos. En realidad puedo sentir toda la energía que hay a mi alrededor y ello también implica los gritos que está pegando la vecina que tengo al lado. Lo bueno es que puedo controlarlo y eso es un alivio para mi ya que no podría estar escuchando todo el rato el alboroto del instituto, me volvería loco. Mi abuela dice que es un problema de nacimiento, que a algunos niños le pasa y que con la edad lo puedo ir controlando. -Ya voy abuela.-Digo sin ganas. Me levanto de la cama, agarro los pantalones que están a los pies y me los pongo con tranquilidad. Si hay algo que me caracteriza es esa pasimornia de la que mi abuela esta harta. Llevo dos años en el mismo curso, y a pesar de que este año me estoy poniendo las pilas más que en los otros, he vuelto a repetir. Ella me dice que no tengo futuro si hago el vago y en cierto modo le doy la razón, pero ¿que puede esperar de mi? No tengo el aval de unos padres que me puedan pagar la universidad, con lo que yo gano en el burguer tengo para pagarle la luz y el agua a mi abuela, lo que sobra para comprar cosas que necesitamos para la casa y si ahorro algo es un milagro. Mi abuela se hizo cargo de mi cuando mis padres fallecieron en un viaje que hicieron por causas de trabajo. Me han expulsado de dos institutos por mal comportamiento y ahora esta es mi última oportunidad para poder empezar la vida de nuevo. Resulta que mi abuela vendió la casa y las tierras donde vivíamos antes y nos mudamos hace un par de días a esta casa. Esta más cerca del centro y no hace falta que coja el autobús para ir a clase. El barrio parece bastante familiar, todos y cada uno con su familia feliz...que asco... Esos no saben como de dura es la vida, que me lo digan a mi. Mi abuela me acogió con 2 años. Yo vivía en otra ciudad por aquel entonces, y estaba a cargo de una señora (según me ha contado mi abuela) que me cuidaba las 24 horas del día cuando mis padres se iban de viaje. Mi abuela venía a visitarme todos los días para ver como estaba. Lo cierto es que cuando se enteró de la noticia de que mis padres habían muerto ella vino a recogerme enseguida. Por aquel entonces...haciendo cuentas...(Que conste que soy de letras)... tendría unos cincuenta y cinco años. Mi abuelo todavía vivía y aún recuerdo las tardes que me llevaba al parque para jugar con los patos de la glorieta Gabriel Miró. Hace dos años que él murió y eso fue un golpe muy duro para mi abuela. ¡NICOLÁS!-Grita desde la cocina. Me asusto. Mi abuela tiene una voz demasiado aguda, tanto que hasta hace daño a los oídos.-Baja tu culo de allí arriba si no quieres que suba y te baje de la oreja. Parece mentira que tengas 19 años. Te sigues comportando como si tuvieses 12. Si, esa es la típica frase que repite todos los días por cada cosa que hago mal: Parece mentira que tengas 19 años. Te sigues comportando como si tuvieses 12. Y como siempre, yo me la paso por...bueno, tu ya lo sabes. Voy al baño para lavarme los dientes y la cara, me seco y bajo las escaleras para ir a la cocina. Esta casa es bastante grande tiene un aire típico de una casa de los años 40, con todo muy antiguo. Lo único que se salva es mi habitación, que está llena de cosas nuevas, Ipod, PC, una minicadena, y mi preciado tesoro: la Xbox 360. Todos son cosas que me he podido comprar con lo que he ahorrado en el burguer y con el dinero que me da mi abuela en raras ocasiones (muy raras, créeme, mi abuela es muy tacaña). Además de la cuenta corriente que mis padres me dejaron en el banco. Aunque la abuela no me deja usarla, dice que es para pagarme la universidad si algún día voy. Cuando estoy abajo miro el reloj de la cocina, quedan 10 minutos para que toque el timbre y tardo en llegar 20 minutos andando... -Mierda.-Me digo y suspiro. -¿Qué hacías ahí arriba que has tardado tanto?-Pregunta mi abuela mientras saca una tostada de la tostadora y me la sirve en un plato.-¿Se te han vuelto a pegar las sabanas? Normalmente me duermo cuando me suena el despertador. Si, no puedo evitarlo, soy muy dormilón. -¿Es que no comprenden que los niños necesitamos dormir?-Bromeo. -Ja.