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 Recuerdos congelados

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3 participantes
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Hecate
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Hecate



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MensajeTema: Recuerdos congelados   Recuerdos congelados Icon_minitimeMiér Feb 10, 2010 11:31 pm

Aqui estoy otra vez con una improvisación que hice hace poco ^^


Abrí los ojos como cualquier mañana, otro jueves más, exactamente igual al día anterior, y el anterior, siempre todo una rutina, desde que...
Sacudí la cabeza para no seguir pensando en ello, para no pensar simplemente.
Remoloneé entre las sabanas blancas mientras la voz de mi madre sonaba desde el otro lado de la puerta:
-¡Izzy cariño levántate o llegarás tarde al instituto!
-Ahora voy mamá.
No quería levantarme, no quería pisar aquel lugar y ver su asiento vacío, hoy quizás si me derrumbaría. Pero tenía que hacerlo, seguir adelante como él me había pedido aunque eso significara luchar contra mi propia agonía.
Con el dorso de la mano me rocé las mejillas por si alguna lágrima había conseguido fugarse, pero no, esta vez las había contenido bien.
Me estiré perezosamente, di una vuelta más y le dediqué a la ventana cubierta por la persiana blanca un suspiro resignado.
Lentamente aparté las sábanas, me incorporé y al ponerme en pié note el suelo helado bajo mis pies descalzos, temblé pero agradecí aquel contacto que me ayudó a despertar.
-Cariño levántate...-Volvió a decir mi madre desde el otro lado de la puerta justo cuando yo la abría y me encontré de lleno con su cara.
Era increíble la energía que tenía a esas horas del día, y la resplandeciente sonrisa con la que me dio los buenos días y un abrazo.
-Buenos días mamá- contesté con la voz aún ronca-Voy a ducharme, no tardaré.
-Entonces mientras te haré el desayuno.
Me giré para mirarla cuando ya me encontraba en la puerta del baño.
-¿Y ese milagro?- le dije riendo.
Ella hizo una mueca, me echó la lengua y bajó las escaleras hacia la cocina.
La verdad es que la cocina no era el fuerte de mi madre y la mayoría de veces yo hacía el desayuno, otras optábamos por comer cereales, cuando teníamos demasiada prisa.
Entré en el servicio, aquel que mi padre había diseñado solo para mí, una de las ventajas de ser arquitecto...De nuevo lo repasé con la mirada.
La parte superior de la pared era negra y de la mitad hasta el suelo con azulejos blancos que parecían agrietados, con líneas negras oscuras y grises que parecían partirlos a la mitad a la perfección.
El suelo blanco también, impoluto y brillante, la ducha enorme recubierta de una puerta corredera de cristal cuadrada, a mi derecha, junto al lavabo un espejo que nacía del suelo y llegaba hasta el techo...Recordé que antes me gustaba pararme ante aquel lugar y peinarme...Durante mucho tiempo, hasta que mi pelo quedaba desenredado y mientras miraba mis propios ojos...Pero está vez miré al lado contrario ignorando mi propia imagen. No quería verme.
Intenté distraerme y pensé en el examen de historia que se me vendría encima aquel día, la verdad que me sabía bastante bien todo lo que habíamos dado...Siempre me acordaba de las clases de historia, gracias al Sr. Burnley y a su talento de convertir la clase más aburrida en una trepidante historia sobre cualquier hecho pasado. Y era realmente divertido, tanto que incluso los de la última fila dejaban sus insultos y collejas a los demás compañeros para escucharle, realmente tenía algo especial, y se lo agradecía... Era fácil desconectar de mis pensamientos en esos momentos.
Mis pensamientos...Volvieron cuando el agua tibia de la ducha cayó sobre mi pelo y mi piel...Sus ojos azules ardieron en mi cabeza y comencé a temblar, casi no podía respirar cuando sin desearlo invoqué su voz en mis recuerdos, aquella canción...El sonido de un poderoso vuelo de alas gigantes.
