Cazadores De Sombras
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 Contra las Sombras, ¡cuarta ronda!

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Lenny Bane
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celia Wayland
Duende
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MensajeTema: Re: Contra las Sombras, ¡cuarta ronda!   Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_minitimeMiér Ago 04, 2010 10:05 pm

jajajajaj lenny que buena ideaaaa
a partir de la 4ª ronda prepararé los premios sombraa!!
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Lenny Bane
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Lenny Bane



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MensajeTema: Re: Contra las Sombras, ¡cuarta ronda!   Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_minitimeMiér Ago 04, 2010 10:36 pm

Mi idea ha triunfado Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_cool

Puedo proponer categorías, como el premio Matt Collins al golpe más cómico, o el premio Jacques Mackworth a la escena más sangrienta, el premio Dan Adamatti a la sociabilidad -o mayor número de protagonistas incluídos en un capítulo-... Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_rolleyes veis que todos van con ironía xDDDD
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Sarinda
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MensajeTema: Re: Contra las Sombras, ¡cuarta ronda!   Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_minitimeMiér Ago 04, 2010 10:47 pm

...sí, es una buena idea xDD, y buenos ejemplos, Lenny. Por cierto... ejem ejem... Para hoy? Mañana? Pero... 25 paginas?¿?¿ Wow, mi anterior -que tuve que enviarlo en dos partes- tenía como 15 xDD- y claro que no nos aburriremos, Lenny! Como te lo puedes ni siquiera pensar? Si llevamos esperándole una eternidad y, te aseguro, que cuando subas todos vendrán corriendo a leerlo xDD.
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Lenny Bane
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MensajeTema: Re: Contra las Sombras, ¡cuarta ronda!   Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_minitimeMiér Ago 04, 2010 10:52 pm

No, no, no, tengo que subir hoy mismo, antes de las diez y media si puedo y, bueno, me alegra saber que no os va a cansar xDD Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_razz

Estoy deseando ver las plaquitas de las estatuillas jajajaja Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_geek
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MensajeTema: Re: Contra las Sombras, ¡cuarta ronda!   Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_minitimeMiér Ago 04, 2010 11:03 pm

¿Ironía? que va...

Uuuy que solo queda media hora para que lo subas si puedes... con decirte que tengo ganas de leer algo creo que te lo digo to.
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Lenny Bane
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Lenny Bane



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MensajeTema: Re: Contra las Sombras, ¡cuarta ronda!   Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_minitimeMiér Ago 04, 2010 11:05 pm

En realidad tengo casi dos horas de plazo todavía, pero creo que no me harán falta Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_razz
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MensajeTema: Re: Contra las Sombras, ¡cuarta ronda!   Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_minitimeMiér Ago 04, 2010 11:17 pm

Claro claro, por que serás buena persona y lo colgarás pronto para que nos de tiempo y no nos quedemos aqui hasta las 2 de la mañana leyendo las veintipico páginas.
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MensajeTema: Re: Contra las Sombras, ¡cuarta ronda!   Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_minitimeMiér Ago 04, 2010 11:21 pm

Las diez y veinte Lenny ¡Sólo diez minutitos! Sólo, sólo diez cortos minutos.
Dan se acerca... jiji xDD
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MensajeTema: Re: Contra las Sombras, ¡cuarta ronda!   Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_minitimeMiér Ago 04, 2010 11:33 pm

Esta visto que Lenny no es una buena persona, aunque aún se le pueden dar unos minutos de margen... si no uhmmm me ansiaré
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MensajeTema: Re: Contra las Sombras, ¡cuarta ronda!   Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_minitimeMiér Ago 04, 2010 11:35 pm

Rhîw escribió:
Esta visto que Lenny no es una buena persona, aunque aún se le pueden dar unos minutos de margen... si no uhmmm me ansiaré

Rhîw!! Ya son menos veinte, ¡Hay que castigarla, jum!
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Lenny Bane
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Lenny Bane



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MensajeTema: Re: Contra las Sombras, ¡cuarta ronda!   Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_minitimeMiér Ago 04, 2010 11:36 pm

Voy a releerlo para revisar si algo está mal y subo YA. Habéis esperado mucho, ¿podéis aguantar unos minutines más? *ojitos*
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MensajeTema: Re: Contra las Sombras, ¡cuarta ronda!   Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_minitimeMiér Ago 04, 2010 11:36 pm

Espero con ansia... Es como el chupinazo de los san fermines, jaja, todos esperando...ya ha pasado la hora pero esperamos... 10 9 8 7 6...

PD: Okiss!!!!
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MensajeTema: Re: Contra las Sombras, ¡cuarta ronda!   Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_minitimeMiér Ago 04, 2010 11:39 pm

Y yo que ya tenía preparado el látigo y todo... bueno bueno, lo guardaré pero me lo mantendré a mano para la próxima... ¬¬

Ejé, me uno a la cuenta atrás... ¡¡como en nochevieja con las uvas!! ¡Ahora son los cuartos!
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MensajeTema: Re: Contra las Sombras, ¡cuarta ronda!   Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_minitimeJue Ago 05, 2010 12:00 am

Jo Lenny, que ya son las once, ya te hemos dado 30 minutos, anda por favor.
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MensajeTema: Re: Contra las Sombras, ¡cuarta ronda!   Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_minitimeJue Ago 05, 2010 12:01 am

A ver a ver, que realmente tiene hasta las 12 y además hay que pensar que tiene que revisar más de 25 páginas de word... eso lleva su tiempo x)
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Lenny Bane
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Lenny Bane



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MensajeTema: Re: Contra las Sombras, ¡cuarta ronda!   Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_minitimeJue Ago 05, 2010 12:38 am

Dan Adamatti

-Eso no tiene ni pies ni cabeza.
-¿Y lo tuyo sí?
-¿Sólo digo que el humanismo al final es una hipocresía- dijo.
Negué con la cabeza y respolé.
-No lo es.
-Sí lo es.
-No.
-De acuerdo- suspiró. Llevábamos una hora y pico debatiendo sobre el tema en aquella cama-. Pues entonces te plantas en el supuesto de Sartre de que la vida humana es absurda, ¿es eso lo que deduces de todo lo que llevamos discutido?
Me incorporé un poco para recostarme en el cabecero. Ella siguió tumbada sobre la almohada, y se llevó una golosina a la boca.
-Se deduce que es absurda- respondí-, pero cobra sentido al ser lo único real en la percepción. Sin ese absurdo todo lo demás carece de importancia-. Áurea alzó la cabeza hacia mí y frunció el ceño-. No es bonito, pero ¿cuál es la otra opción?
-Oh, ¡no me mires así!- protestó empezando a gesticular con las manos-. Te has levantado con el día cruzado para los antihumanistas y cualquier cosa que se escape de la consciencia del ser humano te parece ridícula.
-Tú has elegido el tema de debate- señalé, y le robé una golosina de su bolsa-. No es culpa mía que tus argumentos caigan por su propio peso.
Áurea se rió y me dio un beso en la comisura del labio, en un claro signo de tregua filosófica.
-Ahora en serio, Dan, ¿qué te ronda hoy por la cabeza?... ¿Es por lo de las visitas de mañana?
Me quedé callado, lo que ella entendió como un “sí” a voces. Siempre había sido increíblemente perspicaz, incluso interpretando los silencios. Pero en aquella ocasión no podía imaginar mis motivos. Desde la noche de la primera pesadilla había vuelto a tenerla, esa misma, en alguna ocasión más. Por ridículo que sonara, sentía algo de reparo a la hora de ver a mi hermano sin aquel terror dibujado en su cara.
-No importa- dije. Aunque deseaba que cambiara de tema, sabía que iba en contra de su naturaleza hacerlo. No obstante, no pensaba contarle nada, y menos al primer intento.
-¿Quiénes van a venir?- preguntó obviando mi respuesta. Intentaba averiguar de dónde venía el problema.
Me encogí de hombros.
-No lo sé- suspiré-. Mi padre, el enano... no lo sé- repetí-. Puede que mi madre venga un rato.
Frunció el ceño, disgustada. Que ambas se cayeran realmente bien no evitaba que Áurea reprobara su “falta de atención materna”.
-“Un rato”- musitó para sí antes de mirarme de nuevo-. ¿Cuántos meses hace que no la ves?
Ahí estaba, la famosa pregunta.
-Vino a Nápoles por el cumpleaños de Hugo, en marzo. Ni se te ocurra comentar nada al respecto.
Soltó un bufido y se incorporó de la cama para recoger su camisa del suelo y ponérsela.
-Es una barbaridad de tiempo, y lo sabes perfectamente- sentenció, rebuscando por debajo de la cama sus botas.
Yo también me levanté. Me abroché los botones, pero pasé de arreglarme la corbata. Luego alisé la colcha de la cama para que no se notara que alguien había estado tumbado ahí y abrí un poco la ventana para ventilar.
-Es... una mujer muy ocupada- justifiqué. Me quedé clavado en el sitio al darme cuenta de que había utilizado la misma jodida excusa que mi padre esgrimía siempre al hablar de ello.
Ya calzada, Áurea se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla sin que yo me moviera. Yo nunca mencionaba nada al respecto de sus habituales muestras de cariño, pero supongo que precisamente que no me quejara demasiado quería decir algo. Y, como dije, ella era muy perspicaz para con los humanos.
-Si no está ocupada para ir en el cumpleaños de tu hermano, tampoco lo está para el tuyo. Y no insistiré más en esto.
Cogió su bolsa con las golosinas que le quedaban y se fue. Yo esperé cinco minutos para cerrar la ventana e irme también.