-Se mofa mi abuela.-Tu la inocencia de niño la perdiste hace mucho tiempo. Joder, como me conocía... Si es que sólo le faltaba haberme parido. Cojo la tostada aún quemando que ha sacado de la tostadora y me la meto a la boca con rapidez, le doy un mordisco y beso a mi abuela en la cara. Agarro la mochila que he dejado encima de la silla y me voy. -¿Sólo vas a desayunar eso?-Pregunta mientras salgo por la puerta de la cocina.-Mira que te puede dar un mareo... -Luego compraré algo en la cantina...-Digo mientras abro la puerta de casa.-no te preocupes tanto por mi, preocupate más por ti y deja de hacer las cosas, luego viene Lisa a limpiar,- Lisa es la chica que viene a limpiarle a mi abuela todos los días.-Que para eso le pagan. Por cierto mi abuela se llama Águeda, y es la persona a la que más quiero de este mundo. Ella es como una madre. Me ha criado y me ha consentido en lo que ha podido. Trabajó como enfermera en el hospital y hace bastante que se jubiló. La quiero demasiado. Me duele que ella tenga una enfermedad como el asma, se le ha intensificado en estos últimos meses por culpa de un resfriado que cogió. Me dirijo al instituto, corriendo rápido, por su puesto. En mi camino me encuentro con varias cacas de perro que trato de esquivar. Aunque llego tarde, detrás mía siguen más rezagados como yo. El día había amanecido bastante nublado incluso se puede atisbar la densa niebla en las calles, pero como mi abuelo decía: si hay niebla, el día será soleado. Esto es lo normal en una ciudad como Orihuela, donde la humedad es la reina del ambiente y el río huele muy mal. Es una muy pequeña, de unos 40.000 habitantes, está en la comunidad Valenciana, olvidada por el paso del tiempo. En el pasado fue una gran ciudad, incluso tiene monumentos muy valiosos como una catedral gótica y un castillo de la época musulmana española. Yo paso de la peña que se cree más que nadie por ser algo en la ciudad, y, según tengo entendido, la gente de Orihuela es así. Ojalá me equivoque, pero apenas llevo aquí dos días y ya me están cayendo mal los vecinos. La verja del instituto aún sigue abierta, pero me da mala espina aquel profesor que está en la puerta principal con una lista en la mano. Subo las escaleras para poder llegar a la gran puerta blanca con cristales. -¿Nicolás Picazzo?-Pregunta el profesor con cara de mala leche. Es calvo, con bigote y se parece mucho a Super Mario Bross con canas en los pocos pelos que le quedan en la cabeza. Es más bajo que yo, bueno, para ser más bajo que yo no hace falta mucho, mido 1, 85. -Yo mismo.-Contesto. El asiente y me pide que lo acompañe. Se dirige por el pasillo hacia una gran sala donde hay más profesores, me hace esperar durante un instante y luego sale con una hoja que se supone que es un horario. No hablaba, pero estaba seguro de que hoy estaba de mala leche, por su expresión parecía no haber dormido bien, y sus arrugas me decían que este hombre sufría de estres o algo por el estilo. Subimos las escaleras donde nos lleva a otra planta, pero no es hasta la segunda y última donde para y me hace un gesto con la mano para que lo acompañe. -La primera clase a la izquierda.-Dice casi sin mirarme a los ojos. Estira la mano y me da el folio con el horario.-Llegas diez minutos tarde, espero que te echen la bronca aunque sea tu primer día.-Que cachondo el tío. Sigue sin mirarme.- Si necesitas ayuda Encarnita puede ayudarte o si no avisa a algún profesor. Mario Bross me deja con todo el pastel, después de haberme entretenido en la sala de profesores, y con un horario en la mano que me podía haber dado en el recreo. Se aleja por el pasillo y me quedo enfrente de la puerta de madera pintada de color blanco. -A ver, te has enfrentado a cosas más difíciles toda tu vida...-Me digo.-Además te han expulsado de dos colegios en Alicante ¿Por qué te da miedo tocar y abrir la puerta? Suspiro. -Porque sé que todos los ojos me apuntarán a mi de nuevo y me da la sensación de que cuando entre ahí dentro algo va a cambiar...