Por fin!! Lo pasé al ordenata!! Este es el capi con la escena HOT xDxD (lamento si es poco HOT, pero es que tenía que hacerme publi xD)
Espero que os guste^^
Capítulo 4. Tercera parte:
Kyle pasó a la cocina donde estaba Juddy, comiendo. La joven le saludó con un movimiento de cabeza. Estaba llena de heridas y cortes, pero parecía no importarle. Kyle se apoyó en la encimera, cogió una manzana y comenzó a jugar con ella.
- ¿Por qué fuiste a ver a los vampiros? –preguntó el chico.
- Tenía que saber si Erika era descendiente de ellos, no podía dejarlo estar –explicó mientras se comía otra galleta.
- ¿Y lo es? –dijo Kyle.
- No, claro que no. Pero he averiguado cosas sobre su marca bastante importantes. Me queda confirmarlo pero todo apunta a que sí. Si es cierto lo que sé, tendríamos a una chica peligrosa instalada en casa.
- ¿Peligrosa? ¿Cómo va a ser Erika peligrosa? Hoy casi la matan en dos ocasiones.
- No lo entiendes. Esa marca en su brazo quizás sea de la familia Bluelagoon –comentó la joven-. Los vampiros tienen una biblioteca enorme, ¿sabes? Y encima me sueltan ahí, como si no pudiese salir a golpes por la fuerza…
- Espera, espera… ¿Bluelagoon? ¿Entonces ella…? –inquirió el chico.
- Sí, y, además de eso, a lo mejor por sus venas corra sangre de Logan. Eso sería una explicación a lo de que pueda vernos.
- Un momento, déjame intentar asimilarlo. Erika, una chica que ha crecido sin conocer a penas el mundo exterior y ni siquiera conoce a sus padres biológicos quizás tenga sangre de Logan y nos pueda controlar contra nuestra voluntad –Juddy asintió-. Vale, tienes razón, suena peligroso ¿Quieres que la llame?
- Si no es mucho pedir… Necesitamos que nos cuente todo lo que recuerde de su niñez.
Kyle dejó de jugar con la manzana y la colocó sobre la encimera. Salió de la cocina y subió tranquilamente al segundo piso. La puerta del dormitorio de Erika estaba abierta. El joven dudó en llamar pero, finalmente, pasó. La habitación estaba patas arriba: la cama dada la vuelta contra la pared, la ropa que Juddy le había dado a Erika esparcida por el suelo, la ventana abierta de par en par y el armario abierto con la puerta medio rota. Kyle se adentró más en el cuarto. Al pisar por la sala, hizo algún ruido y algo se sobresaltó detrás de él. El joven se giró instintivamente. Ahí, ante él, rebuscando en el mueble se encontraba un chico de unos dieciséis años. El muchacho era castaño, alto, delgado, de tez blanquecina y sus ojos rojos como el rubí. “Un vampiro”, pensó Kyle, pero luego recapacitó: “Los vampiros no salen de día”. El chico llevaba unos vaqueros oscuros y una camisa blanca de botones. El desconocido miró a Kyle fijamente.
- ¿Quién eres tú? –preguntó el joven de ojos rojos.
- Te has colado por la ventana del segundo piso de mi casa y has destrozado el cuarto de invitados, ¿no debería ser yo quien hiciese las preguntas?
- ¿Cuarto de invitados? ¿No es aquí donde se supone que se aloja la chica?
- Veo que has ignorado por completo mi comentario sarcástico –comentó Kyle-. Creo que estás mal informado, por lo que o sales tú o te saco de aquí a mordiscos.
- Ya veo, tú eres el hombre-lobo. Kyle creo que te llamabas… ¿no me recuerdas? Nos vimos hará unos diez años.
- No, no te recuerdo. Sostengo mi anterior amenaza.
- ¿De veras? Te refrescaré la memoria. Hace diez años, una noche, tú dormías ahí en tu cuarto, tranquilamente. Entonces, te despertaste bruscamente cuando alguien te intentó quitar el collar que llevas con la piedra azul –dijo señalando el cuello de Kyle-. Y mira que me esmeré para no hacer ruido, pero te levantaste y me atacaste. Me pillaste desprevenido y se me cayó el rubí. Por tu culpa me gané una buena bronca… ¿ahora me recuerdas?
Los recuerdos de aquella noche asaltaron la cabeza de Kyle. Recordó esos ojos rojos en la oscuridad, intentando arrancarle el cuello, literalmente. Él se liberó de sus garras y, una vez en forma de lobo, le arañó el pecho. Tenía sólo seis años cuando eso ocurrió, pero era tan fuerte como cualquier adulto. A su atacante se le cayó una piedra, un rubí que le era muy familiar: el rubí de su fallecida madre. Aquel rubí fue un regalo anónimo a su madre por su segundo embarazo. Tras su muerte, guardaron el rubí como un recuerdo, allí, en su casa de Londres. Tiempo después, lo robaron cuando no estaban en casa y se la destrozaron, por lo que se tuvieron que mudar a Manhattan, donde el desconocido de ojos rojos les atacó, pero, como él relató, perdió la piedra.