La habitación treinta y tres estaba en el mismo pasillo que la mía. Había quedado libre porque las gemelas ocupantes se habían ido del internado a la primera semana de curso por motivos personales. Áurea, por supuesto, se había enterado y le había pedido con su mejor cara de niña buena la llave al ayudante de Concepción. Él se la había dejado a cambio de que no se lo dijera a nadie y que lo dejara todo tal cual estaba cuando se marchara, así que todas las noches después de cenar ella y yo íbamos allí para charlar u otras actividades antes de dormir.
Además, pensé con fastidio llegando a mi habitación, cuatro puertas más allá, Kyle y Mayra siempre se ponían a tocar sus guitarras a aquellas horas, así que la circunstancia me venía perfecta para evadirme de sus intentos de rock ‘n’ roll.
Cuando saqué de mi bolsillo la llave para entrar, noté que la música ya había parado, y se me ocurrió que tal vez ella ya se hubiera marchado.
Pero cuando abrí la puerta con ligera brusquedad, ambos estaban ahí, sentados en la cama de Kyle y con sus instrumentos en ristre. Debí de interrumpirles en una situación algo personal, porque estaban bastante juntos.
Fruncí el ceño y esperé que, si habían estado haciendo algo, al menos no hubiera sido sobre mi cama; yo no me revolcaba con Áurea en la suya.
-Hola- dije escuetamente al ver que me observaban. Mayra se sonrojó violentamente y me sentí ligeramente tenso.
Ligeramente.
-Bueno, yo me voy ya, Kyle, buenas noches- resolvió poniéndose de pie. Intentaba disimular, aunque no le salía muy bien. Le dio un beso en la mejilla y pasó por mi lado sin llegar a mirarme a los ojos-. Buenas noches, Dan.
Hice un seco gesto con la cabeza para despedirme y la observé salir de la habitación con su guitarra.
Kyle me miró con una sonrisilla, pensó que no me daba cuenta y le dejé que lo creyera. Enseguida se metió en la cama y se quedó dormido. Yo también me tumbé en la mía, pero antes de decidirme a apagar la luz y descansar, hice un intento por escribir algo en mi bloc de notas para continuar pintando en el lienzo Mackworth la próxima vez.
Por supuesto, no salió nada de mi cabeza. Había estado sin pintar absolutamente nada durante varias semanas, y los días que llevaba intentando retomar el hábito no habían dado una mierda de fruto. Todo lo que escribía lo tachaba, me parecía ridículo, como si fuera un argumento estúpido que no se sostuviera por ninguna parte.
Resoplé, guardé el bloc, maldije una vez más a Mackworth y me dormí.


Me desperté pronto a pesar de que era domingo. Me esforzaba por evitarlo para ahorrarme desilusiones más que probables, pero la verdad es que estaba ligeramente ansioso por saber si mi madre vendría o no, y no me veía capaz de volver intentar dormirme.
Dejé la ropa lista sobre mi cama, Kyle aún dormía, y me metí en el baño.
Me miré al espejo un buen rato, sin quitar la vista de las sombras grises bajo mis ojos. Si fueran oscuros no se notarían tanto, pensé, pero su color no hacía sino acentuar las ojeras que tenía. Y no quería que mi madre se preguntara por ellas cuando llegara y me viera.
“No va a venir, gilipollas” me reproché mentalmente. Entonces bajé la vista hacia el lavabo, sentía un cosquilleo en los dedos allí donde los apoyaba. Mierda, sí, estaba nervioso.
Diez minutos bajo el agua helada de la ducha me calmaron un poco, aunque el frío me hizo liarme rápidamente una toalla a la cintura y salir rápido a por la ropa para no morir congelado. No contaba con que Mayra y mi compañero estuvieran hablando allí.
“¡Joder!” grité mentalmente. ¡Había un claro motivo para que las visitas a otros dormitorios estuvieran prohibidas por la mañana!
Ella se puso colorada y trató de mirar repentinamente en otra dirección, mientras el morboso que Kyle llevaba dentro sonreía por la situación. Yo cogí la ropa rápidamente y me metí en el baño de nuevo.
“Cálmate, imbécil, no es para tanto” me reproché. No estaba actuando de forma normal aquella mañana.
Después de vestirme, lavarme la cara, peinarme, limpiarme los dientes, lavarme la cara otra vez, calzarme, mirarme al espejo y lavarme la cara, salí al dormitorio.
Ellos dos, como había supuesto por el ruido de la puerta, ya se habían largado. Yo también lo hice.


Ni siquiera pasé por el comedor para meter algo en el estómago por la mañana, fui directamente al vestíbulo y me senté a esperar en las escaleras de la entrada.
El lugar ya estaba lleno de gente; algunos niños llorando por ver a su familia después de un mes, otros muchos alegres y charlando con ellos, y unos pocos, todos ellos adolescentes, con el ceño medio fruncido porque no querían ver al padre o madre con el que habían discutido o tenían problemas.
Vi a Kyle acercándose a su, imagino, novia. Era bastante guapa, aunque no parecía muy extrovertida. Había oído hablar de ella alguna vez, recordaba que se llamaba Britney. También estaba por ahí Antoine, el tío que se sentaba a mi lado en inglés, rodeado de gente con su prima Allyson, que estaba en el grupo de teatro de Áurea. Mayra hablaba con su madre en una zona más alejada del resto sin disimular su alegría, y de soslayo vi a Mackworth con toda la pose de un Don Quijote a punto de desfacer entuertos acercándose a Samantha Scamander y un chico rubio, que no era Kyle,. Arrugué la nariz.
-¿Tú también sigues esperando?
Áurea se sentó a mi lado. Se había puesto uno de sus alegres vestidos, tenía el pelo recogido con una pinza en forma de flor y el maquillaje bastante disimulado.
-Aún es pronto- respondí.
Ella asintió sin disimular su tensión. Llevaba un bollo en la mano, le dio un mordisco con cuidado de que no le cayeran migas. Me vio mirarla y sonrió nerviosa.
-No he desayunado con la emoción- se excusó- ¿Estoy bien?
Suspiré para disimular una sonrisa.
-Estás genial, tranquila-respondí. La verdad es que en el fondo yo no estaba mucho más calmado que ella, sólo lo ocultaba mejor.
Asintió repetidamente para autoconvencerse, y devolvió la vista al frente.
-¡Ahí están!- exclamó al cabo de un par de minutos de silencio. Se puso de pie y se pasó la mano por el vestido para eliminar arrugas inexistentes con una gran sonrisa- ¿Vienes?
Negué con la cabeza, yo no pintaba demasiado en aquel primer encuentro con sus padres. Además, su familia y la mía eran amigos, seguramente nos veríamos después.
Me dio un beso en la mejilla en señal apoyo y corrió hacia sus padres y su hermano mayor, que me saludaron con la mano. “Luego nos vemos, chico”, decía su expresión.