-Murmuro. No. No tengo doble personalidad ni nada por el estilo, sólo es que a veces tengo que pensar las cosas muy bien. Cierro los ojos para concentrarme. Miles de voces se cuelan en mi mente, esperando a que nadie les oiga. La profesora esta explicando a Descartes y su duda metódica. -¡Que divertido!- Bromeo. Hay muchos que no saben ni papa, maldicen al pobre pensador por lo bajo, pero hay una voz muy difícil de oír que me llama la atención. Es dulce y tímida y se sabe correctamente todas las respuestas antes de que la profesora las diga. Conforme me concentro más en esa voz se hace más fuerte y es como si no dejara de parpadear en mi mente una señal de advertencia. Esa sensación me hace estremecerme y no puedo evitar sentir un escalofrío que recorre todo mi cuerpo. Abro los ojos y respiro. Cojo aire y toco a la puerta y por fin abro. -¿Se puede?.-Pregunto. Y como ya había adivinado, 29 miradas se clavan en mi. La clase está en silencio, no puedo escuchar ni una voz a pesar de mis intentos-Soy Nicolás Picazzo, y soy nuevo, vengo de hablar con un profesor que me acaba de dar el horario... -¿Sabes que hora es?- Pregunta la profesora. Ella es más joven que el Mario Bross, pero ya ronda los 45 años. Es bastante alta, y su pelo es rojo fuego. Parece simpática porque no deja de sonreír. -Si, yo... bueno, la puntualidad no es mi punto fuerte, que digamos.-La clase se ríe con mi comentario y la profesora les imita. -Anda, siéntate en el único sitio libre que queda.-Dice señalando la última fila de su derecha, junto a las ventanas.- Dile a tu compañera que te preste los apuntes, seguro que estará encantada de dejártelos. Eso espero.-Me digo. Mientras me dirijo a mi sitio, no se porqué pero causo furor entre las niñas, que murmuran algo así como: “Joder, como está el tío.” “¿Cuantos años crees que tiene?” “Me da la impresión de que estoy fuera de su alcance” “Este es para mi.” ¿Quién se han creído que soy? ¿El juguete nuevo de la clase? Vale. Genial. No pretendo ser ningún muñeco para ninguna, ni menos su gigoló. ¿Acaso tengo pinta de ello? Mi abuela me dice que soy el chico más guapo de todo el planeta, pero eso lo dice por que es mi abuela, aunque debido a esto parece que tendré que creérmelo. A pesar de que lo intento no puedo evitar reírme disimuladamente. Miro hacia atrás y como esperaba todas las niñas mirando mi trasero y las vocecillas cesan al instante. Bueno se acabó. Me siento en la silla y saco de la mochila un bolígrafo y un cuaderno. Suspiro y miro hacia mi derecha. Una chica bastante peculiar me esta mirando. Tiene el cabello liso y de un color bastante raro, pero viendo a las demás juro que es el más precioso que he visto. Es como un cobre muy claro tirando casi a castaño claro. Sus ojos parecen dos enormes focos marrones que me miran con expresión tímida. Tiene una cara muy fina y a pesar de que no puedo ver más que un chaquetón enorme de color negro, juraría que la chica no está mal. Pero hay algo que me desconcierta: Yo la he visto antes, pero no sé en donde. -Hola.-Digo sonriendo.-¿Nos hemos visto antes?. La chica se asusta. Vale, soy demasiado impulsivo. Empecemos de nuevo. -Quiero decir, a lo mejor no te acuerdas, porque yo tampoco, pero me suena tu cara de haberla visto. Ella se encoje de hombros y sonríe tímidamente. Parece un cachorro asustado. No pienses mal pero es que mis comentarios son así. -Yo soy Sofía.-Dice al fin muy bajo, pero claro yo lo puedo oír todo. Es la dulce voz de mi cabeza, la que contestaba a todo. Mientras la profesora está apuntando unas cosas en la pizarra, y los alumnos se ponen a hablar mientras ella da la espalda a todos. De repente todos los ojos se posan sobre mi. -Encantado Sofía.- Me acerco a ella y le digo en voz baja imitándola. Ella, como respuesta, se encoge.- Hume ¿Verdad?-Pregunto señalando la pizarra con la cabeza. Ella asiente.- ¿Te gusta la filosofía?-Vuelve a asentir.- A mi no. Lo cierto es que ya son 2 años en el mismo curso y no se me queda nada.-Silencio, no hace nada. Sólo mira por la ventana.- ¿Tienes los apuntes?-Vuelve la cabeza hacia mi y me los muestra, acercando la libreta con letra cursiva y toda llena de colores. (Típico de una chica)-Gracias. ¿Esta todo?