El nudo de mi garganta era tan enorme que no podía llorar...Solo temblar, di un paso hacia atrás y mi espalda chocó contra los azulejos helados. Me dejé caer y me abracé las rodillas.
El agua seguía cayendo sobre mí. Y me cubría el pelo, los hombros su vapor caliente ayudaba a que el aire no llegara a mis pulmones. Me estaba ahogando, otra vez.
Me ahogaba su ausencia, sus recuerdos.
-¡Izzy! El desayuno está listo.
Como si me hubiera dado un tirón del brazo para despertar abrí los ojos, me escocían...Y conteniendo la mayoría de mi aire acabé de ducharme, salí y me envolví con una toalla blanca y suave casi como el terciopelo.
Elegí la ropa que ponerme sin casi prestar atención, unos vaqueros y una camiseta negra de manga corta...Me puse también mis zapatillas rojas medio destrozadas pero que yo adoraba.
Al bajar las escaleras hacia la cocina llegó a mí un suave olor a tortitas y a chocolate fundido. Cuando vi el panorama de allí abajo tuve que restregarme los ojos para creerlo.
Mi madre había puesto una mesa para dos, y los platos tenían una pequeña montaña de tortitas encima, al lado un bote de nata montada, un zumo de naranja natural, un vaso de leche y un recipiente alargado relleno de chocolate fundido.
-Y... ¿Y esto?-pregunté totalmente atónita.
-Feliz cumpleaños pequeña.-dijo besándome el pelo.
-¿Qué? ¿Mi...Cumpleaños?-estaba perdida, no recordaba que aquel día cumplía 17 años.
-No finjas, seguro que estabas esperándolo.-rió mi madre invitándome a sentarme frente a ella mientras se acomodaba en su silla junto a la ventana y me dejaba la otra a mí.
-Gracias.- dije simplemente, mirando aquel espléndido desayuno que en otro momento me hubiera hecho pegar saltos de alegría.
Pero el nudo en mi garganta era aún demasiado evidente y el hecho de tragar saliva me arañaba.
No sin esfuerzo probé el primer bocado y estaba realmente delicioso, seguro que le había costado mucho hacerlo o que había tenido que buscar la receta en algún lugar.
Mis ojos se humedecieron sin razón durante un segundo pero no lo notó y enseguida volvieron a su estado.
En más o menos quince minutos ya no había nada en ninguno de los dos platos, y me sentía algo mejor gracias a ella y a su imparable parloteo sobre sus novelas.
Y llegó la hora... Subí a mi habitación, acabé de arreglarme el pelo y perfilé mis ojos con una línea negra que los hacía algo más bonitos, cosa que a mi madre le horrorizaba pero a mí me gustaba mucho, antes de salir por la puerta me colgué la mochila al hombro y me perfumé con aroma de coco.
El camino hacía el instituto fue asquerosamente monótono, cruzándome con las mismas personas que siempre, incluido el chico de la bicicleta que me dedicaba cada mañana una sonrisa reluciente acompañada de unos hermosos ojos verdes...Incluso una vez me había preguntado mi nombre, y sentía mucho no ser capaz de prestarle atención, porque realmente era guapo y amable, pero yo no era capaz de pensar en otros ojos que no fueran...Mi corazón dio un vuelco...Aún no me atrevía a invocar su nombre pues temía que el huracán de dolor me comiera de nuevo.
Cuando llegué al instituto entre directamente en mi aula de música, saludé a los presentes con la mano, y reparé en la ausencia de Vicky que estaba con sus padres en Arizona...Ella era la única persona de aquel lugar con la que podía hablar, los demás se limitaban a saludarme con la mano.
Me acomodé en mi pupitre sacando los libros, pero como siempre la profesora dijo:
-Chicos he de ausentarme un rato, portaos bien.
Y todos sabíamos que no volvería hasta que sonara el timbre de la siguiente clase porque siempre hacía lo mismo.
Asique con un suspiro me coloqué los cascos de mi ipod, y comencé a dibujar...
Otro dibujo que no tenía nada de hermoso en comparación con los de Vicky que era la mejor dibujante manga de la cuidad, yo en cambio era una principiante bastante torpe, pero me gustaba., y cada día seguía haciéndolo.
Antes de darme cuenta el timbre sonó y sonreí.
Tocaba la clase de historia.
Era en el piso de arriba asique con la música aún vertiéndose en mis oídos recogí mis cosas y me encaminé hacia allí.