Pasaban de las doce y media cuando miré el reloj. La última tanda de padres que había llegado había sido a en punto, y el vestíbulo estaba completamente vacío salvo por la directora que charlaba con el jefe de estudios en el otro extremo y Concepción, que se asomaba desde conserjería para verme. La miré, me dedicó una pequeña sonrisa de aliento y desvié la vista. Al hablar por teléfono mi padre me había dicho que llegarían a eso de las nueve, y llevaba esperando desde las ocho y media.
Cerré los ojos cansado, de vez en cuando me rugía el estómago demandando proteínas. Unos pasos me alertaron de que alguien se acercaba. Abrí los párpados y vi a mi hermano corriendo hacia mí.
-¡Dan!- exclamó.
No debería haber pasado, pero me recorrió un escalofrío al recordar esa misma imagen que se repetía de vez en cuando en mis sueños. Sacudí la cabeza para librarme de aquella idea, especialmente porque aquel Hugo, el real, no estaba atravesando el vestíbulo aterrorizado con una herida en el pecho. Sonreía, y cuando llegó a mí no dudó un instante en abrazarme de un modo que nunca permitiría si no le hubiera echado realmente de menos. Además, así conseguí aplacar un cierto miedo irracional a que no estuviera bien.
Cuando se separó le pude ver mejor.
-¿Cresta?- fue lo único que dije. Había cambiado de peinado, pero por una vez mi expresión forzadamente lacónica no le amedrentó.
-Molte cose hanno cambiatto da la volta scorsa, fratello mío- explicó con aire importante alzando la barbilla.
Arqueé una ceja. ¿Acababa de llamarme fratello mío?
-Non sia sciocco- suspiré. Menudo tarugo.
-Estáis hablando en castellano, ¿verdad?
Desvié la mirada hacia la puerta, la inconfundible cabellera totalmente plateada de mi padre relucía ligeramente con la luz del mediodía que se filtraba por la puerta. Se acercó a nosotros.
Me levanté y me planché la camisa con las manos tal cual había hecho Áurea hacía unas horas, aunque yo no sonreí.
-Cla... claro- contestó el enano. Ahí estaba, su miedo infantil a ganarse una bronca. De modo que aquel pequeño numerito de preadolescente arrogante no era más que una pantalla de humo. Mejor.
-No me lo ha parecido desde aquí- comentó Padre con aire falsamente suspicaz. Nos tenía por norma no hablar italiano en España y viceversa; “cada idioma en su país”, no se cansaba de puntuarlo.
-Hola- saludé tendiéndole la mano.
Se rió e hizo un ademán para que obviara los formalismos.
-Ven y dale un abrazo a tu padre.
No obstante, fue él el que lo hizo, en un gesto bastante inusual en él de falta de etiqueta. Como siempre me pasaba con el contacto físico, mi primer impulso fue tensarme, y después me dejé rodear sin moverme en absoluto.
No me abrazaba desde... desde el día en que cumplí los dieciséis y me dio una charla “di uomo a uomo” acerca del respeto y la atención a las mujeres durante “el acto amatorio”. Sí, él era demasiado fino como para decir “educación sexual”; no entendía cómo había podido terminar casado con una mujer como mi madre.
“Eh, espera un momento...”
Me deshice del abrazo con una cierta desconfianza de por qué se estaba mostrando tan cercano conmigo.
-¿Y Mamma?- pregunté, temiendo la respuesta.
Padre se quedó callado un momento antes de responder.
-Siento que hayamos llegado tan tarde, pero hubo unos problemas en el aeropuerto y...
Suspiré.
Daba igual lo que viniera después de aquello, era un evidente intento de cambio de tema, y utilizarlo conmigo era tan ridículo como fingir estar hecho de galletas. Ella no había venido, yo no había sabido controlar mis ganas y ahora estaba jodido. Podía haberme ahorrado la desilusión si hubiera sabido tener los pies en la tierra, pero bueno.
-Padre quiso llevarle las maletas hasta el coche a una donna embarazada que vimos en la terminal. Y luego vimos a una niña que se había perdido y estuvimos esperando con ella a que llegasen sus padres ¡una hora!- confesó el enano, haciendo señales para indicar que una hora era una cantidad indecente de tiempo para esperar.
-Mamma no ha venido- declaré con sequedad, sin mirar a ninguna parte en concreto.
Mi hermano me miró con compasión mordiéndose el labio y luego se giró hacia padre, que no me había quitado la vista de encima.
Ahí venía la frase paternalista otra vez.
-Dan, sabes que ella es una mujer muy...
-¡Oh, por el amor de Dios, Hugo!- Una voz femenina se hizo oír desde el medio del vestíbulo- ¿cómo coño puedo estar casada con alguien que miente tan penosamente mal?
Mi cara debía de ser un poema, porque el enano se rió al verme justo antes de devolverle la atención a la mujer pelirroja que se acercaba.
Mi madre llevaba un vestido que encajaba perfectamente entre su vestuario hippie-formal y una chaqueta hecha con retales de varias telas. Tenía el pelo muy corto, más que la última vez que la había visto, con una fina trenza adornándole un lado de la cabeza. No llevaba ni rastro de las cremas y maquillaje que el resto de madres tenían por norma general usar, pero a sus aún sin cumplir cuarenta años no les hacía falta. Era de complexión tan delgada como yo, aunque más baja. Sonreía.
Se acercó a nosotros y le revolvió con cariño el pelo al enano, que protestó por haberle deshecho la cresta.
-Así estás más guapo, cielo- comentó sin atender a su cara de fastidio-. Pero has hecho muy bien tu papel. No como tú, por cierto.
Padre, a quien se dirigía, sonrió con condescendencia.
-Lo he hecho perfectamente.
Pero ella no parecía dispuesta a darle la razón. Se puso de puntillas, le sujetó el mentón con una mano y le besó.
-¿No te da vergüenza ser un compinche tan inútil?
Me llevé una mano a la cabeza, reaccionando por fin del todo por la sorpresa.
-Mamma...
Se giró totalmente hacia mí y amplió su sonrisa.
-¿No creías que vendría?
-La verdad es que no- respondí con franqueza, pero no importaba hacerlo con ella. Al igual que Áurea, siempre sabía interpretar mi estado de ánimo por la expresión que tuviera, y en aquel caso era evidente que me alegraba, aunque no sonriera tanto como ellos.
-No me puedo creer que la pésima actuación de tu padre no me delatara.
-Os dije que si Padre le daba un abrazo, Dan no sospecharía nada- dijo el enano orgulloso, al parecer, de su astucia.
-Ha sido una buena idea- contestó él.
Mamma me dio un beso en los labios, lo que no es tan extraño como ha sonado, en realidad. Bueno, o al menos no lo parecía siendo ella; era de esa clase de personas que se saluda con sus amigos cercanos y familia con un breve beso, sin que eso implique nada incestuoso ni obsceno.
-Venga, demos un paseo- propuso.


Estuvimos dando una vuelta por los jardines un buen rato. Principalmente mi madre me contaba novedades de la galería de arte en la que trabajaba y de la que era dueña, y yo hacía algún comentario suelto al respecto de lo que decía. Padre iba a nuestro lado disfrutando del lugar y el buen día, aunque un poco más alejado de nosotros dos, para darnos una sensación más aislada que ambos agradecíamos a la hora de tratar aquellos temas. Bueno, y en mi caso, siempre. El enano estaba a su derecha, fingiendo que no se moría de ganas por ponerse a corretear entre los árboles, porque estaba entrando en una fase de gilipollez transitoria llamada pubertad y tenía que fingir que era muy maduro. Pero aún no lo tenía controlado del todo, parecía ser.
Mamma vio que le miraba por el rabillo del ojo, se acercó a mí con expresión teatralmente preocupada y me susurró:
-¿Ves ahora por qué no puedo despistarme de él mucho tiempo?- hizo un gesto hacia Hugo con la cabeza- paso un mes sin verle y ya se nos descarría de esa forma.
Me reí un poco, porque mi madre sabía ser graciosa cuando se lo proponía, y luego recuperé la expresión pensativa.
-Tal vez debería hacerme yo una cresta o raparme como un neonazi para que estuvieras en mi cumpleaños. Aunque fuera sólo para estar al tanto de mis tonterías hormonales.
Su sonrisa vaciló un instante, pero se esforzó en que no se notara demasiado. Lo cierto es que no había pretendido que sonara tan recriminatorio al decirlo.
-Tú nunca has tenido tonterías hormonales. Siempre te has mantenido en tu línea- contestó. Me pasó una afectuosa mano por la espalda.
-Si tú lo dices... eres la maestra.
Soltó una carcajada, pero era cierto y lo sabía. Además del arte, mi madre sentía un profundo interés por la psicología; siempre estaba leyendo libros sobre el desarrollo psíquico y cerebral de las personas durante las distintas etapas de la vida, traumas y complejos. Luego utilizaba lo que aprendía en nosotros, sus hijos/conejillos de indias. Tenía una forma de educar muy distinta de la de Padre, y los extremos de cada uno se complementaban bastante bien.
-Recuerdo cuando tenías doce años y entraste en tu fase sexual- comentó al cabo de un momento-, te sentías tan culpable por ello que ponías la mesa todos los días-; soltó una carcajada.
Vale, ahí estaba el fallo de su extremo, tenía demasiados pocos pelos en la lengua en lugares concurridos.
-¿Puedes gritarlo un poco más en esa dirección?- pregunté señalando a un lugar cualquiera en tono confidencial- Es que la conserje es algo dura de oído y a lo mejor no se ha enterado.
- Qué exagerado- rió-, eso te viene por familia paterna. Y ahora que estamos tocando temas escabrosos, dime ¿tienes alguna novia por aquí? ¿O alguien que te haga tilín?
Negué con la cabeza. Aunque ella fuera la mujer más moderna del mundo, su vena maternal se moría de ganas por verme presentándole a alguna chica simpática cuanto antes.
Lancé una vista global al jardín. Había bastantes familias que habían decidido aprovechar el buen día para poner un mantel en el suelo y comer o ponerse a jugar a la pelota con sus hijos, al más puro estilo 4 de Julio en Estados Unidos. Al fondo se podían ver los coches del aparcamiento, y reconocí a Mayra con una mujer que debía de ser su madre, y su hermano el pinche.
-Ninguna- contesté devolviéndole la vista a mi madre.
Se limitó a encogerse de hombros con resignación.
-Algún día tu amiga Áurea se encandilará de otro chico y dejarás de poder hacer con ella las cosas que, ni se te ocurra negárselo a tu madre, hacéis ahora- advirtió.
Resoplé.
-Pillados- admití-. Creo que sus padres tenían idea de comer hoy con nosotros, seguramente estarán en alguna mesa más hacia el interior del jardín.
-¿Has oído eso, Hugo?- le preguntó ella a Padre, sacándole de sus pensamientos-, ¿qué opinas, vamos?
Él esbozó una sonrisa al mirarla, sabía que le encantaba la compañía de ellos y que a penas tenía oportunidad de disfrutarla durante el año. Evidentemente, su carnet de caballero andante no le permitía decirle que no.
-Por supuesto.


Así que nos pusimos en camino hacia donde yo suponía que estarían, y al final comimos todos juntos en una mesa de piedra que había.
Los padres de Áurea eran un diseñador de interiores y una catedrática en filosofía de la Universitat de València, y evidentemente Mamma les adoraba tanto como ellos a ella. Con la madre podía pasarse horas hablando de Sigmund Freud, y el padre acostumbraba a pasarse por la galería de arte a petición de algún cliente, y siempre estaba dispuesto a aprender un poco más sobre tendencias vanguardistas. De hecho, yo había conocido a su hija cotilleando exposiciones allí, hacía casi una década.

Me senté al lado de su hermano mayor, de veintipocos años, y estuve escuchando lo que me contaba del viaje a Italia que había hecho durante el transcurso de la comida, mientas el enano trataba de seducir a Áurea aprovechando que Padre no estaba pendiente de lo que hacía. Algo que siempre era de agradecer cuando comíamos con todos ellos era que tenían en cuenta mi odio a la carne a la hora de elegir los platos, y nunca faltaba pescado o comida vegetariana para mi uso y disfrute.
La conversación del padre de Áurea se empezó a centrar en una exposición de negativos de fotografía que había en el centro de Valencia y que terminaba aquel día. Ni siquiera necesité echarle un vistazo a la cara de interés de mi madre para saber que no se resistiría a algo como aquello. Miré el reloj, eran las tres y cuarto; calculé que entre unas y otras acabarían yéndose a las cuatro, así que en total había estado conmigo tres horas y pico. Todo un récord. Suspiré.
-Dan.
Alcé la vista, Áurea me sacó de mis pensamientos.
-¿Eh?
Su padre sonrió.
-Te preguntaba- dijo la madre-, que qué vas a estudiar, ¿Bellas Artes?
Me quedé pensando la respuesta.
-He oído que haces cuadros- comentó el hermano.
-Tiene una muy buena mano para la pintura- opinó mi madre-. Pero se centra demasiado en el arte abstracto, el expresionismo caducó hace años y además siempre complica demasiado el lenguaje de las composiciones. No me canso de decírselo.
Aparté la vista, Áurea me sonreía en señal de apoyo. Aunque tampoco había entendido nunca nada de lo que yo pintaba, al menos estaba convencida de que el problema estaba en su percepción y no en lo que yo hacía.
-Supongo que sí, estudiaré bellas artes en la Federico II, en Nápoles- dije tratando de quitarme de la cabeza las palabras de no-ánimo de mi madre-. Si consigo financiación para la matrícula, claro.
Una significativa mirada de reojo a mi padre bastó para entender que tendría que autofinanciarme si quería meterme en esa carrera.
Empezó una nueva conversación acerca de los años universitarios de Mamma y los padres de Áurea, y de lo que estaba estudiando su hermano. Mi padre, por su parte, compartía anécdotas de cuando ayudaba a estudiar a su mujer en época de exámenes. Él, a sus casi sesenta años, era sastre, y se había saltado todos aquellos líos burocráticos de facultades de los que estaban hablando.
Al cabo de un rato, como yo había predicho, nos levantamos todos y ellos empezaron a hablar de si ir o no a la exposición fotográfica de la que habían hablado. Es evidente cual fue su decisión.