-Antes de que ella conteste me adelanto.- Bueno, para que preguntar, veo que si.-Digo pasando las hojas y viendo que esta todo lleno. Ella me mira y se sonroja.- Tranquila, esto esta bien, por lo menos no eres tan desastre como yo.- Digo enseñándole la libreta que tenía encima de la mesa, llena de apuntes sin terminar. Ella se ríe y eso me complace. Entonces la profesora murmura algo como: “Ya está” Y empieza a explicar. Durante esa clase me aburro demasiado, tanto que no puedo dejar de juguetear con el bolígrafo que llevo en la mano. Sofía parece estar entusiasmada y escucha a la profesora sin parar de contestar por lo bajo a las preguntas que hace, y que nadie quiere contestar porque no se enteran de nada. (Me incluyo) Sofía tiene una especie de don para esto de los estudios, y a mi me cuesta comprender como puede contestar tan animadamente en una clase tan aburrida como esta. Después de un rato pensando que iba a hacer esta tarde y de juguetear con el bolígrafo, apoyo mi cabeza sobre mi mano, esperando a que se acabe, pero conforme pasa el tiempo parece que todo va a cámara lenta. Miro disimuladamente a Sofía, sin que ella se pueda dar cuenta y observo en ella un atisbo de vacío, una señal de que no es feliz, de que tiene demasiada responsabilidad sobre sus hombros y que hace lo posible por seguir con vida. Sus ojos aunque son de un color como el chocolate irradian necesidad de libertad, de cumplir sueños y hay algo muy grande que lo impide, algo tan grande que no concibo saber de que se trata. Las clases siguientes son un coñazo. Si la de filosofía lo era, las que siguieron después fueron un verdadero coñazo. Tenía demasiado visto el reloj y el hambre comenzaba a retumbar en mi estomago. Las tripas rugían y apenas podía mantener la atención en el profesor. Cuando el timbre suena bajo las escaleras lo más rápido que puedo y me pido un bocata de chorizo. Subo de nuevo, esperando a que no haya nadie en clase y que pueda estar un rato solo sin ser el centro de atención. Entro en la clase, con mi bocadillo, al cual le doy otro bocado enorme y lo mastico con rapidez. Mira que me lo había avisado mi abuela con antelación, pero nada, soy más cabezón que una mula. Para mi sorpresa, Sofía está allí, con el Ipod en sus orejas y un libro en la mano. -Hola.-Saludo mientras que me siento a su lado.- ¿Has desayunado?-Pregunto. Ella asiente tímidamente sin apartar la vista del libro. Lo cual me parece raro, ¿No tiene puesto el Ipod? -¿Puedes escucharme?-Pregunto. Como de costumbre ella asiente y (aunque parezca imposible) dice: -No lo tengo encendido.-Contesta.- Es sólo para que no me molesten.-Y sonríe. -Aja.-Asiento.-¿Qué lees?-pregunto. Ella pone los ojos en blanco. -Nada en especial.-Contesta. Espero a que diga algo más, pero un silencio sepulcral nos invade, y claro, como yo no aguanto esos silencios los corto enseguida. -Pero tendrá un nombre.-Digo buscando en el libro con la vista la portada. Ella pone un separador y lo cierra, luego me lo da. Ojeo el libro de color negro, que tiene la foto de una luna purpura en la portada. -Se llama “Los secretos de la Luna”-Contesta con su dulce voz. -¿Va de la luna o algo así como las mareas y esas cosas?. -No, es...-Estoy seguro de que estaba a punto de decir, estúpido, pero se calla y ríe.-...Es una novela de ficción, en la que una chica cree volverse loca al conocer al hijo de su madrastras, que es bastante extraño... -Ah...Entonces es como esas novelas de amor en las que el chico se enamora de la chica y viceversa... Sofía se echa a reír. ¿Qué he dicho que sea tan gracioso? -Es una novela de amor...Se supone que se enamoran.-Contesta al fin sin parar de reír tímidamente. Bueno, si, tiene razón. Ha sido una contestación estúpida. -Entonces habrás leído los libros esos de vampiros tan famosos... Ella asiente. -¿Tu los leíste? -No.-Digo lo cual parece que no le sienta muy bien.-Pero, créeme, los leeré. Quizás algún día que no tenga nada que hacer y tenga tiempo. Ella suspira hondo y frunce los labios. -¿Desde cuando estas viniendo a este instituto?