Te conocí en Broadway . 8

Me iba de Madrid. Me iba a Nueva York. Cumpliría mi sueño. Cantaría en Brodway en una de las producciones más importantes del año. Había soñado con esto desde que tenía uso de razón y ahora estaba rumbo a Nueva York pero tenía el corazón roto.


Tres días antes


-Entonces te vas - dijo Alan enfadado
-Sí, en tres días
-Pues ya sabes lo que pasa – se giró y se fue decidido
Sabía lo que pasaba. Sí me iba, él se quedaría allí y no estaba dispuesto a esperar a alguien que probablemente no volvería, me lo había dicho pero me daba igual, hacía mucho tiempo había decido tener un futuro y no pensaba desaprovechar la oportunidad por mucho que le quisiese.


* * *

Bajé del avión con las ideas claras. Por fin tendría mi propia vida. No todo el mundo podía vivir con diecisiete años en un piso en el centro de Manhattan, con todo pagado, con chofer y sola. El trayecto fue largo pero cuando llegué, todo supero mis expectativas. El piso era enorme y amueblado a mi gusto. Cómodo, simple pero con estilo. Era perfecto.
-La vendrán a recoger mañana a primera hora para un ensayo – dijo el hombre que había cargado con mis maletas
-Muchas gracias – le contesté sonriendo – Alan, no vales esto. Lo siento – dije riéndome cuando hubo salido.
Me eché en la cama más grande que había visto en mi vida y, aun que no quería pensar en él, lo hice.

Después de instalarme y deshacer las maletas me cambié de ropa. Unos vaqueros cortos, mis viejas Converse azules y una camiseta de tirantes negra. Como siempre, cómodo. Me pasé el cepillo por mi pelo cobrizo suavizando las ondas. Necesitaba salir de ahí y respirar.
Vivía en un cuarto piso pero pasé de coger el ascensor y bajé por las escaleras. Cuando salí y sentí toda la vida de Nueva York me sentí libre. Decidí ir a por un café y acercarme al teatro en el que actuaría mañana. “Qué cantidad de taxis que hay” pensé mientras caminaba por la quinta avenida. Tardé bastante ya que me perdí varias veces pero al final llegué. A la luz del día no era algo espectacular pero sabía que por la noche el teatro estaría lleno de luces y sería precioso. Subí las escaleras y tiré de una puerta. “Mierda, está cerrado” Bueno, lo acabaría viendo tarde o temprano.
-Perdona, ¿puedo ayudarla? – dijo una voz a mi lado
No me había dado cuenta de que había gente por lo que me sobresalté.
-Am, no, no gracias – dije sonriendo al chico que había junto a mí
Era guapísimo. Tenía el pelo negro como la tinta pero sus ojos azules contrastaban haciéndole parecer un espíritu celeste, sus labios rosados eran ligeramente gruesos y su piel, blanca como el talco, parecía suave y perfecta
-Trabajo como acomodador, tú debes ser la nueva ¿no? – dijo en un perfecto americano
Menos mal que toda la familia de mi madre era o inglesa o americana y me habían enseñado su idioma.
-Esto…sí soy yo, venía ver el teatro nada más
-Te acompaño – me dijo conduciéndome a una puerta en el lateral
Accedí complacida. No estaba mal hacer nuevos amigos.