Too much, too bright, too powerful.

Holas!
Bueno, esto es un pedazo de historia muy triste.. muy... en cierto modo profunda.
Sale de la canción Last Flowers to the Hospital de Radiohead (Y si leen esto, les aconsejo escucharla, mientras leen. Te hace entrar en contexto).
Y eso

El astro rey comenzaba a perder soberanía en el horizonte, mientras que, poco a poco, y oculto entre el brumoso velo nocturno que sobre él se cernía, un muchacho en el interior de la habitación comenzaba a palpar la realidad por vez primera con sus propios sentidos.

La estancia había quedado irremediablemente en penumbras, a efecto de la caída de la noche sobre si mismo, como un inexorable impedimento hacia la luz que en vano buscaban a tientas sus ojos. No obstante, y tal como veinticuatro horas antes, el chico no pareció ser consciente de aquello.

Claro, para él no existían diferencias.

Su mirada verdosa perdida en el horizonte lucía vacía y obtusa, dando la impresión de una vista que parecía nublarse allí donde sus pupilas fueran a posarse.

Se encontraba inmóvil, desparramado en el sillón de cualquier modo, contracturado en una incómoda posición, y con el estómago exigiendo algo de comer.

Pero el adolescente no parecía percatarse de ello tampoco. Las necesidades físicas en aquél estado no merecían atención alguna.

Quizás el fulgor de sus ojos se había extinguido al deslizarse mejilla abajo la última de sus lágrimas, y quizás el fantasma de los recuerdos rondaba en aquellos labios ahora vacilantes, donde alguna vez había descansado el suave roce del amor.

Pero en aquella expresión vacía y ausente no había en absoluto sentimiento descifrable.

Como no puedes tampoco discernir entre las olas del mar la huella de algún romance entre sus aguas... Como no puedes percibir, aun en el susurro del viento, las palabras de quién evoca, cual dulce ilusión, el recuerdo de alegrías pasadas.

De besos, de caricias. De palabras de amor casi vacías.

... Del mismo modo no percibes en apariencia al fantasma del olvido.

(¿Soledad?)

El reloj del microondas señaló con un suave pitido la hora, consiguiendo, sin embargo, sobresaltar por vez primera al muchacho, hasta el momento completamente ajeno a la realidad.

Ladeó la cabeza, desorientado, sus oscuros y lacios cabellos cubriendo con cierta parsimonia su frente, como si hasta ellos despertasen juntos de un prolongado letargo.

Intentó tragar, mas su garganta se encontraba totalmente seca.

Fue allí cuando, al azar la vista hacia una nueva puesta de sol, se preguntó a si mismo, intentando dar sentido a sus balbuceos inexpertos, cuánto tiempo había pasado de ese modo.

¿Pero de qué importaban las palabras cuando no había razón para la cual usarlas? Intentar articular sonidos no parecía lógico cuando ya no quedaba lógica a la cual aferrarse.

Cuando el orden natural de las cosas parecía haber perdido todo sentido, y no se sabía siquiera con seguridad cual era el porqué de ese continuo aparecer y desaparecer del astro diurno, ¡día tras día!, en aquella incesante rutina... Nada más parecía importar.

¿Era tal vez miedo? (¿Por el cual no lograba levantarse de aquél asiento?)

¿Era quizás, un optimismo irremediable de creer que las cosas estarían bien para el día siguiente, de que el mundo mejoraría en un abrir y cerrar de ojos, que con un continuo ir y venir todo se solucionaría? (Iluso. Si por aquello fuese mírame nada más a mí. Cuando lo tienes todo… ¡todo se va! Es ése el maldito orden natural de las cosas.)

¿Podría ser que fuese nada más frustración? (Frustración de mi existencia. Frustración de recordar a modo de olvido, de respirar ahogado, de observar cegado. De oír sin escuchar, de tocar sin sentir… ¡Vivir sin morir! ¿Cómo puede aun palpitar mi corazón si ha sido extirpado de raíz?)

¿O sería, entonces, el maldito frenetismo de la monotonía habitual, de seguir una rutina premeditada, de continuar en la vida, cuando no hay más que vivir? No hay razones, no existen motivos...

¿Se preguntará, quizás, el sol, en su vaivén de idas y venidas absurdas el porqué de seguir alumbrando cuando hay algunos que no quieren, quizás, volver a ver su luz? ¿Se cuestionará alguna vez realmente el porqué… de seguir adelante? ¿Agradecerá alguna vez alguien su cínico patetismo, su enfermante sentido del deber?

¡Y es que vuelve una y otra vez!

¡Una y otra vez!

… Logró con mucho esfuerzo recordar el cómo poner en movimiento sus extremidades.

A fuerza de voluntad.

Voluntad vacía en una existencia que lo era mucho más.

(¿Qué haces para llenar el vacío?)

Apoyó con marcada patosidad sus extremidades superiores antaño sumamente ágiles - No podía recordar.- en el alféizar de la ventana abierta hace quién sabe cuanto. - Y no es como si importase. - Sus ojos se dirigieron errantes hacia la postrera luminosidad del sol. - ¡Una y otra vez! ¡Vuelve, una y otra vez!

(¿Qué diablos le hace volver?)

Una brisa suave y tierna sopló de lleno en su rostro, burlándose socarronamente de su inexpresividad.

Suave y tierna…

(¿Puede, el Amor, volver?)