El señor Burnley tardó cinco minutos en entrar una vez que todos estábamos en clase.
-Buenos días chicos, empecemos con el examen porque os llevará bastante tiempo.
Hubo suspiros, refunfuños y risitas pero yo me mantuve con la vista fija en las nubes blancas que corrían por el cielo.
Pasó por mi lado con una sonrisa y me tendió la hoja con la parte escrita hacia abajo.
-Espero un diez.
Le sonreí y todos comenzamos a escribir.
La clase se hundió en un silencio roto por el sonido de los bolígrafos sobre el papel mientras yo releía las preguntas, y en efecto me sabía la respuesta a todas ellas.
Lo acabé antes de darme cuenta y había escrito dos folios enteros por ambas partes, me levanté a entregárselo y él lo recogió con una expresión de satisfacción en el rostro.
Volví a mi pupitre y cuando me disponía a sacar la libreta de dibujos de mi mochila mi corazón pegó un salto. Solté el aire con violencia y todos se giraron hacia mí, les dediqué una sonrisa forzada para que volvieran a lo suyo.
¿Qué me pasaba? Notaba una presencia...Su presencia. Cogí aire y volví a cabeza hacia la ventana para que no me miraran a los ojos.
Y allí...Le vi.
De pié sobre el tejado del edificio contiguo que estaba al altura de nuestra ventana.
Se hallaba allí, de pie con un pié cruzado delante del otro, unos pantalones negros como siempre algo ajustados y unas zapatillas negras, por encima solo una camisa negra abierta y una sonrisa torcida marcada en su rostro angelical, una mirada helada, tan inhumana como hermosa fijamente solamente en mi y unas alas negras como una noche sin luna replegadas en su espalda.
Genial. Por fin me había vuelto loca. Pero necesitaba salir de allí, esta vez si me ahogaba, necesitaba salir antes de perder la cordura.
Me levanté y pedí permiso para ir al lavabo.
El profesor accedió mirándome con preocupación pero tuve que ignorarlo, en el momento en el que la puerta casqueó al cerrarse salí corriendo, casi con desesperación...
Llegué al servició y agradecí que no hubiera nadie, por lo que pude echar el cerrojo.
Me dejé caer con violencia de rodillas y noté como estas se clavaban en el suelo, abracé mi cuerpo y me balanceé adelante, atrás...Una y otra vez sin control.
Quería gritar, respirar, llorar...Sin notar que ya lloraba, con tanta fuerza que no podía ver nada...Sollozaba y no temblaba...Ahora casi mi cuerpo convulsionaba.
El dolor era tan amargo, como puñetazos en el estómago, como caminar sobre brasas...Y no había nada dentro de mí a lo que aferrarse, solo a su recuerdo, que era como una barra candente que me abrasaba, me mataba pero yo no la soltaba, no podía deshacerme de su recuerdo.
Cuando puede tener un mínimo de control sobre mi cuerpo, me levanté y me paré esta vez ante el espejo.
Estaba pálida, mis ojos rodeados de eyeliner emborronado, y aunque casi no podía ver bien me di cuenta de que mi rostro no mostraba ninguna emoción, solo una mueca fría bañada en lágrimas descontroladas.
De repente sentí la necesidad de destruír aquel reflejo, y lo hice... Asesté un golpe con el puño cerrado en la parte del cristal donde se situaba mi rostro y este estalló, se resquebrajó bajo mi piel clavándose en ella, cortándola...
El dolor fue intenso pero de nuevo no me inmuté...Fijé la mirada en mi brazo derecho y como por el caía un líquido carmesí brillante.
Lo notaba caliente y mi pulso en los bordes de la herida...No sabía que iba a hacer ahora. Sentí la vaga necesidad de gritar pero también la ignoré...Y mientras el dolor crecía en mi, en mi interior y en mi piel el silencio se apoderó de mi alrededor.
Algo rompió la calma junto a la puerta un segundo después, unos brazos me rodearon...Pero no podía despertar, estaba una especie de trance...Pero aquel aroma, era el suyo, me embriagaba...Seguramente estaba delirando, estaba loca por fin y me dejé llevar por los mares del delirio cerrando los ojos...Perdiendo la consciencia cuando una voz dulce susurró mi nombre...
-Izzy...
Que hermosa voz en mis sueños, la voz de mi ángel caído.