Al recordar todo aquello, una chispa de cólera pintó los ojos de Kyle.
- Si lo que buscas es la piedra de Aiden, no la tenemos –dijo el joven.
- ¿A, no? ¿Estás seguro? Mi tutor no opina lo mismo.
- ¿Tu tutor? ¿De qué me estás hablando?
- Nada, ahora no tengo tiempo para conversar... ¿dónde está la chica?
- ¿Para qué quieres a la chica? Lo que estás buscando son las enaid graig, no entiendo para qué la quieres a ella.
- No es asunto tuyo, ahora vete y déjame hacer mi trabajo.
Kyle se enfureció y saltó sobre el muchacho. Este se movió muy rápido, haciendo que el joven cayese dentro del armario. El chico de ojos rojos le empujó más adentro, cerró las puertas con fuerza y apoyó en ellas su peso mientras Kyle las golpeaba para salir. El joven murmuró algo por lo bajo y de las manos le comenzaron a salir chispas rojas flameantes. Pasó una de ellas sobre la cerradura del armario. En ese momento, Erika apareció en el cuarto, mojada y envuelta en una toalla. La joven se quedó parada, mirando al desconocido.
- Quién eres tú y qué haces en mi cuarto –dijo Erika, enfadada.
El joven de ojos color rubí se quedó paralizado, observándola de arriba a abajo. El chico se sonrojó, Erika iba prácticamente desnuda.
- Responde o sales por la ventana, te aseguro que será un aterrizaje forzoso –comentó la joven.
- Me llamo Gadiel –respondió a duras penas- ¿Tú eres Erika?
En ese momento, las puertas del armario comenzaron a retumbar con más fuerza, atrayendo la atención de la joven.
- ¿¡Qué sucede ahí arriba!? –chillaba Juddy en el piso de abajo.
- ¡¡Erika!! ¿¡Estás ahí!? –gritaba Kyle dentro del armario.
- Pero, ¿Qué ocurre aquí? –dijo Erika, girándose hacia Gadiel.
El joven parecía confuso, indeciso. Pasó la mirada de Erika al armario, después a las escaleras por las que podría subir Juddy en cualquier momento, y luego de vuelta a la joven. Finalmente, murmuró una palabrota y salió por la ventana. Erika se asomó rápidamente por ella, pero no había rastro de Gadiel. Entonces, escuchó de nuevo la voz de Kyle, que golpeaba el armario intentando salir. La chica se acercó al mueble. La cerradura despedía chispas rojas, parecidas a fuego, pero no se extendían ni desprendían calor.
- Ese tío era un hechicero fijo, veo las llamas por el agujero de la cerradura, además un hechicero de los buenos… -dijo Kyle golpeando de nuevo la puerta desde dentro- ¡Mierda! ¡No consigo salir! –gritó, cesando por un momento los golpes- Erika, no te acerques a las chispas, es un hechizo demoníaco, podría ser letal…
Kyle volvió a dar empujones cada vez más fuerte, pero la puerta no cedía. Erika fue a intentar ayudarle. Sin querer, tocó levemente la cerradura y las chispas rojas desaparecieron de repente. El chico, que seguía golpeando con todas sus fuerzas, dio un último empujón que hizo que la puerta se abriese bruscamente y él cayese al suelo derribando a Erika, ahora debajo de él. Sus miradas se cruzaron y ambos se sonrojaron levemente.
- Sabes, esta escena se podría malinterpretar debido a la poca ropa que llevas –comentó Kyle.
La respiración de Erika era irregular y su corazón latía a una velocidad vertiginosa, pero trató de que su voz sonase firme cuando le contestó:
- Cállate, que tú has salido del armario –se burló la joven.
Sus labios estaban relativamente cerca y Kyle no apartaba sus ojos de los de ella. El joven se fue acercando poco a poco, como pidiéndola permiso para hacerlo. Erika le miraba, quieta y sin quitarle la vista de encima. El cuerpo de Kyle rozaba levemente las piernas desnudas de la joven y el dorso cubierto por la toalla. Cuando ya estaban muy cerca, ambos cerraron los ojos.
En ese momento llegó Juddy corriendo y, al ver la escena, se quedó paralizada en la puerta.
- ¡Pero, ¿se puede saber qué estáis haciendo?! –gritó desde su posición.
Kyle se levantó de un salto, como a un niño pequeño al que han pillado haciendo algo malo. Erika se irguió torpemente, sujetando la toalla con una mano.
- Esto no es lo que parece –decía Kyle.
- ¿¡Cómo que no es lo que parece!? –chilló Juddy aún consternada.
- Juddy, tranquilízate. Bajemos a la cocina, acaba de suceder algo importante que deberías saber –respondió el chico.
- Y que lo digas –comentó su hermana fulminándole con la mirada.
Los dos salieron del cuarto, cerrando tras de sí para que Erika se pudiese vestir.
PD: siguiente cacho en la página 23