…Unos labios rojos de cerezas deslizándose por sobre los suyos de manera suave y tierna…

¡Y es que parecía tan cierto que alguna vez había conocido al Amor!

Pero no podía recordar siquiera su nombre.

¿Tenía, acaso, nombre el Amor? (¿Su amor?)

Besos, abrazos, caricias. (¿Existe semejante cosa?)

Un par de ojos verdes, una mirada misteriosa, reflejo de la suya propia, siempre allí, siempre esperando, siempre susurrando cosas a su oído.

(¿Qué acaso las miradas podían susurrar?)

Amor, Amor… (De existir… ¿Poseía nombre el Amor?)

Cabello oscuro, de extrema suavidad… suave y tierna… Extrema suavidad contra la piel al descubierto de su pecho… (¿Y el nombre del Amor?)

Aquél llamado de felicidad, con aquella vocecita como el tintineo suave… suave… de las mismas campanas en el viento llamándole… (¿Llamándole cómo? ¿Cómo al Amor?)

(¡¿Cuál era el nombre del Amor!?)

¿Cómo diablos volvía a salir, una vez y otra vez, constante, el sol? (¿Sabría el, acaso, el nombre del maldito Amor?)

Amor… Amor. (¿Era constante... El Amor?)

El juego de luces casi extinguidas reflejó su rostro en el frío cristal de la ventana… Y es que su delicada fisonomía parecía evocar las remembranzas de su nombre…

...¿Belleza?.

De su nombre… y el de ella.

(Pues no, claro que no. El Amor no era constante. ¡No!)

Sin embargo la luz poco a poco se desvanecía, poco piadosa de su desgracia, y no podía ya evocar sus labios, sus ojos... su cabello.

Si lo fuese habría vuelto, habría vuelto porque habría importado. Su tristeza, su melancolía, su deprimente estado, el como sus ojos poco a poco parecían perderse en el horizonte buscando aquello de lo cual no sabía ni el nombre...

(¿Se escondía trás el sol, acaso, el Amor?)

Sus facciones de deslizaban y parecían derretirse, derretirse como el mismo fuego que alguna vez ardió en su corazón…

Y se derretía… (¿Qué se derretía?)

Él, el amor… ¡sus recuerdos!

¡El verdor de sus ojos! Era aquella la clave, el verdor profundo que sus ojos compartían... pero el sol parecía dejar su puesto otra vez, (Volvía a escapar, ¡como siempre! Se escurría de entre sus dedos...) y no daría tiempo para volver a observar sus ojos otra vez…

...Brillando como esmeraldas.

Había comparado los ojos del Amor con esmeraldas en el momento de su último adiós… al momento de besar sus dulces labios, el Amor había hablado...Hablado al Amor.

(¿Qué había dicho el amor?)

La luz se deslizaba incansable muralla abajo. Ya no alcanzaba la ventana, y el muchacho no distinguía su propio reflejo en la penumbra incesante.

¿Cómo recordar al Amor sin vislumbrar el verdor de sus ojos?

Con cierta dificultad, mas cegado por su resolución, se encaramó, recuperando, casi, su agilidad de antes, en la ventana, persiguiendo la luz, que se escapaba, bailando con seductora malignidad como las mismas llamas del infierno… siempre muralla abajo.

¡Siempre muralla abajo!

En un ir y venir constante…

Estiró los brazos persiguiéndole, intentando alcanzarle… (¿Qué importaría si la vida en eso se te fuera, cuando no lograbas recordar el nombre del Amor?)

Sin embargo la maligna lucecita seguía escapándose, cada vez más (Siempre... ¡Siempre muralla abajo!), hasta que llegó a tocar el prado bajo su ventana en la segunda planta.

El muchacho no se paró a pensarlo… ¿Cómo diablos pararse a reflexionar cuando no se recuerda el nombre del Amor? (Ni si realmente existió… ¿Era un sueño, una ilusión... el Amor?)

… Y flectando las piernas se dio el último impulso, en nombre del amor, ventana abajo, volando con la libertad de un pájaro, riendo con la felicidad amarga de un eterno condenado, a las puertas del mismísimo infierno…

¡Que sea todo en nombre del amor!… (¡Oh, dulce epifanía la de sus besos! ¡La de sus caricias!)

Y en nombre del Amor (¿Y es que... tiene nombre el Amor?)… En su nombre sea el desdichado muchacho que en su búsqueda encontró la muerte...

... ¡La muerte!

(Y a las puertas de la misma muerte… encontró el Amor.)



PD: Muchos caminos, Amor, llevan al infierno.



#It's too much, too bright, too powerful.





30/10/09.˜

Danielle es preciosa. Es triste pero me ha encantado.

ainhoa96 escribió:

Danielle es preciosa. Es triste pero me ha encantado.

Gracias Hace tanto intentaba escribir lo que esa canción significaba para mí..

Ooooo .Y describes muy bien.....Me gusta mucho....Triste,pero es bonito.
Enhorabuena .
Bss.

Clary Fray escribió:

Ooooo .Y describes muy bien.....Me gusta mucho....Triste,pero es bonito.
Enhorabuena .
Bss.

Gracias. Hahah, todos dicen triste "pero" bonito. Para mí lo triste es ciertamente bonito xdd

Escribes muy bonito. Lo triste tambien tiene su belleza ^^

siento ser repetitiva pero es triste, conteniendo la belleza propia de la tristeza; un final certero para el pobre que no recordaba el nombre del amor