Áurea se despidió allí mismo de todos nosotros y se fue con sus amigos de curso, que estaban por la zona. Empezamos a caminar hacia el aparcamiento, y cuando llegamos al Audi me recosté en la puerta del maletero y me preparé para la despedida.
Mi madre se acercó a mí mientras los demás se quedaban hablando más adelante.
-Caro- empezó-, sé que al final no has estado mucho tiempo con nosotros, así que se me ha ocurrido que- carraspeó-... si quieres, podemos dejar a Hugo contigo mientras estamos en la exposición.
Aquello fue una especie de bofetada encubierta. El iluso que yo llevaba dentro aquel día había creído por un instante que me estaba ofreciendo ir con ellos, cuando en realidad sólo quería que le hiciera un favor.
“¿Qué coño te pasa hoy?” me reproché.
-Eh... claro- contesté con voz apagada-. Dejad aquí al enano, se cansa enseguida en los museos.
Sonrió y me dio un beso.
-Gracias, hijo.


Así que mi hermano y yo nos despedimos de Padre y Mamma y nos miramos mutuamente con escepticismo.
-No quieres pasar el resto del día conmigo- dijo serio.
Arqueé una ceja. Parecía algo decaído, con la mirada baja y sujetando su pequeña mochila como si fuera un boy scout.
-Evidentemente no- respondí-. Tengo que hacer unas cosas en mi habitación, vente si quieres, o si no quédate dando vueltas por el jardín. Tú mismo.
El enano refunfuñó y me siguió hasta el dormitorio. Cuando abrí la puerta, Kyle todavía no había llegado, debía de estar pasando la tarde con su novia Brittany. Hugo entró detrás de mí, evaluando la decoración de la estancia.
-¿Has hecho otro cuadro?- preguntó señalando el lienzo tapado con una tela que había junto a mi cama.
-Estoy en ello- respondí mientras hurgaba en el cajón grande de mi escritorio. ¿Dónde mierda había puesto la carpeta de dibujo artístico? Tenía un trabajo dentro para entregar el lunes.
-Es muy desagradable- comentó al cabo de un minuto.
Me giré hacia él. Como no podía ser de otro modo, el crío había destapado el óleo, y lo miraba arrugando la nariz. Estaba a punto de decirle que no fisgara cuando, de pronto, me di cuenta de lo que había dicho.
-¿En serio?- pregunté disimulando mi incredulidad.
Asintió con la cabeza como si me estuviera dando el pésame, pero no era consciente de que aquella era precisamente mi intención con el lienzo de Mackworth. Todo el tiempo que llevaba sin pintar nada en él, era además tiempo que llevaba criticando lo que ya estaba hecho. Lo miraba y me seguía pareciendo jodidamente hueco, pero era un alivio saber que desde fuera no lo parecía tanto.
-Perfecto.
-¿Sabes tocar la guitarra?- preguntó.
Señalaba a uno de los dos trastos eléctricos de Kyle y Mayra, que por algún extraño motivo estaba apoyado contra mi cabecero.
-Ni de coña.
-¿La música rock no es arte?- preguntó suspicaz.
“Oh, claro. Probablemente ahora quieras ser estrella del rock ‘n’ roll de mayor”, pensé.
-No para mí, al menos.
-Entonces supongo que no querrás esto- respondió.
Abrió la cremallera de su mochila y sin quitársela del todo de la espalda empezó a rebuscar dentro. Pretendía que el movimiento le quedara resuelto y hábil, pero se le cayeron al suelo un par de tebeos y un paquete de patatas fritas sin abrir que debía de haber comprado en el aeropuerto. Suspiré y me crucé de brazos a esperar mientras recogía.
Cuando lo volvió a meter todo dentro, sacó un aparato redondo y aplanado de color negro y me lo tendió. Me sorprendí al reconocerlo, era mi discman. Lo cogí y me quedé observándolo un momento. Luego miré al enano.
-¿Has entrado en mi habitación?
-¿Qué? ¡No!- se apresuró a responder. Conocía demasiado bien esa cara como para saber que no mentía-. Estaba en el salón de la... ¿soffitta? ¿cómo es en español?
-“Buhardilla”- dije.
-Pues eso, en la guardilla. Seguro que lo dejaste allí cuando Padre te castigó por la multa de la moto y tuviste que ordenar los trastos-. Se quedó en silencio mientras yo abría la tapa -. ¿Por qué no te pides un mp4?
-Porque no me gusta la música, sólo tengo este disco- respondí cogiendo con la mano Black Rain-. Y todos esos mpnosecuál son gastos innecesarios.
-Y porque el rock no es arte- dijo imitando mi tono.
-Exacto- contesté ignorando su teatralidad.
Cerró su cremallera y distraídamente me preguntó:
-Dan, ¿tú sabes lo que es el arte?
Mentiría si dijera que no me sorprendió aquella pregunta, y mucho. Nunca habría esperado una duda semejante por su parte. Reflexioné mentalmente para dar con la definición más acertada y que mejor pudiera entender.
-Eh... pues es...
-Morirte de frío- soltó interrumpiéndome.
“...”
“¿Qué?”
Me había estado concentrando en el término por un simple juego de palabras.
“Vale, Dan, tiene gracia” me dije. Y me reí. Él también lo hizo cuando yo empecé.
Metí el discman dentro de un cajón lateral de mi escritorio y le di las gracias al enano.
-De nada- dijo sonriente.
Al final el enano y yo nos pasamos la tarde con una baraja de cartas que traía en su mochila; jugamos al póker, intentó hacerme un estúpido juego de magia –le encantaban-, etc. Fue entretenido. Durante las partidas se dedicó a hablarme de todos los amigos nuevos que había hecho en su colegio y de la de chicas que había que querían ser sus novias. Oírle hablar era como escuchar un tópico infantil tras otro, pero había un aire desconocido para mí en todo lo que decía; su vida tenía poco que ver con la mía cuando tenía su edad.
También mencionó que estaba deseando venir al internado el año siguiente, y no pude evitar recordar a aquel grupo de futuros presidiarios que habían acabado consiguiendo romperme la nariz una vez. Pero le miré, con su cresta deshecha y su cara de suficiencia y supe que él no tendría esos problemas.
Miré el reloj, mis padres no tardarían mucho en llegar y habíamos logrado tener una tarde sin incidentes que lamentar. Bonito final para una tarde de domingo.
-¿Puedo tocar esas guitarras?- preguntó, seguramente aprovechando que el ambiente entre nosotros estaba más o menos calmado y creyendo que ponerse pesado no traería muchas consecuencias esta vez.
-No.
Pareció decepcionarse.
-¿Por qué no?
-Porque no son tuyas. Son de mi compañero de habitación y su mejor amigo- dije-. Y son un par de rockeros satánicos y violentos; si perciben que alguien está tocando sus instrumentos podrían aparecerse aquí y hacerte lo mismo que a las cabras en sus rituales.
-Bah, calla- respondió-, no soy tan tonto y pequeño como para creerme eso.
No obstante, se alejó cautelosamente de las guitarras y no volvió a tocar el tema.
Al cabo de a penas un par de minutos llamaron a la puerta, y el ayudante de Concepción nos avisó de que Mamma y Padre estaban en el vestíbulo.