-¡SEBASTIAN!- grité cuando conseguí despertar. Por primera vez pronunciaba su nombre después de tanto tiempo...
No sabía dónde estaba, solo veía el cielo sobre mi...
-Estoy aquí.-contestó mientras su mano danzaba por mi mejilla.
Me sentí estallar, y una lágrima en mi rostro que el recogió con la punta de los dedos como tiempo atrás solía hacer.
Aún no podía verle, hasta que sus manos me alzaron y me sujeto sobre sus rodillas junto a su pecho descubierto.
Su piel pálida y lisa como tallada en mármol, una sonrisa torcida que hacía que mis rodillas temblasen, y sus ojos... Su mirada de hielo, cálida sobre mí.
Le rodeé con los brazos notando una punzada de dolor en el derecho que se encontraba rodeado por su camisa negra por lo que el dejaba al descubierto sus hombros, su pecho y su espalda. Me di cuenta de donde nos encontrábamos, la azotea de mi edificio donde todo había comenzado.
-Has vuelto...
-Si pequeña.-contestó y pude ver su emoción contenida, su voz casi temblorosa y sus brazos a mí alrededor con fuerza, sin dejar espacio entre nosotros.
El era un ángel caído, un demonio pero eso no me importaba, el era mi vida, o mi muerte eso carecía de importancia. Pero había vuelto a mí, había volado a mi encuentro dándole sentido a todo de nuevo.
-¿Dónde has estado Sebastian?-sabía que se había ido, para salvarme.
-Sin ti... En el infierno.
-¿Dónde están?-los grandes demonios le perseguían, por mi, por una humana.
Noté una punzada de culpabilidad...
-Todo ha acabado, estoy aquí, contigo.- sentenció mirándome a los ojos.
-Te amo.
-Y yo a ti pequeña, con toda mi alma.
Me rendí a él, que extendió sus alas negras, me besó y alzó el vuelo abrazándome más fuerte.
-Ahora soy tuyo. Feliz cumpleaños.

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Hil!!*
Nefilim
Hil!!*



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MensajeTema: Re: Recuerdos congelados   Recuerdos congelados Icon_minitimeMiér Feb 10, 2010 11:48 pm

Wo!!! ES tan triste, tan bello... tan intenso... y el final, que monoooo Embarassed
Pero pufff T.T
Me Encantaa Very Happy Gracias por ponerloo.
alien
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Hecate
Mundano
Hecate



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MensajeTema: Re: Recuerdos congelados   Recuerdos congelados Icon_minitimeMiér Feb 10, 2010 11:53 pm

Gracias a ti por leerlo! *w*
Me encanta la foto de tu firma! (Gaspaard Recuerdos congelados 700769 )
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Arehill
Nefilim
Arehill



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MensajeTema: Re: Recuerdos congelados   Recuerdos congelados Icon_minitimeSáb Feb 13, 2010 9:32 pm

que bonito!!! me encanta es triste y tierno a la vez ^^
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MensajeTema: Re: Recuerdos congelados   Recuerdos congelados Icon_minitime

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