-Pregunto y le devuelvo el libro que tenía en mis manos. -Desde que salí del colegio.-Contesta abriendo el libro por la pagina señalada. Y para mi sorpresa ella me pregunta.-¿Y tú porqué has entrado nuevo?-No aparta la mirada del libro pero sé que tiene interés por saberlo. -Por que me han echado del otro instituto al que iba.-Ella dejó el libro y me miró extrañada y un poco asustada.- Tranquila, no muerdo, .-Suspiro.- Simplemente me acusaron de intento de violación.-Digo como si nada. ¿Por qué no me puedo callar la puñetera boca? A veces tengo que medir más mis palabras. La chica se apartó de mi, como acto reflejo y se levantó del asiento -Espera, espera, espera...-Le digo cogiéndola del brazo.-...que yo no he intentado violar a nadie...-Ella, sin embargo, no creía mis palabras.- ...Fue por despecho, es decir, corté la chica con la que salía antes se enfadó conmigo y bueno le dijo a su padre, el director del instituto, que yo la había intentado... ya sabes...-Ella seguía asustada.- Bueno, total, que me llevaron a comisaría y declaramos los dos por separado, y los amigos con los que yo estaba en el momento que dijo que la había intentado violar y, como no era cierta su versión, concluyeron que todo se lo había inventado por despecho.-Le sonreí esperando una respuesta. Pero claro, ella seguía asustada.- Vamos, no te enfades conmigo, no voy a intentar hacerte nada. Jamás lo haría. Además eres una niña. Eso pareció molestarla y me miró fulminándome. -¿Cuantos años tienes? ¿15? ¿16?-Pregunto. Sofía se sienta, cruza los brazos y mira a la ventana. -Diecisiete.-Contesta al rato. -Sigues siendo una niña para mi.-Le digo riéndome.-Pero quizás podamos ser amigos. La chica deja de mirar por la ventana y me mira sin comprender. Por suerte la campana suena en ese mismo momento y las clases vuelven a empezar de nuevo. Quizás no he sido muy sutil, o a lo mejor es que simplemente tener amigas se me da mal. Lo que si que se es que podía callarme la boca de vez en cuando, quizás me ahorraría más de un sufrimiento. Después de esas horribles horas de clase, lo único que me queda es esperar que el día cambie como sea. La verdad es que todos me han dejado de lado y nadie se ha acercado a preguntarme nada. Quizás sean muy observadores. Lo bueno de todo esto es que al menos todavía tengo a mis amigos de Alicante, que por cierto, hoy tengo que llamarles para quedar el próximo viernes. Mi vida social siempre ha sido buena, que queréis que os diga. Pero claro llegar nuevo a una clase y que te acepten a la primera es cosa de mucha suerte, cosa de la que yo carezco. Sofía no parece mala muchacha, incluso me llama la atención por como es, parece reservada y callada, también lista y amable. No sé pero como se dice en estos casos: Tengo un buen presentimiento. Cuando toca el timbre, todos empezamos a recoger, dejando al aburrido profesor de inglés a medias. Recojo mis cosas y las meto en la mochila. Como es lógico miles de voces se cuelan de nuevo por mi mente debido al alboroto que provoca la campana y eso me produce un dolor de cabeza terrible que como consecuencia desemboca en un mal humor. -Hasta luego. Nos vemos mañana-Me despido de Sofía y le guiño un ojo. Ella me sonríe tímidamente y murmura como “Hasta mañana” y luego añade más bajo aún “Ojalá no te coman el coco”. Eso me deja un poco extrañado-Te devolveré los apuntes-Digo al fin. Ella asiente mientras recoge sus cosas muy minuciosamente, como si estuviese esperando a que alguien se fuese para luego salir corriendo. -¿Esperas a alguien?-Pregunto indiscretamente. Ella me mira, parece que lo dice todo con su mirada: hay miedo en sus ojos. -No, nada...-Dice apartando los ojos rápido de mi.-...Es sólo que, bueno, no importa... Se levanta de su sitio, sonríe tímidamente y se marcha andando rápido.Buenooo....espero que comenteis, no sé yo...Lo cierto es que iba a ser un libro pero luego me cansé de escribir porque no tenía tiempo. A la semana que viene, o quizás esta semana logre poner algo, aunque no prometo nada. Gracias!!! | |
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