Despedirme de él y del enano fue fácil, porque al fin y al cabo los tres vivíamos en la misma casa en Nápoles, pero mi madre se pasaba la mayor parte del año en Valencia, de donde ella era, ocupada con sus cosas; y cuando digo que nunca la veía, no exagero. De hecho, la veía menos que mi padre, con quien solía verse fines de semanas sueltos durante el año, y que mi hermano. Así que aquella palmadita en la espalda y el beso no compensaron una mierda los próximos tres meses que pasaría sin ellos.
Subí a mi habitación a hacer otro intento por pintar algo en el cuadro.
No, Kyle no había llegado todavía, pero ni siquiera estar solo me ayudó demasiado a concentrarme. Me quedé con el pincel en la mano frente al caballete improvisado, intentando planear el próximo trazo, pero nada. Al final el óleo del que estaba impregnado la paletina se secó sin haber tocado siquiera el lienzo. Me senté en la cama con él en el regazo, mirando el par de guitarras.
Kyle sabía componer sus propias canciones, según tenía entendido, y Áurea, que se llevaba bien con ella, me había contado alguna vez que a Mayra se le daba realmente bien tocar las de otros grupos.
-Capullos- murmuré-, hacen que parezca tan fácil crear algo...
Suspiré y seguí pensando mientras observaba los instrumentos.
Como si me hubiera oído, Mayra entró en la habitación. Sonrió al verme.
-¿Te gustan?- preguntó a modo de saludo señalando las guitarras.
Sí, claro, era lo que me faltaba, volverme un músico frustrado.
-Si las supieseis tocar, tal vez- respondí secamente.
Mayra y yo... bueno, digamos que no estaba tan mal. A base de las alternativas sin carne que preparaba su hermano, habíamos terminado estableciendo algo así como una amistad. Algo así. No obstante, a veces aún hacía algún intento inútil por enfadarla, supongo que por pura costumbre.
-Pero si nunca nos has oído- contestó con la sonrisa aún en pie-... además, el arte es muy subjetivo, ¿no? Bueno, al menos eso pienso yo. Es difícil encontrar a alguien que esté sintiendo lo mismo que tú en ese momento como para apreciar el arte.
Hubo un silencio.
Dejando a parte que mi idea de "arte" no encajara con la que los grupos musicales que ella escuchara pudieran tener, supongo que tenía su parte de razón.
No obstante, todo el mundo podía apreciar "Las Meninas", de Velázquez, por muy republicano que fuera, todo el mundo estaba de acuerdo en que Vivaldi fue un genio aunque le gustara el rap, y hasta un descerebrado podía ver que El pensador era una obra maestra, por poco que le gustara reflexionar. No había por qué sentirse identificado con una obra para poder apreciarla, así que el comentario de Mayra olía demasiado a intento subliminal de consuelo como para no darme cuenta.
-Puede ser...- comenté para dejarlo pasar y no entrar en tema.
-¿Quieres que te dé un concierto?- propuso animada-. Alguna canción me sabré que te pueda gustar. Si quieres, ven a mi habitación.
Antes de que pudiera decirle que estaba demasiado ocupado, ella cogió su guitarra y se marchó.
"Pues nada", pensé.
Me incorporé, mojé el pincel seco en agua para que el óleo ablandara y me quedé mirando de nuevo el cuadro.
No tenía el más mínimo sentido, no sabía qué cojones estaba haciendo.
Suspiré.
"Maldito Mackworth..."
Suspiré otra vez.
Lo di por imposible de nuevo, tapé el lienzo con una tela y lo escondí debajo de la cama.
Fui a por Mayra.

Caminé a paso apresurado y, como ella cargaba con su instrumento, conseguí llegar a tiempo para meter un pie en el umbral de su dormitorio y que no se cerrara la puerta detrás de ella. Se giró hacia mí y sonrió.
-Así que has decidido venir a mi concierto.
-No tenía nada mejor que hacer- dije. Mentí como una sanguijuela, lo sé, pero decir "no estoy inspirado y quiero despejarme con lo que sea" le hubiera roto un poco la alegría, me temo-. Aunque espero que valga la pena.
Cerré la puerta y pasé.
- Por supuesto señor, tome asiento y proceda a pagar los 30 euros de entrada- dijo ceremoniosamente.
Resoplé para disimular una pequeña sonrisa y mantuve una expresión seria. Y ella soltó una carcajada.
-Vamos, Dan- dijo-, era broma. No pongas esa cara.
Me encogí de hombros.
-No tengo otra cara, lo siento.
Entrecerró los ojos un instante antes de responder.
-Vaya, pues si quieres otro día podemos ir a los chinos a comprarte una cara. Allí venden de todo. Aunque tu cara de “intento enfadarme” me gusta.- comentó aún sonriente.
¿Por qué cojones cuando intentaba ser seco me respondía con un piropo?
Resoplé y ella se rió más.
-¿No ibas a tocar la guitarra?- pregunté para atajar el tema.
-Por supuesto. ¿Qué quieres que toque?
Como he mencionado varias veces, mi cultura musical se reducía a las obras y compositores que había estudiado a lo largo de los años y unas canciones sueltas que conocía y que se podían contar con los dedos de la mano. Bueno, también estaba el disco del tal Ozzy Osbourne que tenía, pero no creía que con una sola guitarra eléctrica y una voz femenina se pudiera tocar. Que eligiera ella.
-Sorpréndeme.
Sonrió una vez más y empezó con energía a tocar. Todas tenían pinta de ser canciones archiconocidas, pero para ser sincero tenía que decir que no me sonaba ninguna. Al menos me entretuve con su cara de concentración un buen rato. Hacía que pareciera fácil tocar aquel aparato.
Para terminar tocó una melodía que sí conocía, eran los dibujos animados que veía mi hermano. No sabía por qué Mayra conocía la canción de un programa infantil, pero bueno, yo no los había visto nunca lo suficiente como para saber de qué trataba.
-¿Qué?- preguntó- ¿te ha gustado?
Estuve valorando qué decir durante unos segundos.
Ella había tocado bien las canciones de quien quiera que fuesen, pero ninguna partitura suya. Tal vez tuviera problemas al componer, o algo.
-¿Nunca tocas nada tuyo?- pregunté con el tono que utilizaría un psicoanalista.
-Bueno, la verdad es que no soy muy buena compositora- respondió. Lo que yo decía-. Pero sé improvisar.
-Adelante.
Tomó otra vez su guitarra y empezó a rasgar las cuerdas con su púa, en una composición menos profesional que las anteriores y escandalosamente igual de... ¿escandalosa? Era una redundancia, pero se ajustaba perfectamente a lo que quería decir.
- Bueno…eso es lo que me ha salido- dijo, algo menos decidida que hacía un rato.
Llevaba un demonio musical dentro, estaba claro. O tal vez fuera la reencarnación de algún ídolo del rock muerto por sobredosis.
- ¿Tocas lo que sientes?- pregunté. Calculé las consecuencias de lo que quisiera que respondiera.
- Sí, me sale solo- dijo.
- Con lo cual- deduje-, te sientes… ¿cañera?-
Sí, supongo que ese era el término correcto. Sonreí y miré la guitarra con atención.
- Jajaja, supongo- rió- ¿Quieres que te enseñe a tocar?
Algo dentro de mí interpretó el ofrecimiento con una cierta malicia. No era propio de mí, pero, ¿qué lo era aquel día? Además, una ocasión era una ocasión.
- Ya se tocar- contesté levantándome y yendo hacia ella.
-¿Ah si? Tócame algo venga- volvió a sonreír.
La cogí por la cintura con seriedad mirándola fijamente y luego la besé. A la mierda el bloqueo creativo, a la mierda los tres meses que faltaban para volver a ver a mi madre y a la mierda el jodido Jacques Mackworth. Besé a Mayra con más intensidad, olvidándome de todo lo demás. Ella suspiró, se aferró a mí con fuerza y yo le acaricié el pelo para apartar su inseguridad. No era la primera vez que íbamos a hacer aquello, pero tenía un carácter más tímido que Áurea, y con el rollo salvaje no se lo pasaría tan bien en aquel momento.
La acerqué más hacia la cama, me tumbé sobre ella sin dejar de besarla y nos fuimos quitando la ropa sin prisas. La notaba nerviosa, aunque tenía tantas ganas como yo, y sus mejillas estaban cubiertas de rubor.
Sí, era encantadora a todas luces.


Después del sexo terminamos tumbados sobra su cama. Ella tenía una expresión nerviosa, aunque contenta, así que le sonreí para relajarla un poco. Estaba seguro de que mi padre, de haberse metido en un terreno tan pantanoso en su charla sobre sexualidad, me habría mencionado que lo hiciera.
Mi gesto le hizo ilusión, al parecer.
- Deberías sonreír más a menudo- comentó- estás muy guapo. Aunque tu cara de “no necesito a nadie” me encanta.
Otro piropo más, increíble.
- Me alegro de que te guste- contesté siguiéndole la corriente. Estando en pelotas, la amabilidad era la norma número uno-. Por que no suele ser muy normal en mí tener cara de niño bueno.
- Bueno…las cosas buenas si breves...
- ¿Quieres decir que te gustan los polvos rapiditos?- pregunté-. Era broma, tonta. Ya sabes que viene bien descargar tensiones.
Me levanté y me vestí, mientras ella se pasó una mano por la cara para desperezarse un poco. Conociéndola, y más o menos podía decirse que la conocía, seguramente a continuación se iría a dar un paseo por alguna parte.
Me despedí de ella, que sonrió, y salí por la puerta decidiendo que no había sido un día tan malo, después de todo.


Abrí con la llave la puerta de mi habitación y entré, dispuesto a darme una ducha y dormirme.
Kyle estaba tumbado sobre su cama, con la cara más mustia que le había visto en todo el curso. Bueno, no es que hubiera pasado mucho rato con él tampoco, pero no parecía la clase de tipo que llorara a menudo.
No pude evitar manifestar mi sorpresa en mi cara. Pobres románticos, a penas se había ido Bethanny y ya estaba echándola de menos...
-Kyle- le llamé tratando de animarle, no sé por qué-, pronto volverás a verla.
Suspiró, como si yo hubiera cometido un error típico. Odiaba cometer errores típicos, pero en su estado no podía tenérselo en cuenta.
-Está con otro- informó escuetamente. Hacía esfuerzos para que la voz no se le quebrara al hablar.
Hice una mueca, así que era eso...
En el bar de Nápoles había un tipo, miembro del grupo de teatro postmoderno, que se había tratado de suicidar porque su novia le había dejado por su hermano. Me alegré de no tener en mi vida, al menos, esa clase de problemas.
-Lo siento- murmuré.
Sin decir nada más, Kyle se levantó y se marchó con su paquete de cigarros del cuarto.


Una vez solo, me desnudé y me duché. Iba a irme a dormir sin cenar siquiera -había comido unas patatillas con el enano por la tarde y no me apetecía estar en el comedor-, pero decidí posponerlo un poco. Nunca había tenido compañero de habitación, y daba gracias por ello, pero ahora que sí lo tenía tal vez debería tener un detalle con él, que estaba deprimido por lo de su novia.
Cogí un paquete de algodón que tenía para utilizar en la clase de Volumen y quité la rejilla que había en el techo para meterlo entre ella y la alarma de incendios. Yo no fumaba, y además tenía cuidado de poner mis cigarrillos en la repisa de la ventana cuando necesitaba el olor para pintar mejor, pero Kyle sí, y no estaba de más hacerle un pequeño favor. Además, se acercaba el invierno, y no debía de hacerle mucha gracia tener que fumar entre los charcos del jardín y con lluvia.
Al cabo de un rato, el mencionado entró en la habitación
-¿Qué haces?- preguntó al verme en mitad del trabajo.
-Tapar esto... resulta demasiado incómodo irme a los jardines siempre que quiero fumar- improvisé. Una cosa era hacerle un favor y otra muy distinta soltarlo a los cuatro vientos-. De esta forma podré fumar aquí tranquilamente. No sé cómo no se me había ocurrido antes.
Se quedó medio pasmado, ¿tan fantástica le parecía aquella mierda de idea?
-Vaya, es la primera vez que me dices más de cinco palabras seguidas- comentó. Oh, era eso... me sonrojé un poco-. Me has dejado anonadado.
-Escucha Kyle- dije, como si le estuviera explicando amablemente al enano que tarde o temprano su hámster tendría que morirse-, te ha tocado un compañero un poco antisocial. De verdad que lo siento mucho por ti, pero parece que te has integrado bien aquí... no deberías tener ningún problema.
Asintió con la cabeza sin comentar nada y entró en el baño. Yo me metí en una cama en cuanto terminé de sabotear la alarma de incendios.

Me despertaron los gritos de Kyle y unos golpes procedentes del cuarto de baño.
"¿Qué cojones...?" me dije revolviéndome el pelo y yendo hacia la puerta. Estaba sin pestillo, la abrí.
Mi compañero estaba flipando en colores, me miraba como si acabara de salir de un portal interdimensional.
-¿Qué eran esos golpetazos?- pregunté. Me fijé en que le sangraban los brazos. ¿Un intento de suicidio por despecho, como el del tipo aquel? no lo creía-. ¿Qué les ha pasado a tus brazos?
Se los miró con horror al ver que estaban cubiertos de sangre. Suicidio descartado. De todos modos, ¿qué clase de imbécil no se daba cuenta de que tenía cortes en las extremidades?
-Me… he cortado con la cuchilla de afeitar- dijo.
Podía ser una excusa pobre o una verdad fruto de la más pura idiotez. Hubiera asegurado que lo primero, pero después del momento de "oh, qué curioso, ¡sangro!", no sabía qué pensar.
-Que torpe- dije para no darle mayor importancia.
Sin decir nada, se fue corriendo, tal vez a la enfermería, tal vez a desayunar para no llegar tarde para los bollos de chocolate.
Me duché y bajé al comedor.


Me senté, como todos los días, en una mesa apartada de las demás. Como todos los días, cogí un café, un panecillo y un zumo y, como todos los días, Áurea se sentó en frente de mí con su sonrisa matutina.
-Adivina- dijo emocionada.
-Paso- contesté-. Suéltalo tú.
Debía de ser una gran noticia, porque ni siquiera se molestó en insistirme.
-César Rivas. Ayer estuvimos juntos por la tarde y vamos a hacer juntos el trabajo de Ciencias del Mundo Contemporáneo, ¿no es genial?- preguntó ilusionada.
Me acabé el zumo de un trago sin llegar a mirarla; estaba ojeando unos apuntes de Literatura Universal.
-Odiaba esa asignatura. No sé por qué coño es importante saber cuántos tipos de erupciones volcánicas hay si ni siquiera sabéis pronunciar Decamerón a la primera- comenté lanzándole una significativa mirada.
Emitió un ruido, medio gruñido medio risa, para manifestar que aquello era un golpe bajo.
-¡Céntrate en lo importante, Dan!- exclamó- César Rivas, es lo más encantador que te puedas echar a la cara en este lugar, ¡y creo que le gusto!
Sí, estaba muy contenta.
-Vale- dije escuetamente.
Resopló.
-¿Qué? venga, di lo que tengas que decir.
-Nada.
Me escrutó con la mirada.
-Si no lo haces te saldrá una úlcera, y lo sabes.
Suspiré. Le di un nuevo trago a mi café y volví a bajar la vista a mis apuntes.
-Ese tío es gilipollas. Rematadamente, además- comenté
Ella, por supuesto, frunció el ceño.
-Ni le conoces.
-Claro que sí- rebatí- es amigo de Matt Collins, un gilipollas atrae a otro.
Abrió la boca, sorprendida e indignada a la vez
-Primero- dijo-: que sepas quién es no te da derecho a juzgarle así. Y segundo, Matt no es un gilipollas.
Suspiré y miré el reloj. Aún faltaba un buen rato para que tocara el timbre para la primera clase.
-Claro que sí, ¿acaso todos los jóvenes revolucionarios no odiáis a George Bush sin haber charlado con él nunca?
-No es lo mismo, Bush invadió...
-Y César Rivas es gilipollas. Lo sé porque es amigo de Matt Collins, que también lo es por directa relación con el Gran Gilipollas de Jacques Mackworth. Comparten dormitorio y amistad, no esperes que tenga buena opinión de él.
Creía que Áurea se enfadaría por haber dicho aquello, pero se limitó a alzar la vista al techo y soltar una carcajada. Luego negó con la cabeza con resignación sin dejar de sonreír, como si yo fuera un inconsciente que no se enterara de nada, y volvió a mirarme.
-En fin- murmuró-... oye, ¿dónde estuviste ayer por la noche? pasé por tu habitación para contarte lo de César y no había nadie. ¿Y qué tal con Hugo?
-Estuve jugando a las cartas con el enano toda la tarde- respondí sin demasiada emoción. Mordí el panecillo-. Luego hice un intento por seguir pintando el lienzo del maldito Mackworth, pero no salió nada. Al final me fui con Mayra a su cuarto, me tocó algunas canciones y luego nos fuimos a la cama. A la misma, quiero decir- aclaré.
Áurea arqueó una ceja y esbozó una medio sonrisa. Luego puso los ojos en blanco.
-No puedo creérmelo- musitó
-¿El qué?
-A ver, Dan, atiende- dijo-: primero intentas pintar el cuadro de Jacques Mackworth pero no te sale nada de nada porque estás bloqueado, así que acabas escuchando música en la habitación de Mayra y luego te la tiras... ¿cuándo cojones piensas admitir que estás enamorado hasta las trancas?
Alcé la vista con el ceño levemente fruncido. ¿Enamorado de Mayra? ¿Yo?
-Áurea, no sé de qué es esa infusión que estás tomando- comenté sarcástico regresando la vista a mis papeles-, pero deberías dejarla ya o compartir con los demás.
Contra mis pronósticos, ella no se rió.
Joder, ¿estaba hablando en serio? Su expresión de “¿me lo dices o me lo cuentas?” me daba pie a pensar que sí.
-En serio, te equivocas, no lo estoy.
-Por favor, Dan- contestó-, eres tan evidente...
Genial, se le había metido entre ceja y ceja aquello e iba a costarme sacárselo.
-Estás confundiendo cosas- expliqué- lo que hay entre nosotros dos no se parece en nada a lo que tú piensas.
Arrugó la nariz confundida, después sacudió la cabeza.
-Mira, esos bonitos ojos azules te tienen absolutamente colado, lo sé, te conozco, y no hay más que hablar.
No dejé de mirarla con severidad, buscando algún punto de duda en ella mientras exponía su argumento, pero nada. Tenía, al parecer, una fe ciega en que Mayra y yo teníamos algo, y no creía poder sacarle la idea de una sola vez. Bueno, la parte buena era que al menos no le parecía mal que me pudiera gustar alguien. Era un alivio saber que sí existían personas que entendían el término “amigo con pase VIP” sin confundirlo con noviazgos ni cosas de esas. Terminé mi café y me levanté.
-Oye, continúa con tus paranoias en otro momento, tengo que ir a clase pronto.
Me despedí de ella dándole unos pequeños toques en la cabeza, a modo de “descansa”.
Oí un quejido seguido de un “no me despeines” antes de salir del comedor.

La mañana transcurrió sin novedades. En clase de inglés el capullo de detrás me puso de los nervios toda la hora. Había quien creía que Mackworth y yo acabaríamos forjando una bella amistad cuando solventáramos nuestras diferencias y nos conociéramos mejor, pero yo podía garantizar que no iba a ser así. No se trataba de dos desconocidos que se habían encontrado de malas y habían terminado enemistados, no, yo le conocía perfectamente, sabía punto por punto quién era Jacques Mackworth y no lo soportaba. Por algo estaba haciendo un cuadro basado en el cabreo que me producía, ¿no? El caso es que, desde que había empezado el curso, las riñas habían aumentado en cantidad y calidad más que ningún otro año antes. A este paso acabaría en la cárcel antes de graduarme.
A última hora había Historia del Arte, lo que siempre dejaba un buen sabor de boca para ir a comer. El profesor, nuevo aquel año, joven y con perilla, nos dio las notas del primer examen.
-Adamatti, Dan- recitó entregándome los folios. Ser el primero en la lista tenía la ventaja de no tener que esperar mucho para saber la nota-. Nueve setenta y cinco. Si nos cantas a todos “la donna é movile”, te subo lo que te falta para el diez.
Todos se rieron y yo sonreí levemente. Podía permitirse esos ofrecimientos porque sabía que no lo haría ni por un hígado para transplante.
-Esta nota está bien de momento, gracias.
Hubo más risas y después reanudamos la lección donde la habíamos dejado el día anterior. Me encantaban las materias de modalidad.
De comida había pescado frito. Lo comí a buen ritmo y subí a mi habitación pronto para terminar mi proyecto de dibujo artístico. Con mis trabajos de esa asignatura no tenía problema alguno, porque sólo tenía que ceñirme a lo que pedían, sin improvisar. Los problemas que tenía, los tenía con cosas que no importaban a nadie más.


Entré a los pocos minutos en la habitación y dejé la mochila sobre mi cama. Abrí la puerta del armario de mi lado y saqué el tablón de madera que tapaba el escondite. Le di un buen trago a la botella Jack Daniel’s, así haría mejor la digestión, y volví a guardarlo todo. Escuché un ruido a mi espalda procedente de la puerta, como algo deslizándose por el suelo, y me di la vuelta. No vi nada, todo parecía normal.
Me encogí de hombros y me descalcé. Fui a dejar el par de zapatos bajo la cama cuando volví a oír el sonido de antes. Extrañado, subí la colcha por un lado y me asomé. Entonces escuché un siseo extraño y vi una parte de penumbra más negra que todo lo demás, que se hizo una bola y saltó hacia mí.
Alarmado, retrocedí y me puse de pie. Por mi mente pasó la idea de que fuera un gato o una culebra, pero no me parecía nada probable.
¿A dónde había ido? Miré inquieto a mi alrededor y no vi ni rastro de aquel bicho. Entonces empecé a sentir calor, que se volvía asfixiante a cada momento que pasaba.
“¿Qué coño pasa?”
Me tambaleé hasta caer apoyado de espaldas sobre el armario. Estaba sudando, tenía hasta los ojos llorosos por la temperatura. Los cerré y me pasé la lengua por los labios resecos, luchando por no quedarme inconsciente; no entendía nada de lo que pasaba. Apreté los párpados con más fuerza y creo que solté un quejido al posar una mano en el abdomen, que parecía ser el foco de aquel dolor y calor asfixiante. Me sentía demasiado débil como para hacer el más mínimo esfuerzo, y lo que me quedaba de consciencia me dijo que intentar moverme podría causar una bajada de tensión en cualquier momento. Empecé a tener escalofríos, estaba temblando.
De pronto oí un ruido lejano, la puerta abriéndose, y una voz.
-¿Dan? ¿Qué te pasa?
Reconocía el tono de Kyle, con un matiz de preocupación.
Negué con la cabeza sintiendo cómo el calor iba a más, no tenía energía como para pensar en lo que estaba pasando, solo quería que parara. Me estaba costando respirar, lo hacía entrecortadamente.
Él me cogió por los hombros y me tumbó en alguna parte, no podía saber dónde, teniendo los ojos necesariamente cerrados. Estaba muy tenso y, sin embargo, el tacto del lugar sobre el que estaba ahora, y el de las propias manos de mi compañero, parecían alejados de mí, como si lo percibiera todo a través de una membrana de calor impermeable.
Noté unas punzadas fuertes en el abdomen y me contraje más sobre mi mismo.
“Ayúdame” traté de repetir, pero de mi boca sólo salió un jadeo ahogado. Sentí algo caliente y mojado en mi frente, Kyle estaba haciendo intentos por que no me diera una combustión espontánea. Yo no noté ninguna mejora. Volvió a irse.
Después de lo que me pareció una eternidad, se acercó de nuevo a mí y alargué un brazo para agarrarle por la camisa, la mano, o cualquier parte que pudiera alcanzar.
-Kyle, ayúdame- dije una vez más. Tenía un tono de súplica que no recordaba haber puesto nunca antes.
-Eso estoy intentando, Dan.
Le noté forcejeando con mi ropa y me abrió la camisa, liberando un olor a carne quemada que hasta yo pude percibir. Tuve miedo y náuseas, al pensar en qué estado debía de estar mi piel para que oliera así. Abrí los ojos en un último esfuerzo y vi sin demasiada nitidez a Kyle, que miró alarmado mi abdomen antes de decidirse y tocar con una mano la zona afectada.
Nunca nada me había dolido tanto como aquello, me arqueé sobre mí mismo y no sé si hasta grité antes de escuchar a mi hermano llorar como en la pesadilla y quedarme inconsciente.


Yo hubiera podido jurar que habían pasado horas, o incluso días, desde que me desmayé. Pero cuando abrí los ojos y me incorporé, con la tripa magullada y mi cuerpo en general aún recuperándose de aquel infierno, Kyle estaba en el suelo visiblemente afectado. No debían de haber pasado más de un par de minutos en realidad.
-¿Qué coño…?- intenté preguntar, y descubrí a la vez que tenía la voz algo ronca. Pero él perdió la consciencia en el momento, interrumpiendo mi frase-. ¿Kyle? ¿Kyle?
Bajé de la cama enseguida, temiendo que ahora fuera él el que estuviera volando de fiebre. Al hacerlo mi abdomen se resintió, tendría que hacer algo con él después.
Cuando le toqué la frente deseché la idea de que su estado fuera tan crítico, pero aún así decidí que tenía que hacer algo al respecto con él. Me había salvado la vida, por tópico que sonase.
Le cogí por los brazos en alto y caminé con él marcha atrás hasta llegar a la puerta y abrirla a tientas. Además de que yo pesara bastante menos que él y de la quemadura en mi estómago del tamaño de Sicilia, que fuera un peso muerto no facilitaba mucho las cosas a la hora de cargar con Kyle hasta la enfermería.
A penas había caminado seis metros con él cuando un cocinero acompañado de un alumno se plantó delante de mí con una bolsa de hielo enorme.
-¿Has pedido tú esto?- preguntó el hombre.
-Me la encargó el rubio- informó el chico señalando a Kyle con un dedo.
-¿Es tu compañero?- asentí con la cabeza, desconfiado. Sujeté mejor a Kyle, que se me empezaba a escurrir-. Bien, pues ve pagando, ¿te la dejo por aquí?
Fruncí el ceño. Joder, todos los problemas venían de la mano.
-No sé Kyle, pero yo no he pedido nada y no soltaré una mierda.
Esta vez fue él quien me miró con seriedad a mí. Se cruzo de brazos y me señaló con aire amenazante.
-Así que esto es una bromita vuestra, ¿eh?- dijo-, ¿creéis que tenéis servicio de habitaciones? No estoy aquí para atender vuestros caprichos y, si no quieres que este asunto llegue a la directora, ya me estás dando el dinero.
Resoplé y volví a tratar de levantar mejor a Kyle.
-Anda, trae, te lo sujeto mientras vas a por la cartera.
Estuve a punto de mandarle a tomar por el culo sin pensar en las consecuencias, pero la posibilidad de quitarme aquel peso de encima me disuadió y entregué a mi compañero a aquel tipo corpulento. El dolor disminuyó un poco.
Fui a por la cartera y al cabo de un minuto volví con ella.
-¿Cuánto?
-Treinta euros- contestó
Le miré con el ceño fruncido.
-¿Qué?
-Gastos de envío- explicó con una sonrisa.- Si no estás de acuerdo, puedes ir a quejarte a la directora.
Me mordí la lengua y le di el dinero, luego guardé la cartera en el bolsillo.

Al menos el cocinero tuvo el “detalle” de ayudarme a llevar a Kyle hasta la puerta de la cocina, y de ahí en adelante seguí yo solo. Tardé un cuarto de hora más en llegar a la enfermería y dejarle sobre una de las camillas.
-Tranquilo, aquí estará bien- dijo la enfermera- ¿a ti te pasa algo?
Me apresuré a negar con la cabeza y marcharme de allí antes de que me hiciera más preguntas y se empezara a extrañar por mi voz de Vito Corleone.
Después del trayecto más desagradable que había tenido nunca, plagado de dolores cervicales, abdominales y un fuerte abrazo por parte de Áurea que me hizo soltar un quejido lastimoso, llegué a la habitación veintinueve; y arrastré la gran bolsa de hielo, que seguía en el pasillo, hasta el baño. No sabía qué uso habría planeado darle Kyle cuando la pidió, pero yo tenía muy claro lo que haría.
Me desnudé en la bañera y empecé a pasarme con delicadeza un hielo por la zona de la quemadura, y luego otro, y otro. No me dejaba de doler durante mucho tiempo, a penas me calmaba un poco unos segundos, pero algo era algo, y había un leve matiz de alivio en el hecho de que fuera yo quien controlara cuándo dolía más y cuándo menos. Al día siguiente tal vez buscaría una pomada para las quemaduras, o algo.
Dediqué toda la tarde a derretir los hielos –mis hielos, que me habían obligado a comprarlos- en la bañera.
Cuando termine me incorporé dolorido –aunque tenía el abdomen un poco dormido a causa del frío- y, caminando esforzándome por no respirar muy fuerte, pasé a la habitación. Me puse unos calzoncillos y me serví otro vaso de Jack Daniel’s con los dos cubitos que habían quedado.
Me tumbé sobre la cama con un gran suspiro de alivio y traté de relajarme y no pensar en el dolor, a la mañana siguiente ya me encargaría de recoger la ropa que había dejado tirada en el baño. Seguramente Kyle pasaría la noche en la enfermería, no se enteraría de que había dejado aquello por ahí. Además, yo era considerablemente ordenado... la situación, creo, justificaba los hechos.

El sueño no tuvo nada de reparador.
No hubo pesadillas, pero a penas pegué ojo por el dolor; ni siquiera podía ponerme boca abajo, como acostumbraba, para dormir, y hasta el peso de la manta me había molestado. La cama de al lado estaba libre, casi podía alegrarme por volver a los viejos tiempos sin compañero de piso, pero no. De no haber sido por Kyle... ¿hubiera podido morir? Tragué saliva ante la idea y me miré las manos reflexionando.
Pues sí, estaba en deuda con él. Resultaba paradójico que, tras los sucesos de la tarde, hubiera sido él quien había acabado durmiendo en la enfermería.
Recogí las cosas del baño, me duché y me vestí sin dejar de tensar la mandíbula por el dolor. ¿Por qué cojones el abdomen tenía que ser una zona tan utilizada?

En el comedor me tomé el café bebido, de pie; sentarme me hacía ver las estrellas. De hecho, descubrí nuevs constelaciones estando en mi silla en clase. Por lo demás, la mañana no tuvo nada que valga la pena comentar.
Al terminar las clases, compré un bocadillo vegetal que el hermano de Mayra me preparó y me subía comerlo a mi cuarto, donde podría estar tumbado. Antes pasé por la enfermería, para asegurarme de que le habían dado el alta a Kyle. Como no estaba en el dormitorio, me figuré que se encontraba lo suficientemente bien como para ir al famoso club de teatro. Áurea me había contado entusiasmada la tarde anterior, de camino a mi habitación volviendo de la enfermería, que le habían dado el papel de reina de no sé qué. Se lo pasarían en grande.
Después de comer me quedé un rato dormido y recuperé parte del sueño de la noche. Cuando me desperté, lo hice con ganas de fumar. No solía tener aquel impulso, pero bueno, no estaba la situación como para no concederle caprichos a mi cuerpo.
Lo encendí, y de paso comprobé que mi plan para la alarma de incendios funcionaba. Hubiera sido un cristo de lo contrario, la verdad.
Mi compañero abrió la puerta y entró
-Hola- saludó amigablemente.- ¿Qué tal estás?
¿Sabía que tenía una deuda de vida con él y aún así me trataba de tú a tú? Podría haberme mirado por encima del hombro, o hasta mandarme hacer sus tareas o algo. Qué tipo tan raro.
-Kyle- empecé-, aún no he tenido la ocasión de darte las gracias por lo que hiciste... muchas gracias.
Ahora sí, ¿no? Ahora tendría que ser un poco arrogante, al menos. Estaba en su derecho constitucional.
-Tranquilo- dijo en cambio-, no pasa nada. Supongo que tú habrías echo lo mismo.
Parecía que no tenía intención de darse alardes de superioridad, y eso me sorprendió. Asentí con la cabeza y, con el descuido, me fui a sentar a mi escritorio. Rápidamente me levanté por el dolor y me reproché haber hecho aquello.
“Estate atento, imbécil”, me dije.
-¿Qué era?- pregunté desconcertado, recordando mi duda inicial-. Lo único que recuerdo era que... estaba aquí, en mi cuarto, fumando un cigarro, cuando algo negro se deslizó por debajo de la puerta. Se fue haciendo una bola y... saltó hacia mí- hice una pausa-. Lo siguiente que recuerdo fue a ti quemándolo y después desmayándote. Te llevé al hospital tan rápido cómo mis fuerzas me permitieron, pero el cocinero vino corriendo y me ayudó.
Bueno, era una forma un poco suave de decir que me metió un sablazo y luego quiso tener un bonito gesto hasta la cocina, pero ya era agua pasada.
-No sé qué era eso- contestó-, pero por la mañana me atacaron en el baño, sin dejarme salir. Entonces tú abriste la puerta y se marcharon. Me gustaría saber que está pasando- se quedó en silencio también, pensando.- Una pregunta, eso que te pasó a ti… ¿sabes si le pasó a alguien más?
Medité la respuesta un rato. No podía saberlo a ciencia cierta, pero contesté con lo que pude deducir.
-No- dije-, no le ocurrió a nadie más. Por que en el caso de que le hubiese ocurrido, sin ayuda abría muerto... yo sentía que estaba apunto de hacerlo. Entonces la luz volvió, fue cuando debiste de arrancarme... eso.
-Tendremos que estar al tanto.
Asentí con la cabeza y me tumbé en la cama de nuevo para hacer los deberes. De vez en cuando desviaba la mirada hacia Kyle, sentado de espaldas, y esbozaba una minúscula sonrisa.
Al final, tener compañero de habitación había resultado ser un golpe de suerte.





30 páginas de nada Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_cool

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Lenny Bane
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MensajeTema: Re: Contra las Sombras, ¡cuarta ronda!   Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_minitimeJue Ago 05, 2010 12:39 am

Pondré las cursivas que quedan mañana, que ya es tarde, y no os afectara casi ná a la hora de leer, ¿no? Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_razz
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MartaAngel
Hada
MartaAngel



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MensajeTema: Re: Contra las Sombras, ¡cuarta ronda!   Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_minitimeJue Ago 05, 2010 1:26 am

M-E E-CAN-TA

un gilipollas atra a otro gilipollas

JAJAJAJAJJA!!!!!!!! ME HE REÍDO MUCHOOOOOOO!!!

Y con lo de: "Algún día tu amiga Áurea se encandilará de otro chico y dejarás de poder hacer con ella las cosas que, ni se te ocurra negárselo a tu madre, hacéis ahora- advirtió."

Y que dice: Pillados xDDDDDD jajajaj

Moló mucho!!

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Lum Usher
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Lum Usher



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MensajeTema: Re: Contra las Sombras, ¡cuarta ronda!   Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_minitimeJue Ago 05, 2010 11:30 am

TIA!!!!!!!!!! ERES UNA CRACK!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! ME ENCANTA!!!!!!!!!!!!!! LO ADORE!!!!!!!!!!!NO!!!!!!!!!! LO AME!!!!!!!!!!!!!!!

AY MI DAN!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! *-*
PORQUE ES ÉL QUE LE PERDONO LO DE MATT, PERO QUE SEPA QUE MATT ESTÁ RESENTIDO ¬¬
DE UN GILIPOLLAS A OTRO GILIPOLLAS ¬¬ZSZSZSZSZSZS PUES SI QUE TIENE MANIA A MI MATTY
BUENO!!!!!!!!!!! AUN ASI ME ENCANTA!!!!!!!!!!!!!
ES LA LECHE!!!!!!!!!!!!!!!!!
30 PAGINACAS DE WORD!!!!!!!!!!!!!!!!!!
LA LECHE!!!!!!!!!!!!!
NO SE COMO LO HAS HECHO PERO ES FLIPANTE!!!!!!!!!!!!!!!!!!
TIA!!!!!!!!!!! ES LA CAÑA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
DE VERDAD COMO HA MOLADO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
AY M,I DAN, TAN ANTISOCIAL COMO DICE......PERO YO SABIA QUE ERA UN ENCANTO, ALGO FRIO, PERO UN ENCANTO *-*
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Lenny Bane
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MensajeTema: Re: Contra las Sombras, ¡cuarta ronda!   Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_minitimeJue Ago 05, 2010 12:28 pm

¿Síííí? ¿os ha gustado? *ojitos* Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_razz

Pobre MattContra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Herz, jajaja, que conste que lo que diga Dan no tiene por qué coincidir con lo que yo piense, ¿eh? de todos modos, Dan sólo le tiene manía a Matt por su compañero de cuarto, no es nada personal. Bueno, sí, lo de que es un payaso por lo de la estantería, pero... bah, dejémosle con sus rarezas Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_rolleyes

La verdad es que no me convence mucho cómo ha quedado, creo que la escena de la sombra es demasiado rápida y que lo de su madre está poco desarrollado; pero bueno, iré mejorando ^^
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Sarinda
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Sarinda



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MensajeTema: Re: Contra las Sombras, ¡cuarta ronda!   Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_minitimeJue Ago 05, 2010 12:56 pm

Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Affraid Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Affraid Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Affraid Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Affraid es increíblemente perfecto!!! He tardado 50 minutos en leerlo OMG! Me encanta Matt, y lo del de un gilipollas a otro gilipollas... jajaja, sí que es un poco de manía pero es un tanto comprensible xDD.
Sus comentarios me encantaron tambien xDD, no sé de donde los sacas, tía.
Amo a Dan Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Herz , podías enviarlo....
Y joder, este sí que ganaría varios premios, Lenny, serás una buena adversaria xDD.
Bueno, bueno, qué feliz estoy, ya le diré a Ain por msn que has subido y que está super bien,a ver si encuentra un ciber por Galicia y comenta xDD, sino hasta el 21....
Ahora subirá celia? Oksoks, genial!
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Lenny Bane
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MensajeTema: Re: Contra las Sombras, ¡cuarta ronda!   Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_minitimeJue Ago 05, 2010 1:07 pm

¿Está en Galicia? Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_surprised pues por Vigo le puedo yo decir unos cuantos miles de cíbers que hay, y si no que venga a leer a mi casa jijiji

¿Sus comentarios? xDD pues no sé a qué te refieres, pero se me ocurre todo solo, a veces hasta sobre la marcha, vamos, lo normal ^^
Lo de Matt lo dijo a mala saña totalmente, es un sinvergüenza, con lo que yo lovo a MattContra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Herz u.u

Estoy deseando empezar con los Premios Sombra, jajajaja, lo del capítulo más largo lo tengo ganado, ¿eh? Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_cool ¿50 minutos? Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_eek joder...
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MensajeTema: Re: Contra las Sombras, ¡cuarta ronda!   Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_minitimeJue Ago 05, 2010 1:13 pm

bueno, creo que se ha ido a Lugo xDD, dudaba sobre los cibers, pero ya le imploraré que encuentre uno, jaja, ya le diré sobre ir a tu casa, Lenny, aunque no sé si sus padres y sus dos enanos hermanos le dajarán mucho tiempo en paz xDD.
Ya creo que todos Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Herz a Matt xDD, al menos los escritores, osea que nosotras, jaja.
Es que normalmente suelo leer rápido pero prefería disfrutar y bueno... tambien he tenido que hacer espacios porque mi madre me llama para hacer las maletas para irnos mañana a Alemania xDD.
Espero la siguiente ronda... y yo tambien intentaré buscar un ciber en Berlin o Munich o donde sea, aunque mi prima -tiene mi misma edad y es una pija...- odia leer... En fin....a ver si cojo algún tío bueno Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_razz
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MensajeTema: Re: Contra las Sombras, ¡cuarta ronda!   Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_minitimeJue Ago 05, 2010 1:15 pm

Alemania... *procesando*
Rubios
Altos
Potorros
...
Buenas vacaciones Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 700769
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celia Wayland
Duende
celia Wayland



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MensajeTema: Re: Contra las Sombras, ¡cuarta ronda!   Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_minitimeJue Ago 05, 2010 4:18 pm

ahora me tengo que poner a escribir!!!
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MensajeTema: Re: Contra las Sombras, ¡cuarta ronda!   Contra las Sombras, ¡cuarta ronda! - Página 23 Icon_minitime

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